Robert Durrell ejerció durante su vida profesional como enfermero y como maestro de enfermeros. Así que tiene una formidable carga simbólica que haya sido elegido, a sus 93 años de edad, para recibir la primera vacuna Pfizer contra el Covid-19, en Gibraltar. Aunque, como manda el protocolo, se le anticiparon los cuidadores y profesionales sanitarios de primera línea.
Durrell se encuentra alojado en la Residencia de la Tercera Edad de Hillsides, donde todos los residentes han podido ser vacunados. Pero él fue el primero: “Durrell, enfermero de profesión, fue el fundador de la Escuela de Estudios de Salud y como tal fue responsable de la formación de enfermeras a nivel local desde 1950 hasta su jubilación en 1990”.
Así que varias promociones de la actual enfermería gibraltareña han pasado por su aprendizaje. Quienes le asistieron este domingo presumiblemente fueron sus propios alumnos. Y la Autoridad Sanitaria de Gibraltar (Gibraltar Health Authority, GHA) reconoció, de hecho, que “como tutor de enfermería, ha sido mentor de una generación de nuestras enfermeras”. Con esta deferencia, que cumple no obstante a rajatabla con los protocolos al uso, se trata de agradecer en cierta medida los servicios prestados, “su dedicación al desarrollo de la enfermería en Gibraltar”.
La feliz noticia contrasta, sin embargo, con el recuento dominical sobre el impacto de la pandemia en el Peñón y que arroja cuatro nuevas muertes relacionadas con la Covid-19 en tan sólo veinticuatro horas, la mayor cifra de fallecidos en Gibraltar, en un solo día, desde que comenzó esta pesadilla en el pasado mes de marzo. La comunidad gibraltareña contabiliza ya dieciséis muertes, nueve de las cuales se han producido en los diez primeros días de este año.
Los fallecidos son dos hombres –de 90, que murió el sábado por la noche de neumonía con septicemia, y de 70 años de edad, este último padecía cáncer; y dos mujeres, ambas de 90, una de las cuales murió esa misma mañana debido a septicemia provocada por la Covid y otra por neumonitis.
Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, se mostraba, por ello, “extremadamente entristecido”, a la hora de transmitir sus condolencias: “Aún no estamos fuera de peligro. El despliegue de la vacuna nos trae un alivio genuino y la esperanza de un mañana más esperanzador. Pero hasta que podamos vacunar a todos, la mejor manera de proteger a sus seres queridos es quedarse en casa. Recuerde también que la vacuna tarda unas semanas en comenzar a ofrecer protección contra el Covid-19, por lo que incluso cuando esté vacunado debe tener los mayores cuidados”. “Resulta patético que sus muertes se produzcan el mismo día en que comienza el programa de vacunaciones, es particularmente doloroso. No estamos a salvo todavía”.
El Gobierno ya ha puesto en marcha una página web en donde los interesados pueden inscribirse para recibir la vacuna: https://www.gha.gi/covid-19-vaccination-interest-form/.
Se espera que en los próximos días se proceda a dispensar 500 vacunas diarias, a razón de quince minutos por paciente, lo que supondría que, en poco más de dos meses, podrían recibir la primera dosis de la vacuna todos los habitantes del Peñón.
En rigor, la primera persona en recibir la vacuna formaba parte del equipo médico que combate a la pandemia. Se trata del doctor Krishna Rawal, director médico. A las cinco de la mañana, personal del equipo farmacéutico de la autoridad sanitaria gibraltareña sacó las vacunas de los congeladores situados en el Hospital de San Bernardo y poco antes de las nueve, comenzaban a dispensarlas. Fue la enfermera Daniella Hernández quien administró la primera al doctor: “Me siento estupendo, perfecto, absolutamente bien”, comentó al recibir esa primera dosis que tendrá que completarse con la segunda a finales de mes. Entre los primeros vacunados, también estuvo Sohail Bhatti, director de Salud Pública. Seguirían, durante la jornada, otras trescientas personas, entre personal sanitario y residentes de los servicios geriátricos. Se espera que en los próximos días se proceda a dispensar 500 vacunas diarias, a razón de quince minutos por paciente, lo que supondría que, en poco más de dos meses, podrían recibir la primera dosis de la vacuna todos los habitantes del Peñón.
Entre los primeros vacunados, Catalina Galia, otra residente de la residencia de mayores Hillsides. Todos sus compañeros fueron vacunados este domingo con la primera dosis de la vacuna Pfizer, un servicio coordinado en cuya gestión han participado la Directora de Atención, Susan Vallejo, el doctor Antonio Marín y toda la dirección y el personal de los ERS (Servicios Residenciales para la Tercera Edad – Elderly Residential Services, ERS). Así que les felicitó “por haber logrado este importante hito hoy”.
