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Las desapariciones que no cesan

Andrés Zamora

Equipo de países Amnistía Internacional España —
  • “No tenemos ni idea de dónde está, sólo Dios sabe si está vivo. Nuestro padre murió con el corazón destrozado hace un mes. Murió sin saber dónde está su hijo. Solo queremos conocer la suerte de nuestro hermano. ¿No están los tribunales para juzgarlo? Al menos llévenlos a juicio, dejen que los visitemos. ¿Por qué hacerlos desaparecer así?” Así se lamentaba la hermana de un hombre de 44 años que fue detenido en Adén, al sur de Yemen a finales de 2016. En el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas recordamos por qué esta violación de derechos humanos supone tanto dolor para sus familiares

En este mismo instante, en muchas regiones del mundo familiares de personas desaparecidas buscan desesperadamente a sus parientes, ignorando si siguen o no con vida. Decenas de miles de familias han sido destrozadas y tienen el derecho de saber lo que les ha pasado a sus seres queridos.

“Si simplemente nos confirmaran que mi hermano está vivo, si nos dejaran verlo, eso es todo lo que queremos”. Pero no podemos conseguir que nadie nos confirme nada. Mi madre se muere de pena todos los días. Nadie puede imaginarse lo que es esto“, dijo la hermana de otra víctima detenida violentamente en septiembre de 2016, que sigue desaparecida desde entonces y que se teme que haya muerto bajo custodia.

Estas informaciones recientes se refieren a Yemen, donde un año después de que organizaciones de defensa de los derechos humanos denunciaran la existencia de una red de prisiones secretas utilizadas por las fuerzas de seguridad yemenitas subordinadas a los Emiratos Árabes, muchas de las víctimas siguen sin aparecer.

Yemen es un país sumido en la guerra. Sin embargo, ya hace 30 años desde el final de la guerra Irán-Iraq. No por ello los familiares de los desaparecidos en Irán pueden descansar tranquilos. Un informe publicado recientemente por Amnistía Internacional muestra los intentos de las autoridades para ocultar las pruebas de las consecuencias de la represión de 1988, al terminar la guerra. Se calcula que fueron detenidas entre 4.000 y 5.000 personas, muchas de ellas supuestamente ejecutadas y enterradas clandestinamente de forma individual o en fosas comunes. Un testigo presencial entrevistado por la ONG Justice for Iran contó que a principios de agosto de 1988 él mismo vio por la noche tirar cadáveres a fosas recién cavadas.

En muchos casos se negó a los familiares información sobre lo que había ocurrido y no se les permitió despedirse de sus seres queridos. Tres decenios después, se están construyendo infraestructuras para enterrar el recuerdo y la posibilidad de acceder a la verdad, removiendo la tierra, construyendo edificios públicos, carreteras o incluso cementerios sobre las fosas clandestinas. Hay más de 120 localizaciones de restos de estas personas desaparecidas en 1988.

Las desapariciones no son exclusivas de los conflictos bélicos. En México, por ejemplo, estas violaciones de los derechos humanos siguen siendo práctica habitual. El Registro Nacional de Datos de personas desaparecidas señala que sigue sin conocerse el paradero de 36.265 personas.

Amnistía Internacional ha denunciado que entre febrero y mayo de 2018 al menos otras 33 personas han desaparecido en el estado de Tamaulipas, al norte de México. En muchos de los casos, los testigos describen haber visto a miembros de la Marina llevarse en sus vehículos a las personas desaparecidas. Las propias familias, con gran riesgo personal, han tenido que llevar a cabo la mayoría de las búsquedas de sus familiares, ya encontraron 13 cadáveres.

Las desapariciones forzadas se utilizan como método de represión política y como estrategia para infundir el terror entre la población. Constituyen un delito y pueden suponer crímenes de lesa humanidad. Las cometen agentes del Estado o personas que actúan en su nombre, amparadas por la impunidad. Es muy frecuente que los desaparecidos no sean liberados y que cuando recuperan la libertad, en su mayoría hayan sido torturados. Parecen ir dirigidas específicamente contra defensores y defensoras de derechos humanos.

Desde hace más de 40 años, a lo largo y ancho del mundo, Amnistía Internacional investiga estas violaciones de los derechos humanos. Hoy, 30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, toca recordar a tantas y tantas personas desaparecidas sin rastro, a tantas personas que penan la pérdida incierta de sus seres queridos. Toca hacerlo denunciando estas prácticas y exigiendo a los gobiernos que cumplan con las obligaciones contraídas en virtud del derecho internacional. Que investiguen y procesen a los responsables en un juicio justo para que quienes han sobrevivido a la desaparición forzada y quienes han perdido a los suyos reciban una reparación que incluya indemnización, rehabilitación, restitución y garantías de no repetición.

  • “No tenemos ni idea de dónde está, sólo Dios sabe si está vivo. Nuestro padre murió con el corazón destrozado hace un mes. Murió sin saber dónde está su hijo. Solo queremos conocer la suerte de nuestro hermano. ¿No están los tribunales para juzgarlo? Al menos llévenlos a juicio, dejen que los visitemos. ¿Por qué hacerlos desaparecer así?” Así se lamentaba la hermana de un hombre de 44 años que fue detenido en Adén, al sur de Yemen a finales de 2016. En el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas recordamos por qué esta violación de derechos humanos supone tanto dolor para sus familiares

En este mismo instante, en muchas regiones del mundo familiares de personas desaparecidas buscan desesperadamente a sus parientes, ignorando si siguen o no con vida. Decenas de miles de familias han sido destrozadas y tienen el derecho de saber lo que les ha pasado a sus seres queridos.