Andalucía se moviliza entre el sesgo político del andalucismo y el riesgo a caerse del nuevo reparto de poder territorial

Daniel Cela

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El 4 de diciembre de 1977, dos millones de andaluces se manifestaron en las calles de las principales ciudades de esta comunidad (también hubo miles de 'charnegos' andaluces en Barcelona) ondeando banderas blancas y verdes para exigir una autonomía política plena. Como la que el Gobierno de entonces estaba pergeñando para Cataluña, Euskadi y Galicia –las llamadas comunidades históricas– en los albores de la España constitucional.

El próximo lunes se cumplen 46 años y, un día antes, hay convocadas dos manifestaciones en Sevilla con reminiscencias de aquel momento histórico de la lucha autonomista andaluza. La primera es veterana, viene movilizándose cada año con escasa afluencia. Está convocada por la Plataforma 4D, que integra a organizaciones y partidos de izquierdas: IU, Adelante Andalucía, Podemos, Marea Blanca, Ustea, el Sindicato Andaluz de Trabajadores, el Pacta, Andalucía por Sí o Iniciativa del Pueblo Andaluz.

La ex ministra de Asuntos Sociales y líder nacional de Podemos, Ione Belarra, ha confirmado su asistencia en una marcha que irá desde la Puerta de la Carne hasta el Palacio de San Telmo, sede de la Junta. Este grito de protesta responsabiliza tanto al Gobierno central como al autonómico de los déficit socioeconómicos de Andalucía, con parámetros a la cola del país (pobreza, paro, desigualdad) y alejándose de la convergencia con la media nacional.

La segunda movilización es una novedad. Está convocada por Foro Economía y Sociedad, una entidad de nuevo cuño –o de muy escaso predicamento social–, pero que ha contado con la fortuna de atraer el respaldo y la promoción explícita del presidente de la Junta de Andalucía, del PP andaluz y de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), tres instituciones que no se distinguen por la lucha activista en las calles.

Juan Manuel Moreno convocó a los andaluces a unirse el domingo a esta concentración, en la Plaza de Cuba de Sevilla, desde la tribuna del Parlamento andaluz, durante su discurso en el debate del estado de la comunidad. Además, desde las delegaciones de su Gobierno en Huelva y Almería, se han enviado correos electrónicos a los trabajadores de la Junta para que acudan a esta movilización, algo por lo que el Ejecutivo se ha disculpado, y que la oposición en bloque ha tildado de “vergüenza partidista”.

Esta manifestación también porta el estandarte de la “defensa de Andalucía y por la igualdad entre españoles” pero, en este caso, su remitente es exclusivamente el Gobierno de Pedro Sánchez. Ninguna de las reivindicaciones que se hacen en el manifiesto alude a la Junta, responsable última del autogobierno y el desarrollo estatutario, pero sí señalan directamente a los acuerdos del PSOE con los partidos independentistas catalanes y vascos para facilitar su investidura. Denuncian expresamente que la ley de amnistía para los líderes del procés, la quita de deuda catalana o las negociaciones sobre financiación y traspaso de competencias son “privilegios” que relegan a Andalucía a un segundo nivel.

“Quién nos iba a decir que 46 años después de las manifestaciones del 4 de diciembre, íbamos a tener la necesidad de alzar de nuevo la voz para decir algo tan sensato como que los andaluces no somos españoles de segunda”, dejó dicho Moreno en el Parlamento el pasado miércoles, para terminar convocando a todos a manifestarse “sin distingos de derechas o izquierdas”. “Ahí deberíamos estar todos”. El lema de esta segunda manifestación es un calco del que ha encabezado las protestas convocadas por el PP en otras ciudades de España contra el Ejecutivo de Sánchez y sus socios parlamentarios.

Andalucía contabiliza hoy un 18% de su población en paro –una lacra aún mayor entre los jóvenes– y tasas de pobreza y exclusión muy por encima de la media nacional. Desde que muere Franco, en 1975, hasta que se aprueba la Constitución, en 1978, en España se escuchó corear a menudo el lema “Libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía”. El estado de polarización total de la política parece indicar que, este domingo, unos andaluces se manifestarán contra la amnistía y otros más centrados en el Estatuto de Autonomía.

