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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Bienvenido a Palomares, Mister Kerry

Un pueblo español que espera la llegada de los americanos. La actualidad se empeña en mantener vigente el mensaje del clásico de Luis García Berlanga, Bienvenido, Mister Marshall. En este caso, sin embargo, Palomares no espera los millones de ese Plan Marshall que nunca terminan de llegar, sino la limpieza de 50.000 metros cúbicos de tierras contaminadas por una bomba nuclear norteamericana.

Berlanga fue, una vez más, un visionario, pues 13 años después del estreno de su película, el 17 de enero de 1966, un accidente de las fuerzas aéreas norteamericanas terminaba con cuatro bombas nucleares cayendo sobre Palomares (Almería). Una se hundió en el mar y las tres restantes cayeron en tierra.

Aunque Estados Unidos se llevó aquel mismo año 1.000 m3 de tierra contaminada a Carolina del Sur, cuatro décadas más tarde se descubrió que apenas representaba el 3% de la contaminación por plutonio y americio. Dos zanjas con material contaminado, 20 centímetros de tierra por encima y muchas promesas incumplidas. Como en la película protagonizada por Pepe Isbert y Lolita Sevilla, los americanos nunca aparecieron para rescatar a Palomares.

Ahora, con unas relaciones bilaterales 'engrasadas' por los nuevos acuerdos militares en Rota y Morón, Estados Unidos se ha comprometido públicamente a descontaminar la zona mediante un acuerdo sin vinculación jurídica. A dos meses de las elecciones, el ministro José Manuel García-Margallo ha acelerado un acuerdo rubricado en Madrid por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry.

Los titulares de asuntos exteriores han firmado así una declaración de intenciones sin obligaciones legales, en la que ambos países se comprometen a rehabilitar la zona contaminada y a que Estados Unidos deposite dichas tierras “en un emplazamiento adecuado” de su propio territorio.

No hay detalles, plazos, ni financiación. El acuerdo es secreto y no es la primera vez que Estados Unidos promete descontaminar Palomares. Ya lo hizo una década atrás. Desde entonces y desde que se descubrió en 2007 que la zona afectada era tres veces mayor de lo previsto (300.000 metros cuadrados), la descontaminación de la zona se ha convertido en un tema recurrente de los encuentros bilaterales entre Estados Unidos y España.

El escudo antimisiles en Rota y el refuerzo de la base de Morón como centro de operaciones en África han dado el empujón definitivo para que Estados Unidos “asuma su responsabilidad y cumpla su papel”, tal y como ha declarado Kerry este mismo lunes.

Una factura de hasta 30 millones de euros

Una factura de hasta 30 millones de eurosSegún un estudio del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), la factura asciende hasta los 30 millones de euros y, siguiendo un dispositivo planteado por el propio centro, habría que colocar unas carpas sobre la zona restringida, despresurizarla, almacenar la tierra en bidones y transportarla en barco hasta el desierto de Nevada. La propuesta de llevarlo hasta el almacén nuclear de Nevada está reflejada en el plan del Departamento de Energía norteamericano de 2015.

Estados Unidos estaría dispuesto a correr con los gastos de toda la operación, según fuentes cercanas a la negociación. Los norteamericanos apuestan por llevarse los 50.000 metros cúbicos de terreno afectado, en vez del 10% que quedaría una vez cribada la contaminación.

Desde hace seis años, la vigilancia de la zona corre a cargo de la administración española. Según los datos del CIEMAT, 150 personas pasan controles médicos anuales para controlar la morbilidad inducida por radiación nuclear. Tras más de 5.029 exámenes médicos durante medio siglo, ningún resultado hace “sospechar de una morbilidad específicamente inducida por las radiaciones ionizantes”, asegura la administración pública. Francisco Castejón, portavoz de Ecologistas en Acción, exige en cualquier caso que se compense a “los habitantes de la zona por los daños sufridos en su salud, en la imagen del pueblo y en su economía y desarrollo”.

El Consejo de Seguridad Nacional (CSN) ya advirtió doce años atrás que la agricultura y la construcción estaban generando “movimientos significativos de tierras” que podían esparcir la contaminación radiactiva. En aquel entonces era de 100.000 becquerelios, 20 veces más de lo que el CSN considera aceptable para una población. Según Ecologistas en Acción, “el territorio de Palomares sigue siendo el lugar más contaminado por plutonio de Europa” e interpuso este verano una denuncia ante la fiscalía contra el CIEMAT y el CSN, por su responsabilidad en el control y eliminación de dicha contaminación.

Antonio Fernández, alcalde de Cuevas de Almazora, municipio al que pertenece Palomares, se ha mostrado especialmente preocupado por la repercusión económica que puedan tener sobre la zona los futuros trabajos de descontaminación. “La prioridad es la limpieza, pero nos preocupan esos años de trabajo con agentes con traje blanco y mascarilla paseando por la zona. Esto es una zona turística, cuya imagen va a sufrir un deterioro, así que espero que el acuerdo incluya medidas compensatorias”, ha subrayado Fernández a este diario.

Greenpeace, por su parte, ha exigido que se investigue el alcance de la contaminación, ya que el último estudio data de 2005. Para Raquel Monzón, experta en energía nuclear de la organización, la situación deja claro que “los residuos radioactivos no tienen solución”.