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Aznar evita pronunciarse sobre las primarias pero critica a Zapatero por apoyar a Santamaría

José María Aznar quería decir algo. “No voy a hacer como ha hecho mi sucesor en la Presidencia del Gobierno, Rodríguez Zapatero, que ha manifestado su clara preferencia por uno de estos candidatos, en este caso la candidata”. Hasta tres veces repitió esa idea, dos en un monólogo ante periodistas que duró dos minutos y cincuenta segundos, y otra más, sin que nadie le preguntara, en mitad del encuentro que tuvo con los alumnos del curso de verano Radicalización violenta y terrorismo, organizado por la Fundación General de la Universidad de Málaga.

Para no querer pronunciarse el expresidente encontró una buena fórmula. Se sabe que Aznar no tiene en especial estima a su sucesor en la presidencia del Gobierno, y esta mañana ha añadido que no va a hacer como Zapatero. Así que no hubo pronunciamiento explícito sobre si apoya a Soraya Saénz de Santamaría (“la candidata”) o Pablo Casado en el proceso de primarias del Partido Popular, pero casi. Desea que los compromisarios “acierten” pero él, pronunciarse sobre los candidatos, jamás lo hará. “El PP tiene una oportunidad. Una oportunidad: si se refunda”, dijo con tono solemne y enfatizando las pausas. “Si no se refunda no tiene ninguna oportunidad, y el centro derecha se reorganizará por otro lado”.

El mensaje de Aznar es similar al lanzado en los últimos días por Pablo Casado. De hecho, el expresidente aseguró en 2015 que le gustaría ver a Casado al frente del PP. “Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que sea Pablo Casado”, decía entonces. Además, su fundación FAES se ha posicionado esta semana a favor del vicesecretario de Comunicación y en contra de su rival en las primarias, Soraya Sáenz de Santamaría. Pero este miércoles, el exmandatario ha asegurado ser neutral en el proceso de sucesión de los populares.

Aznar no participará en el Congreso, porque no es compromisario ni le han invitado. Fiel a su estilo, dijo sonriendo que eso no le preocupa mucho ni, por supuesto, guarda rencor a nadie por ello: “No he tenido el honor de ser invitado. Solo he sido presidente del PP catorce años, y del Gobierno ocho años, pero eso no da derecho a ninguna invitación”. Le preguntaron por una eventual vuelta a la política activa, pero Aznar cree que está muy bien donde está. Sobre si ha hablado con Rajoy de expresidente a expresidente, también fue claro: no.

El expresidente Aznar insistió en las ideas que viene expresando últimamente. Que hay que “refundar” el centro-derecha, que hay que refundar el centro-izquierda, y que se ha producido un “golpe de Estado” que no ha sido desarticulado. “Tradicionalmente quienes producen un golpe de Estado pueden ganar o perder, pero que se queden donde están es una cosa bastante insólita”, declaró. “¿Cómo es posible que no se desarticule un golpe, sino que los golpistas siguen y el gobierno está apoyado por los golpistas? ¿Cómo puede eso acabar razonablemente bien?”.

Los riesgos del presente y del futuro

Más allá de sus consideraciones sobre el momento político actual, Aznar es hoy una persona que ve riesgos. Es cierto que de eso iba el curso, pero hubo repaso a amenazas para todos los gustos. Sobre los populismos, los nacionalismos y el “fraccionamiento de las sociedades que dificulta la acción política”: “Si la política de los países de lo peor de cada casa el resultado no va a ser bueno”. Sobre la inmigración ilegal, que habría producido un “colapso” en Europa: “Como las redes de inmigrantes ilegales han visto más facilidades en España que en Italia, nuestro país se ha convertido en el primer receptor”, tema del que también se pronunció a propósito de la idea de crear “campos de concentración”, un “neocolonialismo absolutamente inaceptable”.

Aznar también ve riesgos en la inteligencia artificial, porque cree que la revolución tecnológica es la primera que “puede no ser dominada por la razón humana”: “Puede encontrarse con elementos de inteligencia artificial que sean más inteligentes que usted y sean capaz de dominarle”. También en las redes sociales, porque aunque como la revolución tecnológica tengan sus cosas buenas, están basadas esencialmente en la “irresponsabilidad”. Y, por supuesto, el expresidente ve riesgos graves en la ruptura del equilibrio geoestratégico que imperó durante la Guerra Fría, en la debilidad de Europa (“Creo que el Brexit es una muy mala decisión y que sólo es posible un Brexit duro, y si no es duro no tiene ningún sentido”), en el aislacionismo de Estados Unidos, en la pujanza de China, y en el terrorismo yihadista.

En resumen: “Soy de los que cree que vivimos en un mundo terrible, lleno de problemas y dificultades, si no fuera porque es el mejor que ha existido nunca”. Para Aznar, el éxito futuro de España pasa por definir “qué posición queremos tener en este mundo, si es que queremos que la nación española sea algo en el mundo futuro”. El expresidente está decepcionado con los políticos actuales, porque cree que “el nivel de la gente que está dispuesta a dedicar unos años al servicio público ha decaído de una manera llamativa, podría decirse incluso que dramática”.

Aznar ya no gasta ese bigote que tan fácil puso las cosas a caricaturistas e imitadores, pero seguimos viéndolo con bigote, quizá porque marcó una época. “Llevo 14 años retirado de la vida política, aunque alguno no se lo crea”, dijo al comenzar su conferencia. Al expresidente le esperaban concejales y algún abuelo con su nieto. También ese señor que lleva sombrero y que protesta un par de veces por semana, desde hace años, a las puertas del ayuntamiento. “Alcalde, basta. Ni plusvalía, ni tantas multas, ni otros impuestos tan elevados. ¡¡Clemencia!!” “Alcalde, basta. Debe proteger mi vida con verdad y con bondad. Gracias”, decían sus pancartas. El hombre se había movido en busca de los focos y de Aznar, que pasó por delante y entró en el Rectorado a pronunciar su conferencia sobre los riesgos que afronta el mundo.