“Qué viene después del beso final? ¿Después del THE END? ¡Sería estupendo que los guionistas dijeran algo! ¿Son felices? ¿Cuántos hijos tienen? ¿Alguna sabe que se puede ser feliz incluso con su marido?...”, puede leerse en la contraportada del volumen Cásate y sé sumisa. Experiencia radical para mujeres sin miedo. Cásate y sé sumisaExperiencia radical para mujeres sin miedo. Un libro que arrasa en Italia desde 2011; que ha sido publicado este año en España por la editorial católica Nuevo Inicio, y que ha producido ahora el frenesí mediático por su nombre: un título a quemarropa, nada sutil, y por eso mismo llamativo y comercial como el que más. (Que de eso se trata tantas veces, a la postre: de que se hable del producto lo máximo posible para venderlo en consecuentes cantidades; y una polémica es un inmejorable y gratuito altavoz).
Sposati e sii sottomessa salió al mercado transalpino en febrero de 2011 y va ya por la décimosexta edición en ese país. Por su “interés” y concordancia con los preceptos cristianos, según el Arzobispado de Granada, la casa editora Nuevo Inicio (una “iniciativa del Arzobispo y de unos fieles de la Archidiócesis”) lo tradujo y llevó a las librerías en julio de 2013 [la edición italiana cuesta 12 euros; la de aquí, 19,60]. Aunque no ha sido hasta ahora cuando media España ha sabido de su existencia. Carmen, una granadina de mediana edad y con ciertos vínculos eclesiásticos, dice haberlo leído el pasado verano, con balance positivo: “Es un libro muy ameno, un alegato por el amor”, opina; “a mí me gustó, y soy una mujer trabajadora, con familia a cargo y absolutamente nada sumisa”.
¿Qué es, realmente, Cásate y sé sumisa, más allá de su afortunado título para armar escándalo?
1. Su autora es católica, sí; aunque el libro se escurre de esa simple etiqueta. Costanza Miriano (43 años) es periodista y trabaja en los informativos de la cadena estatal italiana RAI-3. Está casada y tiene cuatro hijos, dos niños y dos niñas. Se declara católica convencida, “y por tanto –puede leerse en la contraportada– casi siempre está de buen humor”. [Al menos, nos ha atendido cordialmente vía e-mail, dándonos las gracias por “tomarnos las molestias de leer su libro más allá de la portada”]. Miriano dice haberse inspirado para el título en la supuesta advertencia de san Pablo a los Efesios: “Esposas, estad sujetas a vuestros maridos”. Y que la idea de escribirlo surgió de cierta crisis prematrimonial de una amiga suya, Monica, a quien intentó convencer sin ambages para que diera el sí, quiero, presa de su “vocación de predicadora”. El libro se divide en trece apartados, o cartas, introducción aparte; dirigidas, no a los Efesios, sino tanto a amigas como a amigos suyos. A Monica concretamente –la carta que abre el libro– le aconseja, efectivamente, que “sólo hay una manera de limar las aristas” de la convivencia en el matrimonio: “Tendrás que aprender a ser sumisa. O sea, a ponerte debajo, porque tú serás la base de vuestra familia. Quien sostiene el mundo es el que está debajo, no el que se pone por encima de los demás”. Un llamamiento a la humildad y la servidumbre cuya causa profunda explica a continuación: “Sólo podrás hacerlo tú, porque, entre Dominico y vuestros hijos, serás la única mujer adulta”. “No podrás dirigirlo todo. Aun cuando apostarías diez a uno a que tú eres la que lleva razón.”Sólo podrás hacerlo tú, porque, entre Dominico y vuestros hijos, serás la única mujer adulta“. (...) ”Te llamas Monica, como una de las primeras mujeres santas que esperó con paciencia, durante años, a que marido e hijo acabaran comprendiendo“...
