Casi una década después del pistoletazo de salida, este jueves 24 el Puente de la Constitución de 1812 de Cádiz se abrirá al público. Una obra con la que ha tenido que convivir la ciudad y, más concretamente, las barriadas más próximas. En este momento decisivo, los vecinos hacen balance con las luces y sombras de estos diez años. Han sido años de quejas y de desesperación por los retrasos. A la vez que se doblaba el presupuesto previsto inicialmente (506 millones de euros finales), también se iba multiplicando el enfado de los ciudadanos que veían cómo esta construcción estaba afectando a su día a día con molestias de todo tipo. Hay casi unanimidad en que, a la larga, merecerá la pena, pero “esto ha sido una travesía en el desierto”, comenta un vecino del barrio de Astilleros, la más afectada junto al río San Pedro.
Son días en los que las noticias se centran en el disgusto de distintos representantes políticos e instituciones por el uso electoralista que se le puede estar dando a la inauguración. Incluso, desde Podemos Cádiz, agrupación a la que pertenece el actual alcalde gaditano, se ha hecho una lectura política: que “al PP no le gusta que el puente se haya convertido en un lazo entre dos ciudades del cambio: Cádiz y Puerto Real”. Pero entre bambalinas hay muchos gaditanos que no acudirán el jueves al gran estreno porque no han sido invitados, pero que verán el puente como el símbolo de una etapa complicada y, al fin, parece que cerrada.
“La experiencia ha sido negativa porque hemos estado con la rotonda cortada sin previo aviso, de un día para otro. Hemos estado un año sin tener los autobuses pasando y hemos sobrevivido gracias al esfuerzo de nuestros clientes. Ha sido muy duro y ahora deberían hacer algo porque nos hemos enterado de que la inauguración no será aquí, sino en mitad del puente, por lo que tampoco tendremos beneficio por la afluencia de público. Hemos intentado hacer algo a través de la Asociación de comerciantes, pero no ha sido posible ni con el anterior Gobierno, que nos decía sí a todo y después no hacía nada, ni con el nuevo, que directamente no nos recibe. Se espera que a la larga sea beneficioso, pero por el momento todo es negativo”, se queja Javier, de la empresa Centro de Salud Ocular, muy próxima a la entrada principal del puente en Cádiz.
También hay un gran enfado en la barriada del Río San Pedro, al otro extremo, en Puerto Real. Son dos las quejas que tienen los vecinos de esta zona. Una de ellas, el ruido; la otra, el tendido eléctrico que transcurre por la barriada puertorrealeña más cercana a la nueva construcción. “He tenido que cambiar todas las ventanas porque no es normal el ruido que han hecho las máquinas en este tiempo de obras. Pero lo malo es que ahora es cuando va a empezar lo peor, el continuo ir y venir de coches cuando se abra. Tienen que poner unas pantallas antisonido porque si no, aquí no se podrá vivir”, advierte Juan Menacho, vecino del barrio.
En cuanto al tendido eléctrico, Endesa habló en su momento de soterrar o trasladar los cables de alta tensión, una obra que debía hacerse para cumplir las normas de seguridad por el paso del tendido eléctrico sobre el trazado. Sin embargo, el Ministerio de Fomento no termina de dar luz verde y ahora se baraja la opción de sustituir el cableado y tensar los cables para llegar al mínimo gálibo exigido por la ley. “El soterramiento de los cables de alta tensión debe considerarse como una compensación a los ciudadanos del Río San Pedro por las molestias que tantos años de obra han causado y los perjuicios que la presencia de una megaestructura como el puente de la Constitución de 1812 va a generar en la barriada”, defiende Iván Canca, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Puerto Real.
“Vamos a tardar muy poco en llegar a Cádiz”
Pero no todas son voces críticas hacia la nueva construcción. José María, dueño de la frutería La Gallega, hace una lectura positiva de las obras. “Vamos a tardar muy poco en llegar a Cádiz y eso es lo más importante. Es normal que haya molestias y ruido, no creo que sea para tanto. Esta obra ha revalorizado esta zona y eso hay que tenerlo en cuenta. Ahora ya no tendremos el problema de antes, cuando el puente Carranza se abría para que pasara un barco y se colapsaba todo el tráfico”.
En Cádiz el puente desemboca en una zona que ha estado muy castigada por cortes en sus calles y eso ha repercutido en el comercio. Sin embargo, Gabriel del bar Grimaldi, cree que todo ha sido para bien: “Que abran el puente nos va a dar vida, va a ser beneficioso. Para nosotros que haya tránsito por la puerta siempre es positivo. Estamos creciendo con respecto a años anteriores y si es verdad que pasan 20.000 vehículos al día, será muy bueno”.
Cara y cruz en un acontecimiento que, sin duda, es histórico para la ciudad, el proyecto de mayores dimensiones que ha visto la Bahía gaditana en muchos años.