Gibraltar se prepara para un acuerdo “legalmente complejo” con la Unión Europea
“El acuerdo, si lo alcanzamos, no comprometerá nuestra soberanía o no lo cerraremos”, aseguró Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, en una amplia declaración difundida en la noche del lunes y en la que reiteró la voluntad de negociación del Tratado con la Unión Europea, aunque reconoció que se trataría de un acuerdo “legalmente complejo”.
Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, formuló una larga declaración en la que analizó la situación actual de Gibraltar, en la que no faltó la autocrítica sobre política interna, pero también explicaciones sobre las controversias domésticas suscitadas a lo largo de los últimos meses: “Hacer frente al reto de la Covid ha traído consigo literalmente miles de horas y cientos de reuniones. Lo mismo ocurre con el Brexit. Este año esperamos dejar ambas cuestiones atrás. Ustedes, los ciudadanos, saben que ni el Brexit ni la Covid son meras excusas políticas convenientes”, aseguró.
“Son realidades políticas hirientes que no hemos provocado nosotros –aseguró–. Pero son realidades políticas que hemos tenido que afrontar, en detrimento, obviamente, de otros ámbitos políticos. Son las realidades ineludibles de la situación en la que nos encontramos desde el 24 de junio de 2016. Y es fundamental que acertemos en nuestra futura relación con la UE. Por eso este proceso nos está absorbiendo tanto tiempo”.
Flecos pendientes
Picardo insistió en ser categórico sobre las negociaciones del Tratado, cuyas negociaciones se reanudarán este mismo mes, en un marco de cierta última tensión por las posiciones de dureza expresada por la ministra británica de Exteriores y del Brexit, Liz Truss, en torno a otros aspectos de las asignaturas pendientes que siguen lastrando las relaciones entre la Unión Europea y Gran Bretaña: “Somos y siempre seremos británicos y por ello dejamos la UE con el Reino Unido –repitió–. Pero también estamos en el límite de Europa y formamos parte del continente europeo. Nuestra realidad comercial actual, nuestro sector turístico y también nuestra oferta jurisdiccional se basa en una frontera fluida con la UE. Pero siempre ofreciendo un mercado británico, una experiencia británica y una jurisdicción exclusivamente británica”, subrayó en referencia a las diferencias existentes sobre la aplicación de la legislación comunitaria en un Gibraltar ligada a la Unión Europea con una frontera Schengen.
El asunto de los trabajadores eventuales
Hay otro asunto en liza que tiene que ver con los trabajadores eventuales en los servicios de salud, dependencia y educación de Gibraltar. El lunes, el sindicato mayoritario Unite The Union había convocado una manifestación para reclamar paridad de salarios entre los residentes en el Peñón –no solo gibraltareños y británicos, sino también españoles y de otros territorios—y los trabajadores transfronterizos. Entre sus reivindicaciones, figuraba acabar con la figura de los contratos a 0 horas y la precariedad laboral. El sindicato decidió suspender la movilización por la alta incidencia de la Covid-19 en una comunidad ya dominada por la variante Ómicron, pero Picardo, en su discurso, recordó que el presupuesto destinado a luchar contra la pandemia impedirá presumiblemente cumplir en su totalidad dicho compromiso: “También reconozco el llamamiento de los líderes de diversos sindicatos para dialogar con el Gobierno en las cuestiones del sector público. Espero con interés ese diálogo. Se trata de un diálogo que debe ser atemperado por la realidad objetiva. La realidad objetiva del déficit en nuestras finanzas públicas. Nuestra estimación es que a finales de 2021 el gasto del fondo Covid haya alcanzado unos 300 millones de libras”, aseguró Picardo, quien ofreció un balance positivo de su gestión en cuanto a contrataciones en dichos sectores públicos, a lo largo de sus diez años de mandato.
En un amplio discurso de Año Nuevo, Picardo realizó un exhaustivo análisis de la situación actual por la que atraviesa Gibraltar. Según sus cálculos, “esta cifra equivale a casi medio año de nuestros ingresos que tienen que destinarse únicamente a la pandemia”.
