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¿Cómo ha evolucionado el votante de Podemos?

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Guillermo Cordero / Pablo González Rojas

Hace unos días el CIS situaba a Podemos como segunda fuerza política, adelantando al PSOE en estimación de voto (hace ya tiempo que lo hizo en intención directa). Un estudio de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, con datos tipo panel (encuesta realizada al mismo conjunto de personas en diferentes momentos en el tiempo) para una muestra on-line por cuotas para 2.562 individuos sitúa a Podemos como primera fuerza política, con una intención de voto del 22% -19% según el CIS- (siempre hablando de intención directa, es decir, sin “cocinar”, en el buen sentido de palabra). Ante el reciente e innegable aumento del número de personas que actualmente optaría por la papeleta de Iglesias en unas elecciones, cabe preguntarse: ¿Quiénes eran y quiénes son estos votantes? ¿Mantienen el perfil de aquellos que le votaron en las europeas? ¿En qué se diferencian del resto de electores?

Nivel de estudios

Uno de los tópicos sobre el votante de Podemos versa sobre su alto nivel de formación. Si bien esta intuición podía ser medianamente válida en mayo de 2014, la realidad ha ido cambiando a medida que la organización ha ganado adeptos. Entonces, el 43% tenía estudios superiores, tasa próxima a la de IU; ahora, con un 35%, la cercanía es mayor al electorado del PSOE, habitualmente el electorado con una formación más baja.

 

Distribución territorial

Una de las cuestiones principales para un partido nuevo es su implantación en el territorio. Respecto a ello, Podemos no presenta una distribución homogénea, al igual que ocurre con el resto de partidos. Sin embargo, sí presenta características diferenciales relevantes, sobre todo porque contradicen en parte a la opinión publica(da). En cuanto a la distribución local, Podemos, aun teniendo presencia en las ciudades, tiene un marcado carácter rural que se ha mantenido estable desde el origen de la formación. La concentración del voto en poblaciones menores a los 50.000 habitantes es muy superior a Izquierda Unida e incluso, ligeramente mayor a la del PSOE. En cuanto a la distribución autonómica, el partido de Iglesias ha crecido de forma apabullante desde las elecciones europeas en prácticamente todas las comunidades, pero con diferencias muy notorias. La subida en Cataluña y País Vasco es espectacular, con una intención de voto declarada cercana al 35%, comunidades donde los partidos con “matriz estatal” tienden a la baja en las encuestas. Les siguen Murcia, Islas Baleares, y Galicia (entre el 25% y el 30%). En las antípodas, sin crecimiento o con crecimiento paulatino, Castilla-La Mancha, Extremadura y Cantabria, con una intención en torno al 10%.

 

Intención directa de voto, por Comunidad Autónoma

Procedencia electoral

Otra de las cuestiones más relevantes es la procedencia del voto, es decir, a qué partido votaban los electores antes de la aparición de Podemos. Como puede verse en el gráfico siguiente, la mayor parte de los apoyos de Podemos proviene en la actualidad de exvotantes socialistas (27%) y antiguos abstencionistas (20%). La representación de ex-votantes de IU (17%) y UPyD (6%) tampoco es baladí, si tenemos en cuenta el número de votantes que optan por estas formaciones. Sin embargo, resulta llamativo observar que en la encuesta pre-electoral de las europeas los exvotantes socialistas suponían sólo el 11% de aquellos que declaraban que votarían al recién creado Podemos, y que el apoyo de los antiguos “votantes en blanco” (18%) fue más decisivo que el de antiguos abstencionistas (13%). En aquellas elecciones el partido de Pablo Iglesias se habría nutrido principalmente de antiguos votantes de pequeños partidos de izquierda (suponen casi el total de la categoría “otros”, con un 21%), de UPyD (5%), y curiosamente también de exvotantes populares, los cuales habrían aportado un 12% de los votos que llevaron a Podemos a obtener 5 escaños en el Parlamento Europeo. Quizá este sea el dato más curioso del estudio, incluso siendo el menor e ir en disminución, lo que parece apuntar a que el mensaje transversal de Iglesias habría calado –parcialmente- por encima de otras visiones sobre este partido.

Valoración de la oposición

El electorado de Podemos hace una valoración de la labor de la oposición (PSOE) muy similar a la de Izquierda Unida. Menos del 2% de estos votantes cree que los socialistas lo están haciendo bien o muy bien. Descartado queda cualquier posible “efecto Sánchez”, ni siquiera entre su propio electorado, que apenas ha mejorado la visión sobre el trabajo que realiza el partido (sólo el 18% de los votantes socialistas valora positivamente la gestión del PSOE en la oposición). A la vista de estos datos, parece difícil creer que, sin un cambio radical, el PSOE pueda recuperar los votos transferidos a Podemos.

