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Una nueva concepción del progresismo

Cuando cualquier grupo de interés con intencionalidad representativa identifica que su propuesta no se articula de manera suficientemente convincente, la respuesta no debería ser apostar reactivamente por un cambio formal en busca de un rédito electoral inmediato. Renovarse no (sólo) debería significar reformular los términos de la oferta política para que sea más nueva, más interesante o más emocionante y en cambio, seguir con un comportamiento autoreferencial y poco sensible a las exigencias del cambio social; principalmente por tres motivos: (1) normalmente no es tan efectivo en clave resultadista como se espera que sea y por tanto automáticamente genera frustración en todos los niveles, (2) los elementos que impedían ser una oferta política mayoritaria persisten a pesar del cambio de apariencia y (3) el cortoplacismo emplaza necesariamente la oferta política a remolque de la dominante (y del marco que la sustenta) inhabilitándola para definir sus propias prioridades, su agenda.

La aportación de Mark Elchardus y Monika Sie Dhian Ho en el ciclo “Next Left: Framing a new narrative” empieza con una reflexión similar, detectando que el problema no es la comunicación, el problema está antes, en el paso previo. Su intervención se trenza intentando huir del corto plazo, denunciando el olvido de los partidos y organizaciones socialdemócratas a las investigaciones y los datos y su poca predisposición a tejer alianzas con agentes sociales u otras organizaciones con un diagnóstico y agenda similares. La aportación de Elchardus y Sie se enmarca dentro del debate sobre el rol de la ideologia en “los tiempos del story telling”.

Ser progresista hoy difícilmente tiene algo que ver con ‘el progreso’, sino más bien con la precaución frente a la ciencia y la técnica. Precaución en el sentido de tomar conciencia de sus efectos sociales, y también de sus potencialidades, y que pueda motivar la voluntad de diseñar una propuesta enfocada a expandir el grado de emancipación, de autonomía, de los ciudadanos. Es una cuestión de agencia, esto es, de si la ciudadanía se autodefine o si, por el contrario, está sujeta de un modo arbitrario a las dinámicas e influencias propias del sistema. Porque, en última instancia, la cuestión no es que los poderes económicos interfieran en el proceso de toma de decisiones, la cuestión es que tienen el poder para hacerlo.

El diagnóstico que hacen Elchardus y Sie intenta desmentir la pretendida visión imperante de una sociedad individualizada y fragmentada, en la que cualquier apelación a la comunidad parece imposible, y las estructuras sociales son suficientemente abiertas como para que el individuo, fruto de su empeño, escale o descienda según su éxito. Según las tesis de los autores, parece plausible explicar los principales procesos políticos recientes por (1) una revitalización de sentimientos comunitarios y nacionalistas, (2) por el fortalecimiento de cleavages sociales y la aparición de nuevos, (3) por la rigidez de las estructuras sociales (cerrando antes que abriendo espacios a la movilidad social), (4) por el alarmante crecimiento de las desigualdades, especialmente en base a niveles educativos y entre colectivos inmigrantes y ciudadanos ya establecidos, (5) y por la homogeneización de la sociedad, en la que es posible incluso predecir actitudes e intereses en base al origen social.

Esta descripción del escenario despierta distintas implicaciones para los autores. La primera es que existe la necesidad de una política de la emancipación (“a politics of life chances”). Para que sea efectiva, debe enfocarse no únicamente en que se gane más control político sino también en que aumente la conciencia política del hecho de ser ciudadano. Por tanto, y como consecuencia de la primera, la segunda implicación es aumentar el nivel educativo, especialmente en la etapa de los 0 a los 3 años, crucial según las investigaciones para posibilitar la movilidad social. Otra implicación sería en términos de libertad formal, en proveer control sobre las condiciones e influencias que afectan a la ciudadanía. En este sentido, cabe destacar la intervención de Leopold Specht (en el ciclo Next Left) sobre la deseabilidad y posibilidad de una Renta Básica a nivel europeo. Finalmente, se hace imprescindible dotar de más competencias políticas a instituciones supranacionales capaces de politizar dinámicas globales o regionales; y así, tender a lo que en su momento dijo el primer presidente de la Comisión de la Comunidad Económica Europea Walter Hallstein: “la abolición de la nación es el ideal europeo”.

A modo de conclusión, Sie y Elchardus destacan que es importante para la reinvención de lo político la creación de un mejor vínculo entre aquello que la ciudadanía da valor en su vida cotidiana y la visión social y los ideales políticos que promulgan los partidos socialdemócratas. Discusiones públicas, propiciando que los valores comunes se hagan explícitos y oídos por los actores políticos, deben ser incansablemente llevadas a cabo. El pulso social no debe estar desconectado del pulso político, esa es la misión.

El corto plazo, impuesto por las dinámicas electorales que han acabado concluyendo en un estado de campaña permanente, convierte en provisional cualquier proyecto político integral y solidifica el ir poniendo parches; y esto va en detrimento incluso de la propia política institucional. El cortoplacismo impuesto por el mercado electoral no sólo va en contra de la política institucional y conlleva efectos antidemocráticos a largo plazo, sino que, además, presenta efectos económicos negativos al favorecer políticas procíclicas como las desarrolladas en España durante el tiempo de la burbuja económica. Es crítico atajar este problema lo antes posible y, por ello, momentos de ruptura como lo fue el 15M -o, en estos momentos, las protestas en Turquía- son particularmente significativos por tener dos efectos de gran impacto a largo plazo: por un lado, concienciaron y están concenciando políticamente a los ciudadanos; y por otro lado, están influyendo y obligando a la política institucional a virar y a replantearse su papel como la hasta ahora ‘única’ altavoz de los intereses sociales.

Este post es un resumen de la intervención de Mark Elchardus y Monika Sie Dhian en Next Left: Framing a New Narrative, un seminario sobre el futuro de la izquierda organizado por la Fundació Rafael Campalans. Next Left: Framing a New Narrative Fundació Rafael Campalans

Más:

Iniciativa ciudadana a nivel europeo sobre la Renta Básica http://basicincome2013.eu/

Breve presentación a cargo de Javier Taillefer sobre el escenario actual de los Partidos Políticos: Crisis, Political Parties and Liquid Modernity