Los adolescentes encerrados en la cárcel de combatientes de ISIS piden “piedad” en la Siria post-Asad: “Éramos niños”
Stefan Uterloo tiene 19 años y lleva casi seis encerrado en la cárcel de Panorama, en el noreste de Siria controlado por los kurdos. Originario de Surinam y crecido en Amsterdam, fue detenido con apenas 13 años cuando las fuerzas kurdas remataron la victoria sobre el Estado Islámico (ISIS), liquidando su califato en Siria.
En una entrevista en el ACN y otros dos medios catalanes que han entrado a la prisión, Stefan niega que él y “muchos otros niños” encarcelados hayan hecho “la yihad”. “¿Por qué el mundo no tiene piedad de nosotros? Éramos niños”, dice desde una celda.
Ignora que el régimen de Bashar el Asad ha caído y que un grupo islamista ha llegado al poder en Damasco, ya que en este centro penitenciario de máxima seguridad están prohibidos los móviles.
La cárcel de Panorama se encuentra en Hasaka, en el noreste de Siria. Con la ayuda de Estados Unidos, las fuerzas kurdas de ese territorio lograron vencer a Estado Islámico durante la guerra civil y capturaron a decenas de miles de personas presuntamente vinculadas al grupo islamista radical.
Casi seis años después de la derrota de ISIS, más de 56.000 personas siguen detenidas “de forma arbitraria” y sufren torturas y “condiciones de vida inhumanas”, según Amnistía Internacional.
Una de las primeras medidas que ha tomado la Organización para la Liberación del Levante (HTS, por sus siglas en árabe) desde que derribó Al Asad el pasado ocho de diciembre ha sido la apertura de las cárceles, pero el HTS no controla todo el territorio del país.
De facto, el noreste de Siria está bajo el dominio de los kurdos, que han creado una administración autónoma. Así, los reclusos de ISIS siguen en centros penitenciarios gestionados por la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (Aanes), también conocida como Rojava.
Según un portavoz del Aanes, en la cárcel de Panorama se encuentran los altos mandos de ISIS que lograron llegar a Baguz, el último bastión de los rebeldes yihadistas que instauraron un califato en el noreste de Siria entre el 2014 y en 2019.
Aanes no revela el número exacto de prisioneros que hay en Panorama actualmente, pero indican que antes del motín del 2021 había unos 4.000 reclusos.
Presos adolescentes
Durante la entrevista, Stefan habla desde una celda compartida con una veintena de chicos de edad similar. Todos están recién duchados y el espacio está limpio. Es la celda más cercana a la salida, la única donde los guardas permiten el acceso a la prensa.
Amnistía Internacional denunció en un informe en abril que los presos “se agolpan” en celdas sin ventilación donde se llegan a temperaturas “extremas” en verano. “Los chicos detenidos como menores parecen vivir separados de los otros prisioneros adultos, pero también están sufriendo los efectos de un brote generalizado de tuberculosis”, afirma la organización de derechos humanos.
Stefan cuenta desde detrás de los barrotes que llegó a Idlib, Siria, con su madre cuando tenía sólo diez años. En ese momento (2015) era un territorio controlado por varios grupos rebeldes y el país estaba inmerso en una guerra civil a raíz de la revolución contra el régimen de Al Asad.
Según él, su madre acudió a trabajar al hospital de Idlib, no para unirse a ISIS. Ahora bien, reconoce que se hicieron musulmanes: “Éramos cristianos, pero nos convertimos al islam por esta gente de Siria”.
Dos años más tarde, ISIS le “secuestra” y pierde de vista a su madre, según su relato. “Yo no quería ir, no quería ir a hacer la yihad”, remarca. Stefan explica que vivía “en las calles” de Baghouz y que quedó “herido”, pero no concreta si llegó a combatir con los yihadistas durante aquellos años.
En el 2019 le detienen en Baghouz y los kurdos le cierran en la cárcel de Panorama. En el 2021 hubo una revuelta de los reclusos y desde entonces se han impuesto fuertes medidas de seguridad, por lo que los presos están incomunicados.
