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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Dos costaleras se quedan sin llevar el paso 11 años después por el rechazo a las cuadrillas mixtas

“Parece ser que este año no tenemos cabida en este mundo que dicen que ha progresado pero que realmente sigue siendo igual de machista”. Son palabras de Andrea de la Flor, una costalera de El Puerto de Santa María (Cádiz) que este año no podrá cargar porque las hermandades de La Borriquita y La Soledad han decidido prescindir de las mujeres en las cuadrillas.

Ella lleva ocho años cargando y su amiga Maika Anelo lleva once. Este año no podrán hacerlo porque los capataces no dan el visto bueno a la presencia de mujeres. “Las juntas de gobierno dicen que tienen la obligación y el deber de acogernos a todos los hermanos y hermanas por igual, pero eligen a quienes saben de antemano que nos van a excluir del mundo del costal. Este es un mundo rancio y de fanatismo donde importa más el postureo y la afición que la fe y la devoción”, lamenta Andrea.

Ella es licenciada en Humanidades, pero durante años ha trabajado en Madrid como dependienta y se ha cogido días libres para ir hasta El Puerto en autobús y poder ensayar. “Si eligiera el de arriba, creo que lo tendría muy claro, pero no es así. Realmente nunca nos quiso nadie y los que sí lo hacen es porque han tenido la buena fe de abrir la mente y vernos como lo que somos, unas compañeras más, que se sacrifican y luchan, que callan y obedecen, pero ahora, tras años y años, ven que todo su esfuerzo no ha servido de nada, porque sólo nos quieren cuando no hay nadie, sólo para rellenar. Ahora que los que van delante tienen tirón, hasta luego y no nos dan ni las gracias”.

Maika Anelo también lo está pasando muy mal. Hay una gran tradición de costaleros en su familia y lamenta que no se reconozca a las mujeres: “Tras más de 10 años como hermana costalera, mis Viernes Santos y Domingos de Ramos quedarán para el recuerdo. Una vez más, la cruda realidad nos recuerda la más antigua y extinguida idiosincrasia de las hermandades y cofradías: ese rancio olor machista”.

Obligadas a colgar el costal

Desde la ironía da su “más sincera enhorabuena a todos estos hermanos que no volverán a tener que pasar por la molesta situación de compartir trabajadera con una compañera y recordar a todos los que nos han apoyado que indiscutiblemente estaban equivocados, que el trabajo entre hermanos y hermanas no sólo es impensable, es inadecuado e inaceptable como demuestran los mejores capataces de nuestra semana de pasión. No cabe duda de que es así, pues de lo contrario, tanto la iglesia como juntas de gobierno y hermanos y hermanas mayores, no hubiesen permitido que este año tengamos que colgar nuestro costal. Les mando un único deseo de corazón: ojalá algún día tengáis el placer de ser padre o madre de una hija costalera”.

Las dos han tomado la valiente decisión de hacer pública su disconformidad, a pesar de que pueden recibir críticas de los que han sido sus compañeros debajo del paso hasta hace poco. Desde las hermandades y desde el propio Consejo Local de Hermandades y Cofradías de la localidad gaditana se dice que la decisión final es del capataz de turno y, en este caso, tanto el de La Soledad como el de La Borriquita, se muestran contrarios a las cuadrillas mixtas.

Manuel Ariza Bernal fue capataz de La Borriquita hasta hace unos meses y, después de 20 años de experiencia desde dentro, reconoce que es un mundo muy machista. “Yo estoy a favor de que las mujeres sí puedan cargar y fui el que metió mujeres por primera vez en esta Hermandad. Creo que tienen todo el derecho como cualquier cristiano. Este mundo aún es muy machista en ese sentido.  Yo he conocido buenos y malos costaleros, sin importar el sexo. También he conocido malas y buenas costaleras”.