Los participantes del XX Congreso de Transporte Urbano y Metropolitano celebrado en el Palacio Europa han debatido la conveniencia de modificar la red de transportes de nuestras urbes ya que consideran que el derecho de paso del vehículo en las ciudades está por encima de otros, “incluso hay cuerpos policiales para garantizarlo”. Aseguran que los ciudadanos hemos ocupado con nuestros vehículos “el 65% del espacio de las capitales para aparcar o para circular y eso conlleva que no podamos utilizar lugares públicos para usos y funciones distintas”, manifestaba Salvador Rueda, el director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona.
El experto ha intervenido en el encuentro para desgranar las claves que fomenten entre los ciudadanos el transporte colectivo en época de crisis. Comenzaba su ponencia trasladando a los presentes una preocupación, las consecuencias que el agotamiento de los combustibles fósiles van a suponer, sobre todo, para los ciudadanos que viven en la periferia de las ciudades. “Imaginemos que le precio del barril del petróleo se pone a trecientos dólares y los precios de la gasolina, por consiguiente, se van a multiplicar. Si la situación actual es gravosa para el uso del vehículo privado, que es el único modo de transporte factible en muchas realidades urbanas sobre todo en el suburbio, qué será de esas personas entonces, cuando llegue ese escenario de incremento de precios para muchos inasumibles. Esto está al caer, ¿qué pasará luego, cómo se van a trasladar esas personas que dependen del coche y no disponen de alternativas para moverse?”, se pregunta Rueda. El ponente considera imprescindible abordar modificaciones en los escenarios de movilidad de las ciudades para ofrecerles una solución a los vecinos de los extrarradios porque “el transporte es clave para mantener organizadas nuestras ciudades”.
Los modelos actuales de movilidad, según el experto de la agencia catalana, son los que mayores disfunciones generan en nuestras ciudades puesto que son los que más energía consumen entre el conjunto de los sectores de los sistemas urbanos. Las emisiones contaminantes también suponen un impacto terrible en la salud. “En el caso del área metropolitana de Barcelona hablamos de alrededor de 3.500 personas muertas prematuramente fruto de esa contaminación; el ruido; horas laborales pérdidas por congestión o la intrusión visual son otros de los graves inconvenientes que generan los vehículos”.
Los expertos han debatido también la necesidad de replantearse el espacio público para garantizar la funcionalidad y la organización del sistema. “Necesitamos reducir los vehículos en circulación pero sin que eso suponga un colapso para la cuidad”. El experto ha explicado como la organización en “supermanzanas”, un nuevo modelo urbano implementando a modo de experiencia piloto en Barcelona, permite dotar de nuevos usos y funciones a la mayor parte del espacio. “Ha supuesto un cambio radical en la ciudad. Conseguimos que en el interior de esas células se desarrollen usos hasta ahora prácticamente imposibles de realizar, juegos, intercambio económico, intercambio cultural, posibilidad de hacer deporte. Todo eso que es factible, antes era imposible”, asegura Salvador Rueda.
El modelo instaurado en la capital catalana supone que se generen periferias territoriales de 400 o 500 metros de largo que por donde transcurren la motorización y el transporte público, permite introducir cambios en la velocidad comercial y dejar unas islas en su interior para permitir que sucedan todo menos la circulación del vehículo de paso. “También facilita la posibilidad de conectarse con cualquier parking de la ciudad lo más rápidamente posible y a la vez permite al viandante trasladarse a pie en diez minutos desde este aparcamiento a cualquier punto de esos espacios”, añadía Rueda. “Esto ha posibilitado la liberación de prácticamente del 60% del espacio que hoy ocupa el coche sin detrimento de la funcionalidad ni del servicio del tráfico”.
El segundo elemento a modificar según los congresistas son las actuales redes para lograr que los grados de servicio y eficiencia sean significativamente mayores. El cambio en el diseño de las líneas conlleva la incorporación de más transbordos. “Tenemos que dar con la fórmula para que los trasbordos no sientan como algo que penalice el viaje, que psicológicamente estos intercambios no se perciban como un gravamen. Eso se logra con unas frecuencias de entre cuatro o cinco minutos, ese es el ideal”.
Los responsables de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona trabajaron conjuntamente con Tuvisa para implementar los cambios que Vitoria asumió en su red de autobuses urbanos. “Los técnicos de Vitoria fueron muy valientes. Es la tercera ciudad del mundo que fue capaz de cambiar de un día para otro todas sus líneas. Se fueron a dormir el 29 de octubre con una red y se levantaron el 30 con otra distinta. De 18 líneas a nueve, pero la conectividad mejoró. Los resultados fueron espectaculares”, manifestaba Rueda. “Todo eso se ha podido hacer gracias a la participación ciudadana, el consenso político y unas acertadas soluciones técnicas. De otro modo habría sido imposible cambiar la red. En el caso de Santiago de Chile el intento le supuso el cargo al Ministro de Transportes de Chile y dejó bien tocada la presidenta Michelle Bachelet”.
Para acabar su intervención Salvador Rueda trasladaba a los congresistas la necesidad de acomodar los precios a la capacidad adquisitiva de las familias. “Sería justo y razonable plantear que los precios que se acomodarán a la capacidad económica de las familias, tal y como se hizo, por ejemplo, con el canon del agua en Barcelona que se fija en función de las rentas familiares”, proponía.