2011
En octubre de 2011, y [es de suponer que] aprovechando que el Año Ruso llega a su fin, se publicó en la editorial Nevsky Prospects, especializada en la cosa rusa, un recopilatorio de relatos llamado Rusia Imaginada que venía a ser algo así como una colección de relatos de más o menos grandes escritores tipo Care Santos, Oscar Esquivias, Pilar Adón (escritora y editora de Impedimenta) y Marian Womack (editora de Nevsky Prospects) entre otros. Lo editaba Care Santos.
Pues bien, este recopilatorio me interesa sobre todo como ejemplo del oportunismo de publicar algo tan ruso en un año tan ruso en una editorial tan rusa. Mención aparte el interés que suscitan unos relatos que plantean un acercamiento a la realidad rusa sin ideas preconcebidas, o lo que es lo mismo, escribir sobre Rusia aunque no se tenga ni pajolera idea. Cualquier excusa para hacerse el ruso es buena. Si total sólo es por aparentar, y la verosimilitud, si acaso importa, visitando el Google Maps y leyendo un cuento de Tolstoi se arregla en cinco minutos.
2012
En noviembre de 2012, y [es de suponer que] aprovechando que el Año Dickens llega a su fin, se publicó en la editorial Nevsky Prospects, especializada en la cosa rusa, un recopilatorio de relatos llamado Bleak house Inn que venía a ser algo así como una colección de relatos de más o menos grandes escritores tipo Care Santos, Oscar Esquivias, Pilar Adón (escritora y editora de Impedimenta) y Marian Womack (editora de Nevsky Prospects) entre otros. Lo editaba Care Santos.
¿Les suena el párrafo anterior? Bien, esa es la idea.
Al igual que antes, tampoco en esta ocasión me interesa tanto hablar sobre esa costumbre de unos pocos de juntar a cuatro conocidos y aprovechar su supuesto prestigio para fingirse editor como destacar el oportunismo de hablar de algo tan Dickens como son unos relatos-homenaje a Bleak House (Casa Desolada) aunque sea en una editorial tan rusa como Nevsky Prospects. Demuestra cierta gente una querencia por el homenaje digna de admiración. Admiración y suspicacia.
El blog latormentaenunvaso.blogspot.com.es, gestionado con brazo de gelatina por (adivinen) la siempre estupenda Care Santos (a la sazón también editora de los mencionados libros), hace gala de un buenismo en sus críticas literarias que roza lo vomitivo. Se tiende a lo goloso, digamos, y al exceso de azúcar en sangre. Pues bien, el 24 de diciembre, apenas un mes después de la publicación de Bleak House Inn, el mismo blog (su blog) recoge una crítica escrita por un tal Arcardio García que no tiene desperdicio. De la labor crítica de Care Santos hablaremos pronto. Prontísimo. Arcadio García no tendrá tanta suerte. Le toca hoy. A él y a Pepe. Pepe Rodriguez, quiero decir. Sí, a mí tampoco me suena. Sonaba.
LOS HECHOS Y LOS COHECHOS
Ignoro si Rusia Imaginada fue un éxito de ventas o no (ya supongo que mucho no) pero sí sé que las dos o tres reseñas que leí eran bastante bobas, especialmente la que Pepe Rodríguez escribe, espero que bajo amenaza (de otro modo no se entiende), para El placer de la lectura. En ella destaca, de entre todas las nimiedades, el placer que ha proporcionado a los autores la escritura del libro en cuestión, sin llegar a explicar por qué esto ha de añadir valor al libro, ni cómo lo sabe, ni argumento alguno. Inmediatamente después, sin venir a cuento de nada, elogios desmedidos para Pilar Adón, de quien llega a decir que su cuento “contiene el vocabulario más exquisito que se le puede exigir a un relato corto, todo un modelo a seguir”. Razón: ni aquí, ni allí. Ni un triste ejemplo. Nada. A mí no me gustar pensar mal de la gente pero alguno parece que esté buscando editora, novia o qué sé yo qué. En general no se da ni una sola razón que justifique la “excelente decisión” de comprar un libro escrito con los “sinceros esfuerzos” (¿sinceros? ¿En serio?) de tan “magnífica edición”. No da, Pepe, ni una sola pista de las razones de la excelencia, de lo sincero o de lo magnífico de la obra. Ni una. Creía yo en mi supina ignorancia que sería difícil encontrar una reseña más inútil que esta de Pepe hasta que leí otra que él mismo escribió un año después. La capacidad de superación de algunos no tiene límite.
