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“La gente no iba al hospital por miedo a ser detenida después por haber participado en las manifestaciones”

Ana Gómez Pérez-Nievas

Periodista de Amnistía Internacional España —

La primera vez que sintió en su propia piel que con el gas lacrimógeno no se juega fue el 11 de junio. Al principio, dice, no se nota mucho en el cuerpo. El humo blanco lo invade todo. Unos segundos más tarde, sin embargo, te empiezan a llorar los ojos, te escuece la piel y el estómago comienza a doler, por lo que la única solución es salir corriendo.

Aunque recientemente se han producido algunos enfrentamientos tras conocerse el veredicto que condena a cadena perpetua a varios integrantes de la red golpista Ergenekon, el número de manifestaciones ha disminuido en el país. Sin embargo, el investigador de AI lo deja claro de manera tajante: “La crisis de derechos humanos continúa”.

Pregunta.- En el Día de la Prensa en Turquía, la Unión de Periodistas de Turquía informó de que 22 de ellos han sido despedidos por su cobertura de las protestas en Estambul y 37 se han visto obligados a renunciar, ¿ha tenido dificultades para informar de lo qué estaba pasado o para llevar a cabo las grabaciones, fotografías o tuits?

Respuesta.- Desde el inicio de las protestas de Gezi a finales de mayo, las autoridades han negado los derechos de la gente a protestar pacíficamente, a través de la violencia policial, y cada vez más, a través de detenciones y procesamientos. Las autoridades también han atacado a las personas que apoyaban las protestas o que han defendido el derecho a protestar. En este grupo se incluyen médicos que tratan a los manifestantes heridos en los centros médicos improvisados, abogados y periodistas. He hablado con los periodistas que han sido golpeados y detenidos en el curso de su trabajo. El gobierno ha atacado a los medios internacionales y nacionales, y los jefes de los medios de comunicación han presionado a los periodistas a no informar sobre las protestas. No es nuevo para los periodistas tener que dimitir, ni para los editores negarse a publicar artículos por razones políticas, pero esto ha ocurrido a gran escala desde el comienzo de las protestas en Gezi.

Hay una continua amenaza contra aquellos que defienden los derechos de los manifestantes.Cada día hay informes de nuevas investigaciones sobre los manifestantes.

P.- ¿Sigue AI Turquía monitorizando su situación en que se encuentran los heridos?

R.- La Asociación Médica de Turquía, basándose en las cifras de los médicos que trabajan en hospitales y en los centros médicos improvisados, informó de que hubo más de 8.000 heridos en las protestas en todo el país. Algunos médicos me dijeron que muchas personas no buscaban atención médica en los hospitales por temor a que sus nombres fueran registrados y que esto pudiera dar lugar a su detención o enjuiciamiento. Desde entonces, las autoridades han solicitado a los hospitales, los nombres de las personas que buscaron tratamiento durante las manifestaciones. Algunos abogados han dicho a Amnistía Internacional que un número importante de las personas detenidas en sus casas tras de las protestas en Ankara eran personas que habían acudido a los hospitales.

P.- Las protestas de Gezi han sido comparadas con los movimientos de protesta en todo el mundo: el 15M, Brasil, Occupy Wall Street y la Primavera Árabe, entre otros, ¿existen similitudes?

R.- Las protestas en Turquía han sido, no tanto un intento de derrocar al gobierno, como una exigencia para que el gobierno existente respetetara sus derechos, intereses y opiniones. Creo que las similitudes con la Primavera Árabe se han exagerado.

Otro elemento importante es que muchas de las personas que participan son jóvenes, alrededor de los 20 años, que no han sido políticamente activos ni comprometidos con ninguna organización o partido político antes. Personas con diferentes opiniones políticas protestaron juntas. También es la primera vez que vez que un número tan grande de personas protesta contra los abusos de derechos tales como la negación del derecho a participar en manifestaciones pacíficas, la violencia policial y la impunidad de las autoridades. Se ha hablado mucho también sobre abusos de derechos contra personas de diferentes identidades como personas LGBTI o los kurdos en Turquía.

Creo que estos hechos son más importantes para la situación de la sociedad civil que tener una organización política que hable en nombre de los manifestantes.

P.- El uso excesivo de la fuerza es una de las constantes en Turquía, no sólo durante estas protestas. Tras ellas, la impunidad sigue siendo rampante, ¿crees que veremos procesados a algunos cargos policiales?

R.- La violencia policial en las manifestaciones ha sido un problema desde hace mucho tiempo en Turquía, aunque no se había visto de una forma tan generalizada y sostenida en varias ciudades en la historia reciente como la que ha tenido lugar con las protestas de Gezi. No hemos visto antes tantas lesiones causadas por gases lacrimógenos o disparos a los manifestantes.

Los responsables de anteriores situaciones de violencia policial rara vez han sido objeto de investigación, enjuiciamiento o que hayan comparecido ante la justicia. Las declaraciones públicas de los ministros y el Primer Ministro en apoyo a las acciones tan claramente abusivas de la policía no alientan el optimismo de que los abusos observados durante las protestas vayan a ser llevados ante la justicia. Sólo tenemos constancia de que un oficial de las fuerzas de seguridad haya sido llamado a declarar en el marco de una investigación. Algunos abogados me contaron que los casos fueron desestimados sin que el fiscal pudiera tomar declaración a la víctima.

Según los informes, al menos tres personas habrían perdido la vida en el contexto de las manifestaciones: una como resultado del uso excesivo de la fuerza y dos, entre ellos un oficial de policía, en sendos accidentes. Y aunque parece que los ánimos están más calmados, casi tres meses después del inicio de las protestas, todavía existe una alta presencia policial en las zonas donde las manifestaciones se llevaron a cabo. Una tensa situación que es probable que continúe hasta las elecciones del año que viene.

La primera vez que sintió en su propia piel que con el gas lacrimógeno no se juega fue el 11 de junio. Al principio, dice, no se nota mucho en el cuerpo. El humo blanco lo invade todo. Unos segundos más tarde, sin embargo, te empiezan a llorar los ojos, te escuece la piel y el estómago comienza a doler, por lo que la única solución es salir corriendo.

Aunque recientemente se han producido algunos enfrentamientos tras conocerse el veredicto que condena a cadena perpetua a varios integrantes de la red golpista Ergenekon, el número de manifestaciones ha disminuido en el país. Sin embargo, el investigador de AI lo deja claro de manera tajante: “La crisis de derechos humanos continúa”.