- Los datos que presentan Kiko Llaneras y Edgar Rovira muestran que la prensa escrita no pierde relevancia, al menos si se la entiende como un conjunto, pero sí es evidente que enfrenta un nuevo escenario
La crisis ha aumentado el interés de los ciudadanos por la política. Si en 2006 eran un 43% los españoles que decían hablar o discutir sobre política al menos una vez por semana, hoy ese porcentaje se dispara hasta el 59% (fuente: CIS). Es más, se ha duplicado el porcentaje de ciudadanos entre 18 y 54 años que afirman hablar sobre política todos los días.
Este aumento del interés por la cosa política, natural y comprensible en tiempos convulsos, coincide, sin embargo, con una crisis de la prensa escrita y un estancamiento del resto de los medios tradicionales. Esta paradoja se explica por la irrupción de internet. La red está transformando las preferencias de los ciudadanos a la hora de informarse.
Eso es al menos lo que reflejan las encuestas. El porcentaje de ciudadanos que para informarse sobre política acuden con frecuencia semanal a medios tradicionales o bien se estanca (caso de la televisión) o bien disminuye (caso de la radio y la prensa en papel). Mientras tanto, el número de personas que utiliza internet con ese mismo propósito se ha duplicado desde 2006.
Esta tendencia es general, pero más intensa entre los más jóvenes.
Los jóvenes, pese a su interés creciente por la política, a la hora de buscar información y noticias acuden menos a la televisión, apenas varían su relación con la radio y leen cada vez menos prensa en papel. Sin embargo, han doblado su uso de internet como fuente de información política.
Es evidente que en los gráficos se mezclan dos dinámicas simultáneas, el mayor interés por la política y el advenimiento de internet, pero ambas apoyan la misma narrativa: internet avanza y el resto de los medios retroceden.
Estos datos preocuparán a quienes venden periódicos, que observarán nerviosos cómo pierden audiencia en un tiempo de crisis que debería serles propicio. Sin embargo, es preciso matizar este diagnóstico. En realidad, es más que posible que el conjunto de la prensa escrita (y subrayamos eso, “el conjunto”) sí esté manteniendo su influencia, ya que es únicamente su versión en papel la que pierde relevancia y atención.
Los datos del CIS vuelven a apuntar en esa dirección. Cuando se pregunta a los españoles qué medios prefieren para informarse, el 56% elige la televisión y un 13,7%, la radio. Sólo un 9% cita el periódico en papel, pero a ese porcentaje hay que sumar otro 11,9% que prefiere los periódicos digitales. En otras palabras: hoy son más los españoles que prefieren periódicos digitales (12%) que los que prefieren sus versiones en papel (9%). Es probable que la gratuidad de los segundos tenga que ver con esta preferencia, pero ese es un asunto para otro día.
Internet cambia las preferencias de los ciudadanos a la hora de informarse. No sólo eso. Si atendemos a los datos por edad y proyectamos desde ahí, vamos a encontrar indicios que sugieren que esos cambios están todavía arrancando.
Si observan la tabla anterior, verán cómo los más jóvenes se alejan de la televisión, la radio y la prensa en papel en favor de los blogs, las redes sociales y, sobre todo, la prensa digital. Los consumidores del futuro tienden a mostrar una preferencia creciente por este ecosistema de medios digitales (que combinados representan las preferencias del 16% de la población general, del 25% de aquellos entre 25 y 34 años, y hasta del 32% de los jóvenes entre 18 y 24 años).
De la encuesta sobresale otro dato esperanzador para la prensa escrita: si sumamos papel y digital, los jóvenes muestran una mayor preferencia por la prensa que la población general. Además, también son más proclives a otros medios escritos, como son las redes sociales y los blogs, que en internet conforman ya un entramado complejo con los periódicos digitales.
En resumen, lo que observamos es que internet ha transformado el consumo de información política. La televisión mantiene una base amplia, pero la radio y la prensa en papel retroceden con fuerza; a cambio, internet emerge. Las consecuencias son especialmente intensas en el caso de la prensa escrita, por el ocaso del papel y por las oportunidades que le ofrece lo digital.
Los datos sugieren que la prensa escrita no pierde su relevancia, al menos si se la entiende como un conjunto, pero sí es evidente que enfrenta un nuevo escenario. Un escenario, la red, donde de momento conviven más fuentes. No sabemos todavía cuál será el equilibrio a medio plazo pero, dado que internet reduce las barreras de entrada, lo previsible es que el resultado sea un mercado de información más fragmentado y más dinámico. Esta fragmentación se debe a que surgen nuevas cabeceras para competir con los periódicos tradicionales, pero también a que emergen otros medios más pequeños, especializados, o de nicho, que antes eran simplemente imposibles.
Por eso, aunque internet no acaba con la prensa escrita, sí es posible argumentar que las grandes cabeceras del papel podrían perder influencia. Por un lado, porque enfrentan esa nueva competencia que internet hace posible, pero también por efecto de las redes sociales, capaces de dispersar nuestra atención entre fuentes diversas. Si lo habitual fue siempre comprar nuestro periódico de cabecera, hoy además leemos el de nuestros amigos por encima del hombro.