SUCESOS

Tiros en El Saladillo, puñales en La Piñera: el cuento de nunca acabar en las barriadas de Algeciras

Dos jóvenes han sido asesinados esta semana, a caballo entre las barriadas algecireñas de La Piñera y la de El Saladillo, separadas apenas por la antigua carretera nacional 340, convertida hoy en avenida a su paso por la ciudad. La policía sostiene, con buen criterio, que no son casos que se relacionen en un principio, comenzando por el modus operandi: Sergio Maya, de 19 años, encontró la muerte en La Piñera como consecuencia de una certera puñalada en el corazón que le propinó un menor de 16 años, mientras que, tres días después, un joven de 26, de nombre José, casado y padre de dos hijos, sin antecedentes de ninguna índole, fue ejecutado de tres disparos cuando se encontraba en el interior de su vehículo, en la segunda de dichas barriadas.

Esta semana, el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, reúne a la Junta local de Seguridad para intentar poner coto a esta escalada de violencia. Ya lo intentaron el pasado año, cuando el Ayuntamiento convocó, en junio de 2021, a todos los cuerpos y fuerzas de Seguridad, en este mismo propósito, ante otros brotes de criminalidad en El Saladillo. En el barrio de La Piñera, nacieron y crecieron Miguel Alberto y José Luis Díaz Gil, dos hermanos gemelos que dieron vida a la Coordinadora contra la Droga “Barrio Vivo”, de Algeciras, a partir de que un tercer hermano, pescador, encontrara la muerte como consecuencia de la heroína que asoló la comarca en los años 80.

Cuando en 1979, el primer alcalde democrático de Algeciras, Paco Esteban, del PCE, pegó una patada en la puerta de las viviendas de El Saladillo, vacías desde su construcción, y que debían albergar, entre otros vecinos, a los chabolistas del felizmente desaparecido barrio de San José, nadie podía imaginar que dicha barriada se convirtiera en uno de los epicentros del narcotráfico español.

Clanes de narcos y minoristas

A pesar de su leyenda negra, la inmensa mayoría de sus habitantes tienen un empleo decente o lo buscan. Sin embargo, la mala fama obedece a la presencia continuada de organizaciones de narcotraficantes que han pasado desde el menudeo de los años 80 y 90 a estructuras más sólidas como la de Los Bichos, a comienzos de siglo, o el clan de los Pantoja, por Jesús Pantoja, el lugarteniente del Messi del hachís que luego se independizó de él, y que sigue controlando su mercado negro a pesar de que empieza a frecuentar el banquillo de los acusados.

“En su urbanización inicial, el Saladillo era un barrio con unas bonitas casas de paredes blancas y ventanas verdes, con grandes avenidas, que supuso un revulsivo para muchas personas con una situación económica precaria, que se trasladaron allí, entre ellos personas de etnia gitana, creando una asociación de vecinos muy activa”, afirman desde el IES Saladillo, un remanso de civilización entre dicha barriada y la de La Piñera, situada enfrente, al otro lado de la carretera y que data de los años 50 del siglo XX.

Frente a organizaciones más estructuradas en El Saladillo, en La Piñera los clanes –a menudo estrictamente familiares—se dedican al menudeo: como el clan del Grand, desarticulado dos años atrás, el clan del Carmen o el de los Maya, al que pertenecía el joven asesinado el lunes, cuando intentaba mediar con otra banda que venía a buscar pelea con la de su familia.

Hoy en día, estos dos barrios reúnen alrededor de 25.000 habitantes en algo más de 3.500 viviendas, con una amplia diversidad cultural, cuyo mayor símbolo sea la decrépita cárcel vieja, que ahora alberga a un precario y destartalado Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), cuyo cierre humanitario han reclamado numerosas organizaciones.

En uno y en otro barrio, han crecido o vivido artistas de diversa índole –muchos de ellos, flamencos--, sindicalistas, periodistas o profesionales que, en algunos casos, han abandonado su lugar de origen aunque mantengan contactos y presencia frecuente con dichas patrias profundas.