2. ...Porque los hombres (todos) son un pelín idiotas, según la autora. O al menos todos los italianos. O al menos todos los hombres que Miriano ha tenido el gusto de tratar: “... porque ya se sabe que nada atrae más a un hombre que un ‘no’, o que un teléfono que comunica, o que una puerta cerrada”, confía también a su amiga Monica. Páginas antes, en el prólogo, escribe: “... si los hombres se encargaran de la vida social de la familia, iríamos por las calles del barrio sin saludar ni a una sola alma, pues cada vez que cruzamos dos palabras con el vecino, con las pediatras o con la catequista, ese oso que va junto a nosotras nos pregunta: ‘pero, ¿quién era? ese oso que va junto a nosotras (...) Sólo nosotras sabemos encontrar palabras, y traducir...” Sólo nosotras sabemos encontrar palabrasDe modo que “los hombres”, como colectivo uniforme y unimorfo, tampoco salen muy bien parados.
3. Está escrito con gracia, sin embargo: una de las virtudes, el sentido del humor, que quizá haga que el lector pueda pasar de puntillas sobre los tópicos esparcidos a diestro y siniestro. Tanto para “los hombres” como para “las mujeres” no ahorra Mirino su amplia munición de ironías y críticas soterradas: “En cuanto a mi marido –dice– es un hombre inteligente, y aprendió muy pronto a responderme: ‘ajá’ o ‘¿de verdad?’, casi siempre con el tono correcto, lo cual le permite simular que conversa conmigo haciendo un esfuerzo mínimo”. … lo cual le permite simular que conversa conmigo haciendo un esfuerzo mínimo“Pero también: ”Estas santas palabras podrían dar una imagen de mí quizás demasiado benévola, de mujer laboriosa, virtuosa y prudente. (…) De un ángel del hogar que nunca preferiría, en lugar de cocinar, ponerse a leer cualquier cosa“.
4. Irónicamente, tampoco se corta a la hora de vindicar la conciliación entre lo familiar y lo laboral, los derechos de las mujeres que desean ser madres sin tener que renunciar a su puesto de trabajo. Partiendo de sus convicciones cristianas se acaba alineando con quienes cuestionan el sistema capitalista al afirmar: “Estamos preocupadas, y mucho, por la hostilidad que muestra el mundo del trabajo en relación con los hijos, porque sólo si los ingresas en un orfanato puedes aspirar a estar casi al mismo nivel que las colegas que no los tienen, además de que no debes hablar demasiado de ellos en la oficina”. (…) “Siempre es ella, La Madre Decente que yo debería ser, la que me obliga a sonreír empalagosamente cuando me levanto después de haber trabajado de noche y, con cuatro horas de sueño en el cuerpo, tengo que dirimir una discusión suspendida la tarde anterior, mientras intento acordarme de cuál de las dos lentillas es la derecha”. “Siempre es ella, La Madre Decente que yo debería ser, la que me obliga
5. Busca guerra. Sobre todo, contra algunas posturas feministas. En torno al tema de la maternidad, por ejemplo, sentenciando: “El instinto maternal es una fuerza poderosa, algo que cierto feminismo se ha empeñado en negar; y al que diga que no existe ningún instinto natural, que se trata de un condicionamiento cultural, le bastaría pasarse por una guardería”. O como cuando insinúa que la mujer que no quiere tener hijos es porque evita a toda costa “el momento de zambullirse valientemente en la vida”.
6. No es una fanática, ni tiene un pelo de tonta, la autora (aunque pueda a veces parecerlo). El libro encierra un potaje ideológico, con ingredientes bien calculados y apto para un público amplio, en el que lo mismo argumenta sesudamente sus tesis como abomina del aborto y de los programas de fertilidad o proclama su anhelo de tener como entrenador personal a Pep Guardiola (“y no es que yo lo prefiera porque sea guapísimo, no, por supuesto…”). En la carta a su amigo Marco, tampoco tiene problema en informarle: “Pero tú eres un amigo de verdad, de ese tipo cálido y confortable que no puedes dejar de echar en falta, como aquel compañero gordo del instituto al que le confiábamos terribles penas de amor”. como aquel compañero gordo del instituto
7. Es probablemente ese tono, a medio camino entre el Antiguo Testamento y la Superpop, el que haya producido el bombazo editorial de Cásate y sé sumisa, con más de 50.000 ejemplares vendidos en Italia (una cifra nada desdeñable para los tiempos que corren). Eso, sumado al hecho de que Miriano es una persona bien conocida en Italia. Y a que los caminos del éxito editorial también son inescrutables.