En 2012, último año con datos oficiales, interrumpieron su embarazo en España 12 de cada 1.000 mujeres de 15 a 44 años. Una tasa similar al promedio de Europa Occidental pero muy inferior al de otras regiones del mundo, como América Latina (32 abortos por 1000 mujeres), donde el acceso al aborto está restringido legalmente en la mayoría de países. Al contrario de lo que pronosticaban los sectores opuestos a la actual ley de plazos (vigente desde Julio de 2010), no solo no se ha producido un aumento de las tasas de aborto, sino que éstas han experimentado un ligero descenso en 2012.
Las estadísticas publicadas anualmente por el Ministerio de Sanidad muestran que las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE) se dan en todos los grupos sociales. El perfil de las mujeres que interrumpieron su embarazo en 2012 es heterogéneo con respecto a su nivel educativo (39% tenían educación postobligatoria), su situación laboral (50% tenían empleo), su nacionalidad (62% tenían nacionalidad española), su situación conyugal (49% convivían en pareja) y su biografía reproductiva (55% tenían hijo/s). Sin embargo, a la hora de analizar la incidencia relativa de IVE, es conveniente comparar el perfil socio-demográfico de las mujeres que interrumpieron su embarazo con el del conjunto de mujeres en edad reproductiva, para detectar en qué segmentos sociales la incidencia de IVE es superior a lo que cabría esperar por su peso en la población (según el Censo de 2011). Por ejemplo, aunque casi la mitad de las mujeres que interrumpieron su embarazo convivía en pareja, son las mujeres que viven solas las que presentan una mayor probabilidad de interrumpir su embarazo. Como muestra el gráfico, la incidencia relativa de IVE es más elevada entre las mujeres con menor nivel educativo, las mujeres inmigrantes, las que viven solas y aquellas sin hijos. En caso de aprobarse la nueva ley, este perfil probablemente cambiará, ya que tanto las mujeres que viajen al extranjero como las que recurran al aborto farmacológico sin supervisión médica desaparecerán de las estadísticas.
Lo que más llama la atención en el gráfico es que un tercio de las mujeres que interrumpió su embarazo declaró no utilizar anticonceptivos. Como es bien sabido, la única manera efectiva de disminuir el número de abortos es prevenir los embarazos no deseados. Sin embargo, el nuevo proyecto de ley no incluye ninguna estrategia de salud sexual y reproductiva. Ni siquiera se menciona.