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Investigación en marcha para estrechar el cerco a un pederasta de La Salle: “Por el niño que fuimos y por nuestros hijos”

“Hace 40 años un hermano de La Salle acabó con mi vida”. El durísimo testimonio de Santiago Codesido, víctima de los abusos del hermano Juan Antonio cuando era un niño, ha dado sus frutos. Su dolor, reflejado en una entrevista concedida a este periódico el pasado mes de febrero, ha servido para que otros hayan dado el paso de denunciar las traumáticas experiencias vividas con este profesor. Y la cosa no ha quedado en declaraciones a la prensa, sino en denuncias interpuestas ante la Fiscalía de Melilla en el caso de cuatro hombres que han desenterrado los recuerdos de una infancia marcada por la aparición de un hermano lasaliano.

Sus denuncias han sido archivadas por haber quedado prescrito el delito, pero los esfuerzos de estas víctimas de abusos van mucho más allá de sus casos particulares. Han creado la cuenta de Facebook Víctimas de abusos de Juan Antonio de La Salle-MSC para que deje de ser un tema tabú y puedan ayudar a otros damnificados. La sospecha es que puede haber muchos más. “Tiene por objetivo localizar a más víctimas de este pederasta y ofrecerles apoyo en sus denuncias”, se explica en el perfil.

Los hechos se remontan a la segunda mitad de los años 80, cuando Juan Antonio Á. G. llegó a Melilla. Aparte de dar clase en La Salle, era responsable de los scouts y ahí fue donde dio rienda suelta a su instinto de presunto depredador sexual. A raíz de la publicación de diferentes reportajes sobre abusos a menores por parte de componentes de la Iglesia, varias víctimas melillenses empezaron a movilizarse. Las sospechas que habían quedado guardadas durante años se convirtieron a partir de ese momento en conversaciones entre antiguos alumnos e integrantes del grupo Scout. En algún caso había que lamentar algún tocamiento, pero los otros casos habían dejado duras secuelas en las víctimas por ser abusos continuados durante años. Personas que nunca habían reconocido haber sufrido esas agresiones lo manifestaban por primera vez.

Fue el caldo de cultivo ideal para que se presentaran esas cuatro denuncias. Comenzaron a tirar del hilo para ayudar a otras personas que hubieran pasado por lo mismo. “Estamos convencidos de que este depredador no ha dejado de actuar años después. Nosotros hemos dado el paso y no nos arrepentimos, todo lo contrario. Y no es un gesto de valientes, para nosotros es una obligación moral, por el niño que fuimos y por nuestros hijos. Por todos los hijos. Por eso, si estás leyendo estás líneas y fuiste una de las víctimas de este delincuente, ponte en contacto con nosotros y te guiaremos en los siguientes pasos. Si no quieres denunciar pero quieres compartir tu caso, cuenta también con nuestro apoyo y comprensión”, afirman en Facebook.

Un “doloroso” homenaje

Conforme fueron investigando el recorrido, se iban encontrando con una frase constante: “Esto se sabía”. Y es que, según fuentes consultadas por este periódico, el director de La Salle en los años en los que se produjeron los abusos, el hermano Crescencio Terrazas, fue avisado de lo que estaba pasando y algunos alumnos recibieron reprimendas por ello. En una de las denuncias se explica que uno de los niños fue a denunciar el abuso al despacho del director y fue amenazado con ser expulsado del colegio si seguía contándolo. Le cayó encima una doble losa: la del abuso y la de la institución. Los cuatro denunciantes de Melilla tuvieron que aguantar que en el pasado mes de mayo se le realizara un homenaje al hermano Crescencio.

Ahora centran sus esfuerzos en esclarecer lo acontecido y que el peso de la ley recaiga contra Juan Antonio Á. G. y los que encubrieron sus agresiones. Se han reunido con el director del colegio de Melilla y con el hermano visitador de La Salle para España y Portugal. Es la persona designada por la institución para hacer una investigación interna del caso a raíz de las denuncias. “Le daba de beber alcohol y una vez borracho, abusaba de él”, aparece en una de las denuncias como la forma de proceder del agresor.

“Nuestras cuatro denuncias de Melilla han quedado archivadas por prescripción del delito. Mandamos un documento a La Salle con unos puntos y estamos exigiendo su cumplimiento. Queremos un perdón público, no en una habitación entre cuatro personas. Queremos una investigación de los hechos y la depuración de responsabilidades. Qué mínimo que la institución tenga algún gesto de resarcimiento”, explican las víctimas.

Este periódico se ha puesto en contacto con La Salle para conocer cómo va la investigación interna. Isabel Llauger, responsable de comunicaciones institucionales, señala al respecto que “judicializamos el tema cuando recibimos la información”. “El protocolo es trasladarlo a la autoridad competente. El proceso de investigación interna sigue adelante a pesar de que el caso haya sido archivado en Melilla. No se ha concluido nada, pero se siguen buscando informes y seguimos hablando con personas que puedan esclarecer el caso”, explica.

Málaga, el último rastro del pederasta

Las víctimas de Melilla ya saben que sus denuncias han quedado archivadas por haber prescrito. Se centran ahora en ayudar a otras personas que hayan pasado por lo mismo y cuyos casos se hayan producido en los primeros años de 2000 para que no se considere que ha prescrito el delito. En ese periodo de tiempo tienen localizado a Juan Antonio Á. G. en Málaga, concretamente en el colegio Cerrado de Calderón. Después de investigar, han sabido que el hermano de La Salle pidió la baja en aquellos años después de que la Policía se pusiera en contacto con él.

San Fernando, Chiclana, Melilla, Puerto Real, Puerto de Santa María, Jerez, Andújar y Almería fueron los puntos de su recorrido por Andalucía y no se descarta que haya muchas más víctimas. “Hablamos de señores de 40 años, con una cuenta pendiente en nuestras vidas por lo que hemos sufrido, que vemos la necesidad de ayudar a otras personas. Hay que dar las gracias a los medios de comunicación porque nos han alentado para dar este paso. La denuncia de Santiago Codesido es fundamental para nosotros porque nos dio una punzada. Hizo referencia a un tal Juan Antonio y nosotros reconocimos al agresor. Lamentamos el modus operandi de la institución, que ha facilitado el encubrimiento: se han dedicado a esconder a estos pederastas moviéndolos de un centro a otro”, denuncia una de las víctimas, Jaime Villegas.

Un compañero del Colegio La Salle El Carmen de Melilla recuerda, además, que los abusos no solo se produjeron en los scouts. También en las propias clases: “Estábamos en 4º de EGB y este hombre hacía las barbaridades en plena clase. Nos mandaba ejercicios y pasaba por las mesas para tocar a los niños. A algunos les tocaba el cuello y a otros el culo. Además, era violento y golpeaba a los niños con la regla y les tiraba del pelo”.

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