Por no faltar en la geografía humana del barrio, también se ha registrado la presencia de yihadistas o incluso pederastas. Pero, desde la farmacia Delgado en El Saladillo, a la parroquia del Espíritu Santo, que titula en La Piñera, Pedro Gómez, hijo adoptivo de la ciudad, hay quien trabaja cotidianamente por un barrio distinto.

Tercera generación del narco

El asesinato a sangre fría del joven José, de 26 años, a la sazón trabajador del puerto algecireño, el pasado jueves, a la altura del número 6 de la calle Antonio Machado, de El Saladillo, sigue a una secuencia de tiroteos y presencia de poderosas armas de fuego en el barrio a lo largo del último año. Según testigos presenciales, los autores de los disparos viajaban desde un vehículo desde el que dispararon tres veces a su víctima. Todos los indicios apuntaron inicialmente a una ejecución en toda regla, presumiblemente relacionada con un ajuste de cuentas por narcotráfico, pero todavía –que se sepa—no se han producido detenciones y la investigación mantiene abiertas todas las hipótesis. Entre otras, que se tratase de un error y no fuera José el blanco al que buscaban.

No se trata de un hecho aislado. Desde hace cinco años, la presencia de armas o los tiroteos forman parte habitual del paisaje del barrio, aunque no sólo se oyen tiros en Algeciras. No han faltado ráfagas y tiroteos, incluso a plena luz del día, en Tarifa, en Palmones –esta misma semana, también—o en La Línea de la Concepción: “En La Línea de la Concepción y en Algeciras estamos asistiendo a la tercera generación de clanes familiares que viven del crimen. Si bien es cierto que los abuelos en los años 80 se dedicaban al contrabando de tabaco, los padres en los 90 se dedicaban a una combinación entre tabaco y hachís, y los nietos, hoy en día, se están dedicando en coalición con los clanes marroquíes, a la importación de hachís, para posteriormente ser vendida a los clanes marselleses, napolitanos, mafia de Liverpool y mafia irlandesa, que desde toda Europa viajan al campo de Gibraltar y regresan cargados de hachís para abastecer el mercado europeo”, señalaba tiempo atrás Alternativa Sindical de Policía. Y su diagnóstico sigue plenamente en vigor.

Todas las partes implicadas

El alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, ha anunciado este domingo que, tras la celebración mañana de la Junta Local de Seguridad, se va a mantener una reunión con los sindicatos y representantes de Policía Nacional, Guardia Civil, Vigilancia Aduanera, Prisiones y Policía Local para realizar un análisis de la situación y buscar soluciones.

Además, Landaluce ha explicado que “también vamos a celebrar encuentros y reforzar el trabajo y la comunicación con la mesa que trabaja en el Saladillo y en La Piñera, que realizan una gran labor y conocen mejor que nadie la situación, las necesidades y son consideradas voces autorizadas que nos pueden ayudar y colaborar”.

“Tal y como le comunicaba al padre Pedro ayer sábado, le he pedido a la Consejera de Inclusión Social, Juventud, y Familias, Loles López, que venga a la ciudad y, especialmente, para que conozca de primera mano las necesidades de la zona sur de Algeciras y junto con todas aquellas partes interesadas que tienen que aportar y sumar, escuchando a todos”, ha afirmado el alcalde de Algeciras en relación con el párroco de La Piñera.

Otras entidades –una de ellas, la eficiente Asociación Intercultural que preside Driss Mohamed—intentan establecer un marco de convivencia para la diversidad cultural de ambos barrios, mientras que diversas entidades –entre las que figura Barrio Vivo—y el propio Ayuntamiento desarrollan programas de prevención y formación, frente a una realidad que habla habitualmente de paro endémico, ambición crónica y economía sumergida.

Un año de reuniones

En cualquier caso, Landaluce ha apostado “por el trabajo conjunto con todas las administraciones, primero el Ayuntamiento, con todas las partes implicadas como colectivos, asociaciones, entidades y sindicatos, entre otros, así como sociedad civil para trabajar juntos y poner todos los medios para evitar que estos terribles sucesos vuelvan a ocurrir evitando que personas violentas se instalen en nuestro municipio”.

“Un día detrás de otro, todos los días y todos juntos, vamos a luchar porque esto no vuelva a ocurrir”, señalaba el regidor.

