El adelanto electoral abre el pulso PP-PSOE por el centro en Andalucía

Daniel Cela

26 de abril de 2022 20:12 h

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“Si vox no se presentará, yo tendría mayoría absoluta”, ha reflexionado este martes el presidente andaluz y candidato del PP a la reelección, Juan Manuel Moreno, horas después de firmar el decreto de disolución del Parlamento y convocar las elecciones el próximo 19 de junio. El dirigente reconoce que “el centro derecha andaluz está muy fraccionado” y que “el resto de partidos tenemos marcas más oxidadas”.

Moreno se lanza a los comicios con su “marca personal”, valorada por encima de la gestión de su Gobierno. Su primer acto de precampaña ha tenido lugar este martes, en la Junta Directiva Autonómica del PP andaluz, donde ha comparecido ante sus compañeros de partido bajo el lema 'Juanma presidente'. Ha desaparecido el azul corporativo del PP, sustituido por el verde institucional de la Junta de Andalucía, han desaparecido los apellidos del candidato -Moreno Bonilla- para popularizar aún más su nombre, y el logo del PP se ha jibarizado al mínimo, como ya hizo Alberto Núñez Feijóo en las últimas campañas de las elecciones gallegas, que ganó por mayoría absoluta.

En los sondeos, a Moreno le pisa los talones por la derecha la formación de Santiago Abascal, aún sin candidato, que le impide soñar con la mayoría absoluta [55 de 109 diputados]. Pero el auge de la ultraderecha también se filtra por las grietas del descontento en el electorado de izquierdas: “la Andalucía harta, la que está mal”, dicen en los sindicatos CCOO y UGT cuando se les pregunta si hay na base social obrera simpatizante del discurso emocional de Vox.

El secretario general y candidato del PSOE andaluz, Juan Espadas, también ha comparecido temprano para aclarar que su aspiración electoral no depende del magma de partidos que hay a su izquierda -aún enfrascado en la difícil negociación de una candidatura única- y que “está dispuesto a gobernar solo y en minoría”, como hizo durante dos mandatos siendo alcalde de Sevilla: pactando con PP, Ciudadanos, Podemos e IU. “Las fuerzas políticas del Parlamento recibirán una propuesta programática que vele por los intereses generales de Andalucía y que encaje en el proyecto de los socialistas”, ha explicado.

Los dos grandes rivales marcan distancias respecto a sus compañeros de bloque. “Si ella [Macarena Olona, diputada de Vox y posible candidata] puede representar a Le Pen, quizá yo represente a Macron”, advierte Moreno. “Ojalá los partidos a mi izquierda logren robustecer el bloque progresista, pero mi objetivo es ganar las elecciones y gobernar solo”, dice Espadas. Los líderes populares y socialistas hablan como si el bipartidismo tuviera una salud de hierro, cuando el mapa político andaluz hace difícil imaginar un Gobierno monocolor.

Primer día de precampaña

El primer día de precampaña electoral -faltan 54 para los comicios- ha servido para resituar a los grandes partidos en el punto de inicio de sus respectivas estrategias: PP y PSOE librarán un pulso por el voto de centro, que hace tres años acaparó Ciudadanos, hoy en desintegración. Los sondeos le niegan grupo parlamentario propio -apenas dos o tres diputados, de los 21 actuales-, el equipo actual cierra la legislatura dividido y enfrentado, algunos diputados ya han anunciado que dejan el partido y la política, desfondados, otros han empezado a llamar a las puertas del PP en busca de hueco.

El vicepresidente de la Junta y candidato de Ciudadanos, Juan Marín, insiste en que tiene banquillo para rellenar las listas electorales y mantener viva su marca, pero en las esferas del PP nacional y de la dirección naranja siguen valorando “alguna fórmula” para concurrir juntos. El mensaje de Moreno el día del anuncio electoral fue claro: “El Gobierno de coalición llega unido hasta el final, y la lealtad entre el vicepresidente Marín y yo ha sido absoluta. Esto no es habitual en el resto de España ni lo ha sido antes en Andalucía”, dijo, marcando distancias de las guerras PP-Ciudadanos que ha roto los gobiernos de coalición en Murcia, Madrid y Castilla y León (todos hoy del PP).

El Gobierno andaluz “encapsulado” como marca electoral propia, por encima de los partidos. Es la teoría, pero en la práctica debe haber unas siglas en la papeleta, y el PP de Alberto Núñez Feijóo está presto a renacer. La opción b es que un puñado de dirigentes de Ciudadanos, afines a Marín, se entremezcle en las listas electorales del PP, como una familia política independiente, el regreso de los liberales al partido conservador. “Todo está abierto”, dicen.