Seis años encerrado
“Mi vida ha quedado arruinada”, dice Stefan. Teme hablar sobre las condiciones en prisión, pero admite que “prácticamente” no come, ni hace nada durante todo el día. “Es muy solitario y desesperante”, asegura.
Según Amnistía Internacional, las personas detenidas en Panorama “no tienen acceso a alimentación ni a asistencia médica adecuada, lo que causa enfermedades, entre ellas un grave brote de tuberculosis que no ha remitido en años” y que ha provocado muertes en prisión.
Stefan comparte celda con otros jóvenes que, como él, fueron detenidos cuando eran menores. “Son inocentes, los engatusaron”, denuncia. Él se desmarca de la organización, si bien reconoce que tuvo la tentación de unirse a ella. “Antes de entrar aquí, tenía pensamientos sobre ISIS, pero ahora he visto a esta gente y no es como me esperaba”, concluye.
Después de la entrevista, Dahmat, el jefe del centro penitenciario, dice sobre Stefan: “En aquellos tiempos os habría degollado”. Hace dos años que detuvieron los programas de “rehabilitación” porque “no daban resultados”, explica.
Sin perspectivas de repatriación
A pesar de la situación que describe, Stefan mantiene la esperanza de salir de prisión, rehacer su vida y encontrar a su madre. “Si sólo alguien pudiera ayudarme...”.
Los periodistas catalanes que han entrado a la prisión han contactado con el ministerio de asuntos exteriores holandés, que niega tener constancia de su caso. “No hemos recibido ninguna solicitud de asistencia consular de la persona interesada o de sus familiares”, afirman, y añaden: “Las posibilidades de prestar asistencia consular a los detenidos holandeses en Siria son muy limitadas porque los Países Bajos no tienen representación diplomática en Siria desde 2012”.
Ahora bien, en un mensaje posterior, un portavoz del ministerio proporciona un número de teléfono de contacto por si Stefan o sus familiares quieren contactar con ellos. A Stefan no se le permite tener ningún móvil en prisión y no ha podido hablar todavía con ningún abogado.
Denuncia de Amnistía
Tampoco Amnistía Internacional conoce la situación de Stefan, si bien llevan tiempo reclamando “la liberación y retorno o repatriación de los menores y jóvenes” encarcelados en Siria. La organización de derechos humanos visitó en 2023 la cárcel de Panorama, vigilada por las Fuerzas de Defensa Sirias (FDS) lideradas por los kurdos.
Según Amnistía, hay unos 30.000 niños detenidos en el noreste de Siria, la mayor concentración de niños privados de libertad en todo el mundo. Solo en prisión de Panorama hay unos 600 menores, la mitad sirios e iraquíes, el resto son extranjeros. “Ninguno ha sido imputado o juzgado”, remarca el informe.
A su vez, Aanes asegura que “un número importante” de este grupo de niños estaba afiliados a ISIS como “miembros de los cachorros del califato” y que, por tanto, sus “protocolos legales exigen su traslado a centros de reforma y rehabilitación después de la sentencia”.
Aanes justifica la detención de los menores por el “número insuficiente de centros de rehabilitación” y la preocupación por “su integración con los detenidos condenados por otros delitos”.
Aunque los menores fueran reclutados por ISIS, Amnistía defiende que se les debe tratar como “víctimas” y que la detención sólo debería ser una medida “de último recurso”. “Si las autoridades autonómicas los juzgaran, se enfrentarían a una pena máxima de siete años, según la ley de la región, y muchos ya han cumplido casi ese tiempo”, afirma el informe.
Por eso, apresuran a Aanes y las FDS a “iniciar el proceso de cribado de estos chicos y jóvenes detenidos como menores”.
En cuanto a los jóvenes extranjeros, Amnistía denuncia que algunos países están vulnerando el derecho internacional negándoles la repatriación. “A pesar del aumento del número de países que repatrían mujeres y niños de los campos, algunos gobiernos excluyen a los que han llegado o están a punto de llegar a los dieciocho años y los niños que se cree que han luchado con el Estado Islámico”.
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