Interés en la política

Otro de los tópicos extendidos sobre el potencial votante de Podemos es su alto grado de interés por la política. Sin llegar a ser falso, es muy matizable. El electorado previo a las elecciones europeas no tenía especial interés por la política (sí que puntuaban alto en el interés por la campaña de las elecciones europeas, pero no en este indicador menos específico). Ha sido a en este lapso cuando el interés de estos electores se ha situado por encima de la media (y de los socialistas). No obstante, el votante de IU -en clara convergencia- sigue poseyendo un interés mayor en dichos asuntos.

Expectativa económica

Es sabido que el votante se basa para tomar su decisión electoral tanto en la evaluación que hace de la gestión pasada de la economía, como en sus perspectivas de futuro. ¿Es el votante de Podemos más o menos optimista sobre el futuro económico? En mayo del pasado año, un escaso 21% de los votantes de Podemos tenían una expectativa positiva de la economía. A pesar de que los datos macroeconómicos empiezan a dar alegrías (al menos, al Gobierno) hoy los votantes de Podemos son más pesimistas, habiéndose contraído esa cifra hasta un exiguo 12%. La visión de la economía de los votantes de Iglesias es la más negativa de entre todos los electores. Resulta curioso ver la tendencia de la valoración del futuro económico, que se ha vuelto más optimista entre IU y más pesimista entre Podemos. Quizá este sea una de las claves que nos ayude a discriminar a  aquellos que piensan que no es necesario un cambio radical, ya que lo peor ha pasado (votantes que permanecen fieles a IU) de aquellos que piensan que más de lo mismo no es suficiente, y optan por votar a Podemos.

Probabilidad de votar a Podemos

Después de las elecciones europeas se publicaron bastantes artículos acerca de la posibilidad de que el voto a Podemos fuera un voto de castigo al PSOE, en cierta medida “recuperable”. Sin embargo, el tiempo ha terminado por desmentir este extremo. El 22% de españoles que a día de hoy tiene intención de votar a Podemos lo tienen bastante claro. Como media, dicen tener un 86% de probabilidades de hacerlo. No es nada extraordinario que alguien que tiene la intención de votar a un partido muestre una probabilidad alta de hacerlo. Lo realmente llamativo es que entre los potenciales votantes de IU, la probabilidad (expresada) de que terminen votando a Podemos es de un 50%. Un 28% entre los votantes del PSOE.  

El gráfico hace referencia a la probabilidad de votar a Podemos en tres momentos en el tiempo, por grupos de votantes. En “Pre Elecciones Europeas” estos “grupos de votantes” se basan en la intención de voto en las europeas. En  “Post Elecciones Europeas” hacen referencia al recuerdo de voto en dichas elecciones. En “Enero 2015”, a la intención de voto si mañana se celebrasen Elecciones Generales.

Aserto

El perfil de votante de Podemos no es tan urbano ni con una formación tan alta. Al mismo tiempo es muy crítico con la labor de oposición del PSOE -al que Pedro Sánchez no ha logrado convencer- y es pesimista en relación a las perspectivas económicas. Podemos ha conseguido crear un espacio electoral propio, con un discurso diferenciado y una fuerte adhesión, y sus potenciales votantes parecen estar cada vez más convencidos de que terminarán optando por el partido de Pablo Iglesias.

Como hemos visto, el partido ha crecido, en general, a base de desencantados votantes socialistas y de IU, y de atraer abstencionistas. Este crecimiento es especialmente llamativo en  Cataluña y País Vasco, donde la irrupción de Podemos en sus parlamentos podría trastocar la geometría de las asambleas de forma considerable. Aun así, nos basamos en intenciones directas de voto en un momento de altísima volatilidad y aún más altos niveles de indecisión electoral. Además, viendo el estado de la opinión pública y ateniéndonos a criterios de “deseabilidad social”, no sería extraño que el voto oculto -al PP y al PSOE- haya crecido de forma considerable.

Queda mucho tiempo para las Elecciones Generales, y sobre todo quedan muchas elecciones antes de la decisiva de finales de año. Antes, veremos cómo es la implantación territorial de Podemos en Andalucía (marzo), los municipios y las comunidades del régimen general (mayo), y Cataluña (septiembre) y si su mayor o menor fortuna afecta al mapa que, a día de hoy, presentan los datos.  

Fuente: Encuesta CIUPANEL, con una muestra nacional por cuotas de 2.562 individuos. Las encuestas online fueron realizadas por Netquest entre el 20 de diciembre de 2014 y el 5 de enero de 2015.

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