“Cuando llegó este reto a nivel mundial, ya vimos que la amenaza se nos venía encima y decidimos restringir las visitas. Esto fue complicado, porque todavía no había una conciencia del riesgo y costó mucho que tanto los residentes como las familias lo asumieran. El primer caso que se nos presentó marcó un antes y un después. De ahí fuimos en cascada. Yo intentaba tener el control, pero no era posible, el virus iba tomando ventaja. Solicité apoyo a la Junta de Andalucía; me decían 'ya irá alguien'. Y así pasaban los días. Llegó Semana Santa y yo trabajaba 12 y hasta 14 horas diarias. Pero no conseguía controlar, el virus nos controlaba”. Es el testimonio de la responsable de una de las las 17 residencias de Andalucía a las que Médicos Sin Fronteras prestó su apoyo, de un total de 486 en nuestro país, durante los peores momentos de la pandemia y que ha recogido en el informe Poco, tarde y mal. El inaceptable desamparo de los mayores en las residencias durante la Covid 19 en España.
“Quizá el éxito de Andalucía, entre comillas, ha sido la menor incidencia en las residencias de mayores porque nuestro abordaje fue positivo, lo más precoz posible, con 20 días de antelación”, declaraba Jesús Aguirre en una entrevista para El Mundo a finales de junio. Dado que el Gobierno de Andalucía alardea de “anticipación” como elemento distintivo de su abordaje de esta crisis y determinante para que haya tenido menor impacto el coronavirus (cuestión en la que no hay ningún estudio que lo avale todavía), es hora de preguntarse si la gestión de los geriátricos ha sido tan exitosa, sin perder de vista que las cifras en este caso son tan frágiles como los internos de estos centros frente a la pandemia.
No consta en Andalucía una orden tan polémica como la de la Comunidad de Madrid de no trasladar a los hospitales a los internos de residencias de mayores con Covid 19, pero lo cierto es que más del 85% de los fallecidos en geriátricos, que han supuesto a su vez más del 35% de las víctimas mortales de la enfermedad en el territorio, no fue tratado en un centro hospitalario, en una comunidad autónoma que en lo peor de la pandemia presumía de tener más de 1.000 camas de UCI libres. Es más, en ese periodo, sólo se ha confirmado el tratamiento de cuatro internos de residencias de mayores en UCI, en concreto, dos en hospitales de Málaga y otros tantos en Sevilla.
De este modo, de los 571 internos en residencias de mayores fallecidos por Covid 19 en Andalucía hasta finales de junio y los 68 que lo hicieron con síntomas compatibles, únicamente 77 fueron tratados en hospitales. Son datos de la Dirección General de Cuidados Sociosanitarios, la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica y el Servicio Andaluz de Salud (SAS) facilitados a través de una pregunta por el portal de transparencia de la Junta de Andalucía. Hay cierta discordancia entre esa cifra y la ofrecida esta semana por Jesús Aguirre en el Parlamento de Andalucía porque a 10 de septiembre de 2020 habla de 573 fallecidos por Covid 19 en geriátricos, con lo que serían dos en los últimos dos meses y medio; pero ya se sabe que han sido más, como se ha visto con la veintena conocida ya en esta segunda ola de la pandemia.
Un baile de datos que desde el gabinete de prensa de la Consejería de Salud y Familias no han sabido explicar como tampoco han respondido a la pregunta de este diario sobre por qué es tan baja la cifra de los hospitalizados. Es más, el PSOE sostuvo, durante el debate con Jesús Aguirre en el último pleno, que los usuarios de residencias de ancianos fallecidos por Covid 19 a 10 de septiembre son 596 de un total de 1.521, por “lo que suponen más del 40%”, en palabras de la diputada Carmen Velasco, quien le exigió que “no haya discriminación por edad”.
Las residencias medicalizadas fueron 18 y con 186 fallecidos
Otra pregunta que puede surgir es que, aunque no fueron atendidos en un hospital, sí lo fueron en residencias medicalizadas. La respuesta es que ese fue el caso de menos de un tercio de los fallecidos. En concreto fueron 186 a 30 de junio de 2020 los muertos en las 18 residencias medicalizadas -del total de 1.107 geriátricos de la comunidad autónoma- distribuidas por toda las provincias salvo Jaén, que entran en esta categoría, siendo tres los que superaron la veintena de fallecidos: Vitalia Suite La Marquesa, en Jerez de la Frontera, con 28; Joaquín Rosillo, en San Juan de Aznalfarache, con 33; y Domus Vi Santa Justa, en Sevilla, con 22. En este sentido, el grueso de los fallecidos en residencias medicalizadas se concentró en Sevilla, con un total de 55 en el periodo, seguida por Cádiz (47), Granada (28), Córdoba (25) y Almería (15), mientras que estuvieron por debajo de la decena los casos en Málaga (9) y Huelva (7).
