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El Carnaval de Cádiz, la “eclosión cultural” de la clase obrera en la República que prohibió Franco

Luego llegó el franquismo, como carajote, a liar el tangai: Prohibió el Carnaval. Y represalió a los carnavaleros, incluso a tiros. Pero antes las coplas plantaron en Cái las tablas donde el febrero republicano explotó en cuplés de clase obrera y popurrís como leñazos al lomo de las conciencias. Qué bastinazo, picha, que diría un indígena de La Caleta.

Y todo lo canta el libro Las coplas del Carnaval de Cádiz durante la Segunda República (1932-1936), del historiador Santiago Moreno. Un volumen que el autor completa con una inmersión en la realidad social de la época y una serie de mapas que demuestran que aquellos comparsistas “vivían en los barrios más populares”.

O una serie casi completa de las letras de las agrupaciones, con temáticas como “la proclamación de la República, sucesos anticlericales, Casas Viejas o la victoria del Frente Popular”, apunta Moreno. Y un regalo: más de 80 códigos QR con los que oír aquellas coplas que, alguna vez, fueron grabadas.

“Hemos vivido siglos de monarquía, sufriendo descalabros y tiranías, / y cuando la República va naciendo / quieren ver enmendados / todos esos yerros”, cantaba el coro Los Decapitadores en 1932, con letra y música de Manuel López Cañamaque. Libertad de expresión. Que se lo cuenten a Pablo Hasel.

“Cuando la República surgía, / no reinaba sobre España el orden, / ahora esas consecuencias / las pagan otros hombres”, cantaba la agrupación (en esta pieza está disponible el archivo sonoro de esta copla). Lírica combativa y cultura popular a destajo. El oxígeno del Carnaval de Cádiz que se respira tan distinto en este año de un mundo en modo pandemia.

Memoria del Carnaval

En esas páginas están los ecos de la matanza franquista en la ciudad. “Ejemplos hay multitud”, apunta Santiago Moreno. La “represión física”, la persecución a los disidentes. “El hecho de haber escrito Carnaval, o haber sido parte, va a ser una forma de señalarse más, como lo era pertenecer a un partido político o un sindicato o tener una opinión distinta a los sublevados”, afirma el historiador, en conversación con elDiario.es Andalucía.

Esa herida, con el paso de los años, ha dejado “leyendas que nos hablan, mitos que se han creado en la ciudad, de agrupaciones que fueron pasadas por las armas de manera completa”. Un extremo que no es literal, pero la investigación confirma “que sí hubo una represión y muchos perdieron la vida”, sostiene.

¿Hay cordón umbilical desde aquella época a las letras dedicadas a la Memoria en las tablas del Teatro Falla? “Me sale decir que no”, responde Moreno. “Se cortó de raíz y cuando se ha vuelto a hablar son otras generaciones, han tenido que pasar muchos años, las coplas dedicadas al tema de la Memoria son de 15 años para acá”, en palabras del historiador.

“Pero un pequeño rescoldo sí quedó”, subraya, “y es lo que permitió que durante diez años de posguerra esta representación cultural no se perdiera, la gente que sobrevivió lo mantuvo de manera oculta”. Un trazo que Santiago Moreno reflejó en su tesis doctoral y que tiene firma en las calles de Cádiz con una placa en la plaza del Palillero “dedicada a los carnavaleros represaliados”.

Franco prohíbe la fiesta

“En 2017 fue el 80 aniversario de esa prohibición y en la Final del Concurso del Falla actuó una antología que cantó coplas de aquellos años, de los años republicanos”, contaba el historiador a este periódico. Y “se sacó un disco y también un documental que se llama Murieron cantando”.

“Cuando llega febrero del 37 el Carnaval queda prohibido en toda la zona sublevada con la excusa que hay una guerra”, pero terminada la contienda “prohibición no desaparece y se hace permanente”, explica. “El carnaval de Cádiz estuvo prohibido una década y en otros lugares no se volvió a recuperar, o ya con la Transición”, muerto el dictador Francisco Franco. Y, cuando regresó, “no se llamaba Carnaval, se llamó Fiestas Típicas Gaditanas y así siguió durante el franquismo”.

Esa violencia invisible que tenía el cimiento en la “represión física de las gentes del Carnaval”. Un “acto de persecución contra la propia fiesta”, como cuenta el libro Las coplas del Carnaval de Cádiz durante la Segunda República, que publica el sello editorial de la Universidad de Cádiz y que ya está en sala de máquinas preparando una nueva tirada tras agotar, en poco tiempo, su primera edición.

Carnaval de clase obrera

La obra contiene “un estudio donde demuestro que las gentes del carnaval, o comparsistas, estaban vinculados a las clases obreras de la ciudad”, dice Santiago Moreno. Una serie de mapas muestra “con porcentajes” que estas personas “vivían en los barrios más populares”, como La Viña o Santa María, y que viven un frenesí creador que va unido a “ese momento de eclosión cultural” de España con la República y “que se va a notar en el propio Carnaval de Cádiz”..

“Si bien es verdad que son solo cinco carnavales y no da tiempo a una gran evolución en las letras”, matiza, “pero sí son muy distintas a las coplas que se han ido cantando décadas atrás”. El texto analiza además cómo eran los carnavales durante la etapa republicana y qué temáticas copaban las letras de las agrupaciones. Y las ofrece, como novedad, para que el lector también pueda oírlas a través de más de 80 códigos QR.

“Eran coplas que escriben gente humilde, que pertenece a la clase popular, obrera, y ahí está ese punto de vista de ellos, eso en el periódico no va a salir, ni en otro tipo de fuentes documentales”, desgrana el historiador. Porque “el Carnaval, el de las coplas, queda demostrado que es una fiesta que es por y para el pueblo llano”, dice Santiago Moreno.

“Catorce de Abril del 31, / fecha que jamás se borrará / al buen español, yo le aseguro / que en su corazón la grabará”, cantan la murga Los Gauchos en el año 32. De nuevo Cañamaque en la creación: “Antes de izar la bandera rugía / el pueblo ansioso de soberanía. / El destronado abandona el país / que tanto hizo sufrir”.

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