Ya ha pasado la jornada del 12 de octubre y la movilización convocada en la ciudad de Barcelona por la plataforma La España en Marcha, que une a cinco colectivos. El protagonismo adquirido por este rótulo de ultraderecha desde el pasado 11 de septiembre (cuando tuvo lugar el sonado asalto al centro Blanquerna de Madrid) no parece que haya de traducirse de modo mecánico en un ascenso electoral de su ámbito ideológico. Sostenemos esta tesis a partir de las consideraciones siguientes.
En primer lugar, la evolución histórica de este sector político ha hecho que hoy presente una fragmentación de su oferta en términos territoriales, lo que supone la existencia de distintos discursos. Asimismo, no tiene un partido hegemónico de ámbito estatal, ni parece que exista un liderazgo claro.
En segundo lugar, si un sector significativo de la extrema derecha opta por enarbolar la bandera de la amenaza que supone el secesionismo catalán para la unidad de España, ésta ya la defienden con éxito garantizado en las urnas distintas formaciones, por lo que parece difícil que pueda hacerse un nicho electoral.
En tercer lugar, también el voto de protesta contra el establishment político (la llamada “casta política” de forma despectiva) lo canalizan ya formaciones de distinto signo en las urnas, por lo que parece difícil que la ultraderecha pueda conseguir captar un sector significativo de estos votantes.
En cuarto lugar, debe destacarse que un análisis del último sondeo del CIS ofrecía escasas perspectivas de apoyo en las urnas para este tipo de discurso ultranacionalista y extremista, al contabilizar un 2.8% de posible audiencia máxima, a la par que una parte de este reducido electorado potencial ya votaría al PP.
En quinto lugar, la fragmentación territorial de opciones de este signo antes aludida (visible en la irrupción de la Plataforma per Catalunya [PxC] en Cataluña y España 2000 [Esp2000] nucleada en Valencia) y la ausencia de una oferta clara de este espectro en Madrid -convertido en un “agujero negro”- dificultan la cristalización de una única oferta estatal de ultraderecha.
Así las cosas, la visibilidad mediática actual de algunas de sus siglas no tiene por qué convertirse en un ascenso de las mismas en las urnas en unas elecciones generales o europeas. En cambio, lo más probable es que en el próximo ciclo electoral las citadas formaciones (PxC y Esp2000) mantengan su presencia institucional en los consistorios en los comicios locales, aunque quizá con altibajos (al poder ésta crecer o disminuir según los lugares) y tal vez se les añadan siglas nuevas. Recordemos que la PxC posee 67 ediles (dos de ellos en L'Hospitalet, segunda urbe catalana) y Esp2000 4 en la Comunidad Valenciana y uno en Alcalá de Henares (204.120 habitantes). En este sentido, debe advertirse que su crecimiento se produce desde el nivel local, como muestra nuestro nuevo estudio El pueblo contra el parlamento. El nuevo populismo en España, 1989-2013.
No obstante, estos pronósticos pueden cambiar a corto y medio plazo, dado que la situación política es muy fluida y pueden producirse alteraciones políticas, sociales y económicas tan profundas como imposibles de dilucidar en estos momentos.