Segunda ola con medio centenar de víctimas mortales ya
Andalucía vivió un oasis, con un par de semanas de julio con sus residencias libres de positivos por coronavirus, pero la segunda ola vuelve a ponerlas en el ojo del huracán, con casos tan dramáticos como el de El Zapillo, en Almería, que acumula ya 16 fallecidos, y la Puerto de Luz de Valdelagrana, en El Puerto de Santa María (Cádiz), con nueve; mientras que todas las alarmas se han activado en la Vitalia de Mairena del Aljarafe (Sevilla), con seis; en la también de Vitalia en Teatinos, Málaga, con cinco; en Domus Vi Azalea de Marbella (Málaga), con otros tantos; y la de El Manantial de Terque (Almería), con tres, mientras que el geriátrico de Algámitas (Sevilla) lleva dos y el de Luque (Córdoba), uno, igual que el de Fardes de Benalúa (Granada). Este mismo sábado se notificaban dos nuevos brotes, en concreto en la Residencia El Yate Vitalia Alcolea de Córdoba, con 13 casos confirmados y una defunción, y otro en la Residencia Ballesol de Sevilla, con 18 casos confirmados y un fallecimiento.
El Gobierno de Andalucía intenta evitar que otra vez la gestión de los geriátricos se le haga una bola y entre otras cosas acaba de traspasar temporalmente esas competencia de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación a la de Jesús Aguirre, quien ha puesto en marcha un duro protocolo en estas instalaciones. Ha insistido en el Parlamento de Andalucía en que el porcentaje de fallecidos en residencias en el conjunto de España es del 67,4%, porcentaje que se reduce a la mitad en Andalucía (36,7%), “sin que sirva para nada de consuelo”. Es más, ese porcentaje es relativo también porque en provincias como Córdoba y Granada más de la mitad de los muertos por Covid 19 vivía en geriátricos, donde está a punto de empezar, por cierto, “la quinta vuelta” en test PCR a los residentes y trabajadores“, según ha anunciado el consejero.
Lo que demanda el sector: pruebas cada 15 días para el personal
También la Federación de Organizaciones Andaluza de Mayores (FOAM) eleva las cifras y calcula 605 muertos en geriátricos desde el inicio de la pandemia, con lo que también superarían el 37% del total de víctimas mortales. Los dos extremos están en Huelva, con ocho internos, y Sevilla, con 157. La FOAM califica de “nefasta” la gestión de la Junta de Andalucía en la materia.
El geriatra José Manuel Marín Carmona insiste en que “es obligado buscar el equilibrio entre las medidas de prevención de contagios y evitar un nuevo confinamiento estricto de estos mayores, porque tendría consecuencias negativas para su salud física, funcional, cognitiva y emocional”. No es fácil, “pero es un objetivo que debe comprometer a todos: mayores, familiares, profesionales y autoridades”.
Por otra parte, insiste en la importancia de la trasmisión a partir de personas asintomáticas. “Los estudios internacionales hablan de que hasta el 30% y el 40% de los casos se producirían a partir de personas que no tienen síntomas o en los días previos a que los presenten. Es por esto que desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología venimos demandando la realización de análisis PCR a los trabajadores sociosanitarios cada 15 días para intentar detectar personas positivas asintomáticas y minimizar las posibilidades de contagio”, remarca. El Ministerio de Sanidad lo pone como recomendación, pero ellos quieren que sea obligatorio.
“Dadas las características de la mayoría de las personas que viven en estos centros, las dificultades para mantener las medidas preventivas de distancia física, uso de mascarilla etcétera, junto a la necesidad de realizar actividades grupales, es fácilmente entendible la amplia diseminación del virus una vez que se ha producido su penetración”, continúa. Por tanto, también cree “importante evitar su penetración mediante el control de visitas y salidas, con el compromiso de las familias en estos objetivos”.
En cuanto a esta segunda ola, opina que “pese a las muchas dificultades que siguen existiendo, hay muchos elementos que han mejorado: conocimiento de la enfermedad y cómo afrontarla, tanto a nivel social como en las residencias, la existencia de planes de prevención y contingencia, la disponibilidad de materiales de protección personal de los trabajadores…”. Resalta sobre todo “la mejora de la comunicación y coordinación con los dispositivos de salud, responsables de la atención sanitaria de estos mayores” y el papel de los enfermeros de enlace, lo que aprovecha para poner en foco “en los trabajadores sociosanitarios de las residencias, injustamente considerados y tratados en muchas ocasiones”.