Muy pocos conocen la verdadera dimensión del patrimonio de la familia de la Casa de Alba de Tormes dentro y fuera de España. Se sabe, por ejemplo, que sus actuales titulares, los Fitz-James Stuart, son dueños de decenas de castillos y palacios, miles de hectáreas agrícolas, propiedades inmobiliarias, mobiliarias, una de las colecciones de arte más importante de España, y una espectacular biblioteca y archivo que conserva algunos de los documentos más importantes de la historia de España, acumulados a lo largo de los ya más de 540 años de historia de la familia.
Entre ellos, el testamento de Fernando el Católico, una de las primeras biblias en castellano (1429), la primera edición del Quijote (1605), o una veintena de documentos autógrafos de Cristóbal Colón. Buena parte de todo ello es gestionado a través de la Fundación Casa de Alba, y su valor, en realidad, es incalculable, ¿En cuánto podría cotizar el primer mapa de América levantado por la propia mano de Colón en una sala de subastas? En cualquier caso, el archivo está tasado en 41 millones de euros, y los 18.000 volúmenes de la biblioteca en más de 20.
La fundación tiene su sede en el Palacio de Liria que, situado junto a la calle de la Princesa de Madrid, fue una de las dos residencias principales de la que fuera XVIII duquesa de Alba de Tormes, Cayetana Fitz-James. La otra, en la que falleció, es el también palacio de Dueñas, situado en la calle del mismo nombre de Sevilla.
Sólo en ese palacio (que ocupa diez hectáreas, y que ya heredó en vida de la duquesa su nieto Fernando, primogénito del a su vez primogénito de la duquesa, Carlos, y por tanto heredero del título nobiliario) la Junta de Andalucía tiene catalogadas más de 1,500 obras de arte en su Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.
Pero hay más. Destacan el Palacio de Monterrey en Salamanca, que también gestiona la fundación, o, también en la provincia de Salamanca, el castillo de El Tejado, heredado por su hijo Alfonso. La mansión marbellí de Las Cañas fue para su hijo Fernando, y el palacio de Arbaizenea, de San Sebastián, para su hijo Cayetano. Por su parte, su única hija, Eugenia, heredó la mansión ibicenca Sa Aufabaguera. Y también las 600 hectáreas del sevillano Cortijo de la Pizarra, en Gerena.
De hecho, además de mansiones, todos los hijos han heredado fincas rústicas, como el latifundio sevillano de Las Arroyuelas, que fue a parar a Cayetano, o el también latifundio cordobés Hacienda Buena Vista de El Carpio, que fue a parar al primogénito Carlos. También ocho de sus nueve nietos han heredado fincas agrícolas. No el noveno, Fernando, que en cambio heredó el palacio de Dueñas.
Castillos en Galicia, palacios en Salamanca, tierras en Castilla La Mancha, Extremadura y Andalucía, propiedades inmobiliarias repartidas por toda la geografía … Este reparto lo hizo la duquesa de Alba en 2011, antes de casarse con su actual pareja, Alfonso Díez. Buena parte de él lo gestionó a través de empresas, como Inversiones Princesa, Euroexplotaciones Agrarias, Eurotécnica Agraria, Agrotecsa, Agralsa … Pero, el patrimonio que forma parte de la Fundación será gestionado ahora por Carlos, heredero del título y como tal nuevo jefe de la Casa de Alba de Torres. Eso sí, deberá respetar la condición de que no puede vender ninguno de los bienes de la fundación sin el permiso expreso del Ministerio de Cultura. Incluidos las tapices, joyas y pinturas de Giordano, Velázquez, Rubens, Goya …
La fundación no se limita a gestionar palacios, archivos y colecciones de arte. Desde ellas se dirigen también algunas de las fincas más productivas, y se comercializan sus productos ya transformados y elaborados. Bajo el paraguas de la marca Casa D Alba, se comercializan ya tres productos con el marchamo gourmet: carne de vacuno de Salamanca, aceite de oliva de Córdoba y naranjas de Sevilla.
En total, en una entrevista concedida por Cayetano Mártínez de Irujo al diario económico Expansión, el patrimonio familiar de los Alba se “estima en 2.500 millones de euros”.
Queda una propiedad por enumerar, el panteón familiar, que acogerá soló la mitad de los restos de la duquesa, que será incinerada. Construido en 1909 por su padre, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, es una capilla del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Loeches (Madrid). Un Bien de Interés Cultural y parte del Patrimonio Histórico de España, fundado en 1640 por Gaspar de Guzmán y Pimentel, I Conde Duque de Olivares y antepasado de la duquesa. En esa capilla, diseñada a imagen y semejanza de El Escorial, se guardan los restos de once miembros de la familia, incluídos los dos anteriores maridos de la duquesa, Luis Martínez de Irujo y Jesús Aguirre.
La otra mitad de sus cenizas serán custodiadas, por su expreso deseo, en la iglesía de su cofradría sevillana favorita, la de Los Gitanos, que cada Semana Santa hacía estación de penitencia ante la puerta de su palacio. El templo fue levantado de nueva planta, con la financiación de la propia duquesa, sobre los restos de otro derruído.