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Un grupo anti-abortista presiona a las mujeres a las puertas de una clínica malagueña

El anuncio de que el Gobierno retira el proyecto de Ley del Aborto ha venido acompañado en Málaga de otra polémica a propósito del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. La clínica ginecológica Ginecenter asegura que en las últimas semanas ha arreciado la frecuencia y la intensidad con la que un grupo de entre 5 y 15 personas se reúne a las puertas del centro para “intimidar” y “acosar” a las mujeres que allí acuden. Su director, Alberto Stolzenburg, asegura que no sólo rezan o reparten octavillas, sino que insultan a algunas mujeres y a los médicos del centro, llamándolas “asesinas”.

Según la asociación Corazón Tierra de María, “lo más que se oye son los Ave María de nuestros rosarios y algún canto de nuestras parroquias”. El jueves por la tarde, siete individuos rezaban el Rosario a dos metros de la clínica, colocaban velas ante su cristalera y repartían octavillas. En una de ellas se podía leer: “El aborto es un INFIERNO para toda la vida”. En otra, “el aborto, holocausto a Satanás”.

Ginecenter dice haber presentado tres denuncias ante los juzgados por estos hechos, y acusa a esos individuos de coaccionar a las mujeres que acuden a la clínica para abortar o para otro tipo de intervenciones. Pertenecen a un grupo católico, se sitúan frente al centro médico con pancartas y distribuyen octavillas. Los carteles comparan el Holocausto con el aborto. Este jueves, uno de los manifestantes portaba una pancarta blanca en la que estaba escrito “No matar” en gruesas letras negras. Una de las octavillas que entregaban contenía un texto titulado “El aborto, holocausto a Satanás”, que comienza así: “Cada vez que era derramada la sangre de un bebé, era como un holocausto a Satanás”. En otra está escrito lo siguiente: “El aborto NUNCA es la solución. El aborto es siempre el comienzo de una cadena de dramas que no acabarán nunca. Es un INFIERNO para toda la vida”. Una chica muy joven con los ojos enrojecidos, acompañada de un chico, salió de la clínica y recibió ese folleto. “No lo decimos nosotros, es la palabra de Juan Pablo II en 2005. Todos nuestros mensajes, todos, vienen en el Concilio Vaticano II, el Catecismo de la Iglesia, y en santos y Papas”, dice Juan Manuel Travesedo, portavoz del grupo concentrado, mientras los demás rezan el Rosario.

Desde julio, él y su grupo acuden casi diariamente. Surgió a raíz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, cuando iniciaron “un movimiento de rezo delante de los abortorios, que lo ha pedido la Virgen en varias apariciones”, explica. Suelen colocarse a escasos centímetros del local, junto a la puerta, “como hacen los piquetes”, porque “es legal mientras no impida el paso, y esto nos lo ha dicho la Policía”. Admite que se dirigen “vis a vis” a los trabajadores animándoles a buscar otro trabajo. Según una trabajadora del centro, a ella la animaron a buscar un trabajo “digno”. También realizan “rescates”, que ejecutan en grupos menores, de dos personas, generalmente los lunes y los viernes por la mañana. Consisten en convencer a la mujer de que desista de realizar el aborto, alertándole de supuestos peligros y ofreciendo ayuda para cuando nazca el niño. Según Travesedo, el éxito de estas acciones ha hecho “bajar la cuenta de beneficios” de las clínicas, y esto ha motivado las quejas de Ginecenter, que habría convencido a movimientos feministas como Marea Violeta.

Sin embargo, el portavoz del grupo rechaza la acusación de Stolzenburg, según la cual habrían llamado “asesina” a algunas de las mujeres. El director de Ginecenter asegura que lanzan “consignas, improperios, insultos, diciéndoles [a las mujeres] que vienen a asesinar a sus hijos, incluso diciéndoles que pueden morir (…). Les dicen ”no mates a tus hijos, te podemos dar ayuda“, y cuando salen le dicen asesina”. “Es totalmente falso”, replica Travesedo: “Es de sentido común: nadie se acerca a una mujer a ofrecerle ayuda y se dedica a insultarla, porque rompes toda la empatía”. “Condenamos el pecado, no el pecador”, dirá después.

El director de la clínica opina que las puertas de su centro no son el lugar adecuado para combatir lo que los anti-abortistas llaman pecado, especialmente cuando la ley lo reconoce como un derecho: “Si quieres defender algo lo normal es que acudas a los foros adecuados: manifestarte en una plaza pública, frente al partido de Gobierno... Pero lo que no pueden hacer es acosar a aquellos que hacen uso de los derechos que les otorga la ley. Es como ir a casa de una pareja gay para impedir que se casen. O acosar a quien ha presentado una demanda de divorcio”.

Los católicos, por su parte, se sienten amparados por la libertad de expresión y comparan su actividad con la de “UGT, el PSOE cuando hace campaña o los evangélicos: esto está en el artículo 2 de la Constitución, la libertad de pensamiento y de expresar las opiniones, sin coacción, por supuesto. ¿Qué pasa¿ ¿que no se puede hablar con la gente? ¿Dar folletos? La libertad es para todos”. Sin embargo, admiten que el estado emocional de algunas de las mujeres que acuden a abortar es delicado. ¿Creen que alguna mujer pueda sentirse intimidada o violentada?: “Lo que cada persona se pueda sentir, nosotros no podemos entrar. Lo que hacemos es ofrecer lo que nosotros creemos”. Para el director de la clínica, los trabajadores y Marea Violeta hay una intimidación evidente.

Un portavoz del Ayuntamiento se reunió el martes con Stolzenburg, y le comunicó que trataría el asunto con la Policía Nacional. El asunto iba a ser debatido en el Pleno del Ayuntamiento de Málaga, después de que PSOE e IU presentaran sendas mociones. La muerte del primer alcalde de la ciudad en democracia, Pedro Aparicio, motivó la suspensión del Pleno la tarde del jueves.