“I have no idea”
Más allá de las Residencias de la Tercera Edad, con trasiego de vacunas, sanitarios y periodistas, las calles del Peñón se encontraban vacías y la inmensa mayoría de los comercios, cerrados, salvo los de productos esenciales, así como el sector de hostelería, a excepción de los establecimientos de comidas para llevar y reparto a domicilio. Al confinamiento social del que se cumplen cinco días en la Roca, hay que sumar que los domingos apenas suele haber transeúntes.
Ya se encuentra habilitado el antiguo centro de salud de Gibraltar ubicado en el interior del Centro Comercial de la Familia Massías, en la zona de Casemates, para que la población en general empiece a vacunarse a partir de mañana lunes, de acuerdo con los turnos previstos.
El motorista que lleva y trae comida rápida es andaluz y no sabe donde estaba el antiguo centro de atención primaria del Peñón: “Pregunte usted al policía ese que viene para acá”. Viva personificación de la flema británica, el agente no habla español y al inquirirle en inglés por el sitio donde se administrará la vacuna mañana, responde, impertérrito: “I have no idea”. Sigue su camino, eso sí, con la satisfacción del deber cumplido. En la hamburguesería, los camareros de la barra tampoco lo tienen muy claro: “Acabamos de enterarnos de lo de las vacunas. Pero no sabemos donde está eso”. “Eso” estaba en frente, entre escaparates. Pregúntele al taxista. Y, en la parada, un veterano conductor me indica el sitio y chamulla que ahí dentro estaba el Centro de Salud, aunque no se ve por fuera: “Mañana empieza la cosa para el público en general. A ver cómo va. Como esto es tan chico y nos van a vacunar tan rápido, aquí vamos a experimentar si la vacuna sirve o no sirve”, comenta, con un cierto orgullo de pionero de la ciencia moderna.
A la mitad de la calle Real –Main Street para los gibraltareños--, una ambulancia lleva de ida o de vuelta a un anciano. Los sanitarios, protegidos con pantallas de astronauta o de apicultores, no estaban vacunando al paciente: “No, nosotras no estamos en lo de las vacunas, lo que nos faltaba –protesta una sanitaria de uniforme--. Si usted quiere una, apúntese en la web”.
En la Piazza, frente al Parlamento de Gibraltar, un inmigrante musulmán en un español marroquí le planteaba, a primera hora de la tarde, a un amigo si se iba a poner la vacuna: “Cuando me toque –le respondió--. Pero voy a comprar lotería hoy mismo, porque creo que trae suerte”.
Al otro lado de la Verja
Al lado español de una Verja escasamente transitada, en La Línea de la Concepción, la gente apuraba sus últimas horas sin grado 2, otra vuelta de tuerca al aislamiento perimetral de la ciudad y que cerrará cualquier establecimiento no necesario a partir de mañana lunes. El relativo buen ambiente de su Calle Real, con las terrazas relativamente animadas, no pareciera que en la ciudad se soporta un grado apabullante de contagios y que la economía se resiente de manera considerable.
También la Covid le cuesta dinero a Algeciras, la ciudad más poblada de la Bahía, que mantiene el aislamiento perimetral, pero mañana tan sólo pasará al grado 1 de la fase 4, con lo que reducirá aforos pero mantendrá algo de vida. Hoy mismo, el alcalde, José Ignacio Landaluce, ha lanzado un mensaje de cautela y responsabilidad ante las nuevas medidas de contención del virus del COVID-19 ordenadas por la Junta de Andalucía: “La mayor parte de la población algecireña se está comportando y siguiendo todas las directrices pero el virus está en todas partes y tenemos que redoblar esfuerzos para derrotarlo”, insistió el alcalde.
Landaluce, a la sazón también senador del Partido Popular, aprovechó para dar las gracias a la Junta de Andalucía por “hacer de Algeciras y el Campo de Gibraltar una prioridad en destinar recursos a la vacunación, justo cuando hace una semana del segundo cribado masivo por parte de la Junta y de los recientes test a los docentes antes de la vuelta a las aulas”. Medidas, estas últimas, que se llevan a cabo en todos los rincones de la comunidad autónoma, aunque bien es cierto que el ejecutivo conservador que preside Juan Manuel Moreno Bonilla confirmaba hace unos días que se procedería a la vacunación prioritaria de toda la comarca para impedir la tercera ola de Covid y la posible cepa británica que ha multiplicado los contagios entre los gibraltareños y, también, los trabajadores transfronterizos.
Más allá de la retórica, Landaluce recordó que en el presupuesto municipal recientemente aprobado, no sin polémica pero que el alcalde califica como el “más social de la historia de Algeciras”, reserva una inversión en ayuda social de diez millones de euros, “que nos permitirá, una vez más, atender mejor a los ciudadanos que más lo necesitan, apostando por las familias y los colectivos sociales”.