Pues exactamente un año después —ya supongo que por casualidad— escribe Pepe Rodríguez otra reseña que vuelve a llenar de tontadas. Se trata de Bleak House Inn, claro; no podía ser otra. Asegura que son, todos, relatos “agradables, amables, gratificantes, originales y frescos”, a reventar de “oficio y talento”. Y todo esto porque sí, porque ante la falta de argumentación lo mismo podía haber dicho lo contrario y resultar que no. Hay relatos para todos los gustos: uno es una joya (como aquel de Pilar Adón) “maravillosa, sensual, romántica e imaginativa”. Oh. Otro es desternillante y “hace las delicias (?) por su gran sentido del humor”. El último que se cita “representa bien el tono dramático”, así, en abstracto, signifique eso lo que signifique. Hay algo en todo esto que me suena y por eso vuelvo atrás, recupero su reseña de Rusia Imaginada y encuentro una referencia a uno de los cuentos que según Pepe es: “un agradable cuento con un buen sentido del humor combinado con un peso dramático”. Así, “un peso dramático”, como si fuera una bolsa de agua caliente.
El libro, concluye, “es un lugar de encuentro ameno, intrigante, divertido y fecundo”. Han oído bien: fecundo. Y que “no deja indiferente”. Resumiendo, una buena follada de libro.
Me ensaño con Pepe un poco injustamente y otro poco no, al fin y al cabo la reseña que escribe para El placer de la lectura no es muy diferente (quiero decir que no es “peor que”) a muchas otras que se hacen en ese y otros blogs. Si ya los suplementos culturales tienden al buenismo, blogs como los gestionados por Care Santos caen directamente en el amiguismo y el baboseo más repugnante. No digo que haya que insultar a los escritores en las reseñas (sin descartarlo, tampoco) pero podían probar, estos críticos, a adjetivar de una forma algo más comedida, al menos los adjetivos exagerativos. Hay que tener en cuenta que estos dos blogs de los que hablo tienen bastante visibilidad y no es difícil encontrarlos hasta en la sopa cada vez que uno tira de Google para consultar algún libro.
Con su permiso, terminaré dándome la razón con un ejemplo:
Arcardio García escribe para La tormenta en un vaso (un vaso medio lleno, se entiende) una reseña del libro de Care Santos sin entrar en ningún momento en detalles acerca de los favores o conflictos de intereses que supone reseñar al jefe, por llamarlo de alguna manera. Total, ¿para qué?
La cosa empieza con un insulto a la masa pensante: “No me voy a andar con rodeos: si de verdad fuesen ustedes inteligentes dejarían lo que tienen entre manos, por importante que sea […] y saldría a la carrera en busca de un ejemplar de Bleak House Inn, y acto seguido me refugiaría en casa y no vería la luz del día hasta acabar de leerlo”(sic). Así de tanto. Tengo que reconocer que como elogio indirecto a un libro resulta interesante este herir el orgullo del lector.
Es divertido ver defender el libro por ser “un maravilloso acto de justicia literaria” y “un intento feliz de saldar una deuda contraída con el autor de Grandes Esperanzas” porque se ve que en algún momento se ha decidido que Dickens no estaba siendo reconocido ni era ya suficiente recompensa regalarle un año enterito para él o las miles de millones de reediciones de sus libros o cientos de películas que adaptan sus novelas o todos esos señores tan serios que lo citan cada dos putos minutos o todos esos blogs dando la paliza con los detalles de sus lecturas.
El resto de la, digamos, crítica de Arcadio es una arcada queriendo salir y un exceso tras otro y todo por culpa de dar por ciertas demasiadas cosas. Dice que el elenco de “once narradores talentosos” reunidos por Care Santos escribe los relatos “en estado de gracia”. Tal cual: talentosos en estado de gracia. «Obviamente se manejan con estilos distintos pero poniendo de relieve en todo momento un control absoluto de la narración y un dominio del oficio y del lenguaje más que suficiente para salir airosos con éxito de la empresa“. Narraciones que se controlan, oficios que se dominan… se diría que la literatura vivía hasta ahora en estado salvaje. Y yo me pregunto: ¿es tener un lenguaje suficiente para salir airosos de la empresa lo mismo que escribir en estado de gracia?
CONTINUARÁ…
Debo confesar algo: todo esto empezó por una crítica que Care Santos hizo a una novela y que publicó El Cultural no hace mucho. Tirando de un hilo me encontré un caballo, lo monté y me trajo hasta aquí. He querido compartir la experiencia. Como introducción a una reseña de Care Santos puede parecer excesivo, estoy completamente de acuerdo, pero espero que sepan valorar la mala intención con que lo he escrito. La semana que viene, o la siguiente, o cuando sea, hablaremos de Care, claro, de sus críticas y lo misterioso de su permanencia en el mundo editorial a pesar de todo, siento todo ella misma.