“No ser menos que nadie”

La antesala del 4D ha inspirado dos movilizaciones distintas, separadas, pero con un relato común. El problema es que la multitud convocada en una de las protestas discute la legitimidad de la otra para alzar la voz en favor de Andalucía frente al Gobierno central.

El andalucismo activista existe desde hace medio siglo (o más) pero, tras la conquista autonomista del 28 de febrero de 1980 –cuando se vota el referéndum de autonomía–, sus movilizaciones cada 4 de diciembre han sido siempre muy marginales. La defensa del autogobierno de Andalucía, aquel grito de Rafael Escuredo (primer presidente de la Junta) de “no ser más que nadie, pero tampoco menos que nadie” se ha institucionalizado con los años. El PSOE andaluz se mimetizó con ese mensaje durante los 37 años que gobernó esta comunidad, con momentos de especial énfasis durante los años que el PP estuvo en la Moncloa (con José María Aznar y Mariano Rajoy).

Hoy es el presidente Juan Manuel Moreno quien se ha adueñado de ese relato autonomista, añadiendo capítulos nuevos a una historia en la que sus herederos políticos –Alianza Popular– remaron en contra. El año pasado, el primer presidente de la Junta del PP declaró el 4 de diciembre día oficial de la bandera andaluza. Lo hizo mediante un decreto ley –sin someterlo al Parlamento– y recogiendo una propuesta de Alejandro Rojas Marcos, el hombre que fundó el Partido Andalucista (PA) y el que firmó su defunción en 2015.

Además incluyó en el testamento una adenda en la que él y otros históricos andalucistas responsabilizaron al propio pueblo andaluz –es decir, al electorado que no les votó– de su propia muerte política: “Entendemos que la causa de esa desafección radica en la falta de interés del pueblo andaluz, fruto de una insuficiente conciencia de pueblo por tener un partido propio y soberano, es decir, exclusivamente andaluz”, decía el manifiesto firmado por Rojas Maros y otros cuatro expresidentes y ex secretarios generales del PA: Luis Uruñuela, Miguel Ángel Arredonda, Diego de los Santos y Antonio Ortega.

Derechas e izquierdas se acusan hoy del sesgo partidista que arrastran sus respectivos alegatos autonomistas. El PP acusa al PSOE de haber “monopolizado la historia de Andalucía” durante sus casi cuatro décadas en el poder; el PSOE replica al PP que su “falso andalucismo” es sólo un vehículo más de “confrontación con el Gobierno de Sánchez”. Derechas e izquierdas coinciden en que Andalucía está mal financiada, castigada por un modelo de reparto de fondos del Estado caduco desde 2014. Esa coincidencia les llevó a firmar juntos, en 2018, una propuesta de reforma del sistema aprobada por mayoría en el Parlamento –con 4.000 millones de euros extra para Andalucía–, pero hoy ambos partidos se acusan mutuamente de haber traicionado ese documento.

Las manifestaciones multitudinarias del 4D de 1977 se reconocen hoy como un hito clave en la lucha autonomista y triunfaron, en gran parte, porque la convocatoria partía del consenso y la unidad de todas las fuerzas políticas con representantes andaluces en el Congreso y en el Senado. Alianza Popular no tenía andaluces ocupando escaños entonces –tampoco tras las generales de 1979– y tampoco tras aquellas pancartas, pero sí estuvieron dirigentes de UCD, como el hoy alcalde popular de Málaga, Francisco de la Torre.

Los dirigentes que estuvieron en aquellas movilizaciones han recordado, mucho después, que lo que se pedía aquel año antes de que se firmase la Constitución Española era “libertad y autonomía”, ideas asociadas a “reducir el desempleo, crear puestos de trabajo y extender la sanidad y la educación gratuitas”. “No era una manifestación contra nadie, sino una exaltación de la civilidad, de los ciudadanos frente al Gobierno central y la dictadura”, dejaría escrito la periodista Pilar del Río.

Que s'acabe el paro y haiga trabajo escuela gratis, medicina y hospital pan y alegría nunca nos falten. Que güervan pronto los emigrantes haiga cultura y prosperiá”, cantaba Carlos Cano, en La murga de los currelantes, himno oficioso de la lucha autonomista. Aquellos dolores del pueblo andaluz que hoy, 46 años después, todavía no han sido amnistiados.

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