La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, asistió este lunes a una reunión en el Parlamento andaluz con todos los diputados de su grupo y los consejeros de su partido en el Gobierno autonómico, una reunión de “apenas 20 minutos” que le sirvió para dejar un mensaje claro: el partido tiene que estar “unido” en torno a la figura del líder y vicepresidente, Juan Marín, al que, “en un lapsus”, llamó “candidato”, según varios presentes en dicha reunión. Tras la intervención de Arrimadas, dos dirigentes de Cs -un diputado y el consejero de Educación, Javier Imbroda (y miembro de la dirección nacional)- coincidieron en el mismo análisis: “El partido no está para primarias”.
El grupo parlamentario de Cs se encuentra desde hace mucho tiempo partido por la mitad: un sector afín a Marín y una corriente crítica que tiene como sus dos máximos exponentes a Sergio Romero, portavoz del grupo en la Cámara, y Rocío Ruiz, consejera de Igualdad de la Junta. El vicepresidente andaluz amagó con apartar a ambos de sus puestos hace algo más de un año, pero la dirección nacional lo impidió.
Varios miembros de ese sector crítico hacen la misma interpretación del paso de Arrimadas por Sevilla, esta vez, escoltada de cerca por Marín: la presidenta de Cs ha reforzado al vicepresidente, ha desactivado al sector crítico y ha dejado entrever que no habrá primarias del partido en Andalucía para elegir al próximo candidato a presidente de la Junta. “No habrá guerra interna, no hay ganas, no hay ánimo”; “Nos estamos disolviendo como un azucarillo. La ilusión por pelear ha desaparecido”; “Marín ha ganado. Los críticos han perdido, han bajado los brazos. Rocío Ruiz está derrotada”, son algunas de las expresiones recabadas de esa reunión.
Ante los micrófonos, y preguntada por las primarias y el papel de Marín, Arrimadas elogió al líder regional y recordó que su partido estaba centrado en la gestión, y no pensaba en las elecciones. Ninguno de los críticos en el grupo rechistó a sus compañeros, que pedían un cierre de filas con Marín. Tampoco habló la consejera Ruiz. “¿Para qué? Hay una desmovilización total. Nos han hecho venir a una reunión a escuchar el mensaje de la presidenta, algunos hemos hecho muchos kilómetros para asistir a una reunión de 20 minutos que ha empezado tarde y ha terminado antes de tiempo”, explica un parlamentario.
Los estatutos del partido (artículo 101) obligan a celebrar primarias para elegir al candidato a presidente autonómico si existe más de un aspirante. Las elecciones internas de los naranjas se mantienen incluso si uno de los que se postula ya está gobernando. Sin embargo, Cs viene de tropezar ostentosamente en dos elecciones -una en Cataluña, donde ha quedado como un reducto de lo que fue, y otra en Madrid, donde ha pasado del Gobierno a perder su representación parlamentaria. En ambos casos, las primarias no se han llegado a activar: la portavoz y eventual candidata catalana, Lorena Roldán, fue apartada (y acabó en el PP), y el nombre de Edmundo Val en Madrid fue decisión directa de Arrimadas.
El guión de Ciudadanos ha cambiado drásticamente en los últimos cinco meses. El pasado enero, la presidenta del partido visitaba Sevilla para encontrarse en el Palacio de San Telmo con el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), y acto seguido con el alcalde de la capital andaluza, Juan Espadas (PSOE). En ese viaje no tuvo un encuentro público con Marín, el máximo representante institucional de Ciudadanos en Andalucía, y muchas voces dentro de la formación naranja lo interpretaron como un “desaire” al líder regional.
Por esas fechas, Marín había adelantado su intención de repetir como candidato a la Junta, aunque no había elecciones a la vista. Arrimadas también fue preguntada al respecto, pero entonces, optó por dejar su candidatura en el aire, es más, recordó que ser el número dos del Gobierno andaluz no le eximía de tener que someterse a unas primarias. Menos de 24 horas después de su visita a Sevilla, el vicepresidente andaluz, casi como un desafío, anunció que se presentaría a esas primarias.
¿Qué ha pasado entre enero y junio? El desgaste de Ciudadanos en las encuestas es continuo, pero singularmente han pasado dos cosas determinantes: la moción de censura fallida en Murcia y la derrota en las elecciones de Madrid, que han extinguido del Parlamento a un partido que un mes atrás cogobernaba con el PP. A partir de ahí, la dirección nacional hace un análisis interno que se salda con una nueva ejecutiva permanente de Ciudadanos, el círculo más próximo a Arrimadas, en la que entra Juan Marín. El vicepresidente andaluz, otrora ninguneado por su presidenta, renace como hombre fuerte del partido. Andalucía es, hoy por hoy, el gobierno más potente que todavía mantiene a Ciudadanos dentro del juego político. Arrimadas pilota un grupo en el Congreso con diez diputados, Marín comanda un grupo con 21 parlamentarios y es socio del Ejecutivo de Moreno Bonilla, con un presupuesto anual de 40.000 millones de euros.
A los críticos de Cs en Andalucía no les ha pasado desapercibido el cambio de actitud de Arrimadas respecto a Marín. Ella y su equipo son los que han alentado desde Madrid la renovación del partido en estas latitudes, con el nombre de Rocío Ruiz en mente. Tras la reunión y esta exhibición de fuerza del vicepresidente andaluz, el sector crítico se siente “huérfano”, dan por hecho que no habrá primarias, y tampoco tienen claro para qué van a pelear. “Hemos dado tantos vaivenes en los últimos meses que los que estamos dentro no sabemos hacia dónde vamos, imaginaos los votantes. Hace seis meses Arrimadas tendía puentes con el PSOE de Pedro Sánchez, hoy está anunciando que volverá a la Plaza de Colón, a manifestarse con Casado [Pablo] y Abascal [Santiago]”, se lamenta un diputado naranja.
En enero, tras encontrarse con Moreno Bonilla, Arrimadas lanzó un mensaje claro apostando por la continuidad del Gobierno PP-Cs en la siguiente legislatura, argumentando que el cambio, tras casi 40 años de socialismo en el poder, “aún tenía que consolidarse”. La líder naranja cerraba la puerta a cualquier entendimiento futuro con el PSOE andaluz. Es la misma idea-fuerza que ha trasladado este lunes, en su visita al Parlamento andaluz, aunque ahora sus siglas están más desgastadas que entonces, y su sintonía con Casado en la arena política nacional parece mayor.