Se trata, en gran medida, de una historia repetida. Ya a finales de junio de 2021, el concejal delegado de Participación Ciudadana, Jorge Juliá, mantuvo un encuentro de trabajo junto a los agentes de la Policía Local de Algeciras adscritos a las barriadas y la Asociación de Vecinos “Verde y Blanca”, otro de los grandes activos de la sociedad civil de la zona, para tratar los temas relacionados con la seguridad en el barrio del Saladillo.

En aquel encuentro, donde estuvo presente el presidente vecinal, Antonio Perles, los vecinos formularon, según una comunicación oficial, “diversas peticiones o sugerencias que tienen relación con la seguridad de los residentes en la zona, con el objetivo de poder marcar una serie de actuaciones que palien o solucionen estas demandas. Además se informó por parte de los agentes la necesidad de establecer actuaciones coordinadas con el Cuerpo Nacional de Policía para garantizar la seguridad en El Saladillo”.

Un año después, a grandes rasgos, las cosas no han mejorado. Y, en los últimos meses, El Saladillo ha echado humo. En mayo, por ejemplo, la Policía Nacional detuvo allí a tres personas en Algeciras que portaban un fusil semiautomático. Los ocupantes del vehículo donde transportaban el arma, “al verse sorprendidos por los agentes que les dan el alto intentan darse a la fuga de forma violenta , embistiendo a uno de los vehículos policiales que les cerraba el paso, si bien no consiguieron continuar su huida”, según un comunicado oficial que siguió a tales hechos.

“Tras la requisa del vehículo se halló en el maletero del mismo un fusil semiautomático de grandes dimensiones alimentado con ocho cartuchos del calibre 12/70, utilizado por esta organización para llevar a cabo acciones violentas”, subrayó entonces la Policía.

En agosto, por ejemplo, también la Policía Nacional interceptó allí tres armas de guerra y una gran cantidad de munición que se transportaban en una furgoneta en un operativo que arrojó cuatro detenidos. La investigación se produjo, precisamente, después de otro tiroteo en la barriada de El Saladillo por el enfrentamiento, de nuevo, entre dos clanes familiares.

“Dada la evidencia de que estas familias poseían armas de fuego, se dispuso una vigilancia en lugares estratégicos que dieron como resultado la interceptación de una furgoneta que se hacía pasar por un vehículo de trabajo. En realidad transportaba un arsenal de armas de fuego. Su conductor también resultó detenido –informó, entonces, la Policía--”.

Antes, en junio, agentes de la Policía Nacional habían detenido en Algeciras a seis personas como presuntas autoras de los delitos de tentativa de homicidio, extorsión y daños después de una formidable reyerta entre distintas familias relacionadas con actividades delictivas. El 26 de junio, una llamada telefónica al 091 alertó de que había oído fuertes detonaciones al parecer por arma de fuego en la calle Antonio Machado. Hasta allí, se desplazaron varias unidades policiales y tuvieron conocimiento in situ de que otro altercado se había producido en la calle Hernando de Soto.

Posteriormente, el día 28 de junio, los vecinos de la calle Antonio Machado vuelven a comunicar a la Policía Nacional con diversas llamadas al 091, que se estaban repitiendo los incidentes de la noche anterior.

Esta vez, las autoridades policiales pudieron practicar detenciones: “Como resultado de dicho dispositivo se identificaron a los implicados en los tiroteos que fueron localizados y detenidos en la Barriada del Saladillo, a los que se les imputan los delitos de tentativa de homicidio, extorsión y daños. Posteriormente se continuó con las pesquisas de investigación procediéndose la madrugada del 6 de julio y con la autorización judicial correspondiente a la entrada y registro en el domicilio de uno de los principales investigados, culminando con la detención de otros dos implicados en los incidentes, pasando todos ellos a disposición de la Autoridad Judicial”.

En La Piñera y el Saladillo, las asociaciones de vecinos, la coordinadora contra la droga Barrio vivo y el Ayuntamiento de Algeciras intentan promover la educación musical entre jóvenes que probablemente no tendrían acceso a ella por otras vías. Quizá lo hagan porque saben, desde hace mucho, que la música amansa a las fieras. 

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