Bond is back (y la reina también)

DK

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Toda la ciudad da cuenta del regreso de Bond, James Bond. Los afiches de Skyfall, la última película de la serie, con la severa mirada del actor Daniel Craig en la piel del agente 007, nos controlan desde cientos de marquesinas. De tanto en tanto aparece la chica o, inesperadamente, el malo, pero lo hace porque esta vez al villano lo encarna una celebridad local: Javier Bardem.

Daniel Craig es la última versión de un Bond que ha ganado en dureza, un Aquiles irreductible más que un Ulises aventurero pero que, víctima de la liquidez imperante, se rebaja a una caña de Heineken en lugar de beber su clásico dry martini, shaken, not stirred.

El primer James Bond lo interpretó Sean Connery en 1964, un Bond que anteponía la eficacia del agente secreto implacable a la frivolidad del bon vivant, pero que era capaz de invertir los términos sin que el personaje sufriera alteraciones en su identidad. Connery rodó varias películas de la saga hasta que en 1969 fue sustituido por el actor australiano George Lazenby en Al servicio secreto de Su Majestad y con él la serie da un giro. Lazenby, que solo interpretaría al personaje en esta película ya que en la siguiente se volvería a recuperar a Connery, compuso un Bond cercano a la comedia que incluso llega a enamorarse. Descartado Lazenby, vuelve Connery para rodar una sola película más con la piel de Bond, aunque lo retomará una vez más siendo ya un actor maduro. Concluido este primer período de vida de 007 se hace cargo del personaje un actor que ya de por sí es un ícono kitsch: Roger Moore. A partir de aquí, James Bond se convierte en una copia, una reproducción torpe del original que dibujó Connery. Después de siete películas, hay un lapsus a finales de los ochenta con el actor Timothy Dalton, que en dos filmes intenta construir un Bond cercano, sentimental, al que casi le cuesta llevar un arma y a partir de aquí, en 1995, aparece Pierce Brosnan y con él, un nuevo tiempo en la carnadura de 007. Se diría que con la caída del muro de Berlín y la llegada de nuevos tiempos, Bond necesita para vivir lo que antes despreciaba: seriedad, dureza, sangre fría e insensibilidad. Cuando en 2006 James Bond pasa a ocupar el cuerpo de Daniel Craig, el rictus impasible de Pierce Brosnan se radicaliza aún más y Craig lo lleva al mismo límite que Sergio Leone hacía alcanzar a sus héroes del western, como por ejemplo, el inolvidable Blondie que interpretaba Clint Eastwood en El bueno, el malo y el feo.

Es ese tipo duro, el Bond de Craig , el que se lanza junto a la reina Isabel II de Inglaterra desde un helicóptero en el acto inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres. Y caen de pie.

“Cuál es tu hobby?”, le pregunta el villano (Javier Bardem) a James Bond en Skyfall. “Resucitar”, responde. Isabel II contestaría lo mismo.