Los trabajadores de intervención social de Álava se enfrentan cada día a diferentes riesgos, entre los que están la violencia verbal o física, o el estrés, y las administraciones que los contratan no cuentan con los protocolos de actuación necesarios para defenderlos. Tanto el ayuntamiento de Vitoria como la diputación de Álava se limitan, según los portavoces de los trabajadores, a hacer una mención genérica en los contratos de servicios y el pliego de condiciones, incumpliendo así el artículo 121 de la Ley de Salud Laboral.
Estos trabajadores cumplen una labor social pública gestionada por empresas privadas subcontratadas. Buscan ayudar y mejorar la calidad de vida de aquellos menos afortunados que se encuentren en riesgo de exclusión, que sufren drogodependencia o que carecen de medios para vivir. Entre los colectivos que se benefician de su labor están los discapacitados, los inmigrantes, los sin techo, la gente con menos recursos…
Los recortes también generan controversia. Las plantillas se reducen, entorpeciendo la labor con colectivos que por sus necesidades demandan una atención muy personalizada. Esta falta de personal y de su preparación aumenta las situaciones de tensión que sufren. Sin contar con el equipamiento, insuficiente en muchas ocasiones.
“Esa política errónea de contención del gasto produce problemáticas que son el caldo de cultivo para la existencia de riesgos para el personal que trabaja en estos servicios” comentan. Exigen que se adecúen los medios a las necesidades reales, sin escudarse en la crisis como excusa para recortar sino para reforzar los recursos existentes.
A raíz de la agresión que una educadora social sufrió el mes pasado en Deusto, reclaman a la Inspección de Trabajo y al Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborables que actúen ante cualquier agresión, amenaza o conflicto que los trabajadores puedan denunciar. “Porque se dan hechos como este todos los días” añaden, “aunque no todos tengan la repercusión del de Deusto”.
Andoni Basterra, uno de los representantes sindicales, afirma que a pesar de todo “estamos encantados y volcados con nuestro trabajo, porque tenemos convicciones sociales”.