Esa cuestión laboral no forma parte intrínseca de la mesa de negociaciones con la Unión Europea, pero la equiparación de derechos entre los trabajadores sí figura en la agenda. Sin embargo, no parece ser que sea la cuestión que más inquiete a las partes: “El acuerdo, si lo alcanzamos, no comprometerá nuestra soberanía, o no lo cerraremos. Será un acuerdo sobre la circulación y el movimiento fluido de bienes y personas. Y un acuerdo que puede ser la base de un nuevo y mejor nivel de prosperidad para todas las familias de Gibraltar. Porque el concepto de ”prosperidad compartida“ pasa por la prueba de fuego de una prosperidad mantenida y mejorada para nuestras empresas y nuestra gente como condición sine qua non”.
Los gibraltareños buscan un acuerdo que permita preservar los estándares de la vida cotidiana sin comprometer con ello el estatus político y diplomático del Peñón. En ese contexto, el Acuerdo de Nochevieja suscrito entre España y Gran Bretaña sigue siendo la hoja de ruta. Existen, no obstante, escollos internos que han impedido que las negociaciones tardíamente iniciadas el pasado año pudieran llegar a buen puerto antes de Navidad. Londres y Madrid parecen de acuerdo en lo esencial. Gibraltar, también. Pero hay problemas en el horizonte. De entrada, la negociación corresponde a la Unión Europea y forman parte de los flecos dejados por el Brexit en el que el mayor escollo estriba en la situación de la frontera entre Irlanda y el Ulster, pero no es la única asignatura pendiente. El halcón David Frost ha sido sustituido en la mesa de negociaciones por la titular del Foreign Office, Liz Truss, quien se muestra predispuesta al acuerdo sobre Gibraltar pero mantiene la línea dura en el resto. Por otro lado, las conversaciones sobre el Peñón vienen encallando en temas sustanciales como la emisión de visados de entrada a la Unión Europea a través de Gibraltar o la jurisdicción de los tribunales y de la legislación comunitaria sobre dicho territorio, lo que comprometería de facto aunque no fuese de iure la soberanía actual, al menos desde el punto de vista gibraltareño y británico.
Líneas rojas
Picardo prefiere bajar el balón al césped: “Nuestro objetivo –dijo– es conseguir un Gibraltar cada vez más próspero. Que comercie e interactúe con sus vecinos. Y disfrutar de unos niveles de vida, educación y sanidad históricamente elevados para nuestra población en un Gibraltar indiscutiblemente británico. Eso es lo que pretendemos conseguir. Pero no nos equivoquemos: será un acuerdo legalmente complejo. Será igualmente complejo desde el punto de vista político y se basará en la realidad de las relaciones multilaterales de las que depende nuestra política”.
“Nuestro actual modelo de negocio y nuestra interacción con Europa dependen de una frontera fluida y fácil de atravesar desde el punto de vista administrativo. De una manera que ofrezca más oportunidades a nuestros hijos, y no menos, tanto en Gran Bretaña como en Europa. De una manera que refleje la realidad de nuestras circunstancias geográficas, económicas y políticas. Y, desde luego, no de una manera que sea rehén de los mitos de color rosa de la nostalgia. Por el contrario, debemos reflejar la realidad de la vida en la tercera década del siglo XXI”.
El tono de Picardo aventuraba, como ya ha señalado en otras ocasiones, la posibilidad de cambios, a partir de la firma del Tratado, pero sin rebasar sus célebres líneas rojas: “Porque nuestra identidad moderna ya se ha afianzado en la determinación clave de que nadie tiene derecho a decidir nuestro futuro, salvo los gibraltareños. Nada va a cambiar eso. Por eso he sido tan claro en las declaraciones públicas como en las negociaciones privadas en todo momento. Mi Gobierno ve el futuro de Gibraltar de una manera y solo de una manera. Como británico, británico, británico. Y bajo el Gobierno que dirijo, estamos más cerca de Gran Bretaña de lo que hemos estado durante generaciones. Así que no crean ni por un momento que vayamos a hacer algo que lo cambie”.
“De hecho, fue hace casi exactamente un año cuando recibimos el mayor dividendo en nuestra relación con Gran Bretaña: la primera de muchas entregas de la preciosa vacuna de Pfizer a través de la Royal Air Force. Por ahora, el mero hecho de que las negociaciones entre el Reino Unido y la UE continúen es ya una señal muy positiva de las perspectivas de que alcancemos un acuerdo. Estamos trabajando con nuestros colegas británicos para alcanzar un acuerdo que respete nuestras líneas rojas sobre nuestra soberanía, jurisdicción y control exclusivamente británicos”.
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