Moreno quiere pescar en el caladero del socialismo desencantado -unos 90.000 votos “prestados”, dicen; y Espadas cree que un tercio de los 660.000 andaluces que apoyaron al partido naranja en 2018 volverán al PSOE. De todas maneras, el socialista es consciente de que para ensanchar su base electoral por encima del millón de papeletas peladas que lograron en los últimos comicios -su suelo histórico- necesita movilizar a los 400.000 votantes que perdieron en las andaluzas, pero recuperaron en las generales de 2019. El voto útil de Moreno contra el voto útil de Espadas, ambos con un referente común: impedir que Vox entre en el próximo Gobierno andaluz.

En este propósito, las estrategias y los discursos de los dos grandes partidos se rozan y compiten entre sí, aunque es el candidato popular quien tiene la difícil tarea de explicar que no pactará con quien lleva tres años pactando políticas -tres presupuestos consecutivos- y con quien acaba de formar gobierno su compañero, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco.

Moreno y Espadas coinciden en plantear estos comicios como un cara a cara entre los dos grandes partidos que han gobernado España y Andalucía -PP y PSOE-, ahora erosionados desde derecha e izquierda por un sentimiento común y generalizado de desagravio, cabreo y desencanto con las instituciones. Un sentimiento que antaño capitalizó Podemos en el 15M, pero que ahora controla e instrumentaliza Vox, llegando incluso a estratos sociales tradicionalmente de izquierdas (obreros, agricultores, ganaderos, maestros, transportistas...).

El plebiscito que plantea el líder socialista es: “O yo o un gobierno de PP con la extrema derecha”; el plebiscito que replica Moreno es: “O yo o un gobierno Frankenstein de Espadas acompañado de anticapitalistas, podemitas, comunistas y nacionalistas”. Con esta segunda consigna, el presidente de la Junta vincula su estrategia de campaña con el discurso de su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo, que peleará en campo andaluz contra el Gobierno de Pedro Sánchez en coalición con Unidas Podemos. “Un batiburrillo”, dice el portavoz de la Junta y coordinador general del PP, Elías Bendodo, a la sazón, director de la campaña electoral de Moreno.

El adelanto electoral, como era previsible, ha pillado a las izquierdas encharcadas en un proceso de reunificación complejo, jalonado de intereses partidistas, personales, filtraciones interesadas y demasiadas voces cruzadas: muchos partidos, muchos escenarios -Andalucía vs Madrid y mucho ruido en cada uno de estos partidos. El domingo fue la última reunión para consensuar la marca más aséptica posible -Por Andalucía-, pero al hacerse pública antes de tiempo fue protestada luego por Podemos, que tiene una ruta paralela para salvar sus siglas y que prevalezca su candidato, el diputado por Cádiz en el Congreso, Juan Antonio Delgado.

Este semana está previsto que vuelvan a reunirse para desatascar el invento, cuyo mayor reto es consensuar el cartel electoral y las listas, conciliando los intereses de IU, Podemos, Más País, Equo, Alianza Verde e Iniciativa del Pueblo Andaluz. Tienen hasta el 5 de mayo para registrar la marca de una candidatura única, en forma de coalición electoral, en el Ministerio de Interior, y hasta el día 16 para presentar las listas electorales por provincias. El proyecto de frente amplio de las izquierdas nacerá o no, después de haber evidenciado públicamente que las diferencias que les separan son viscerales.

Al margen de ellos, el único proyecto de izquierdas que ya vuela solo es el de Adelante Andalucía, pilotado por la ex líder regional de Podemos, Teresa Rodríguez, ahora bajo control de Anticapitalistas. La ley electoral y el margen alto que exigen las circunscripciones provinciales a las formaciones con menos peso hace difícil imaginar que las izquierdas, por separado, logren una representación suficientemente fuerte como para disputar la tercera posición a PP, PSOE y Vox. Y por detrás de esa posición es difícil que tengan alguna relevancia en el próximo Parlamento. El panorama, si no logran ilusionar a un electorado izquierdista no convencido, es un considerable puñado de votos en algunas provincias, que se traduzca en pocos o ningún diputado. Es lo que indican los sondeos más benévolos con un proyecto al que ni siquiera pueden poner nombre ni rostro, cuando ya se ha iniciado la cuenta atrás para votar.

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