“Ha estado dos meses aislada en una habitación. Una prima tuvo que acompañarla para que no se volviera loca”. Así describe Shaya Mohamed Sale el confinamiento ilegal al que se ha visto sometido Maloma Morales durante los cinco meses en los que, como denuncia la ONU y Human Rights Watch, su propia familia biológica la ha retenido contra su voluntad en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia).
Han pasado más de cinco meses desde aquel 12 de diciembre en el que Pepe Morales escuchó a su hija adoptiva, Maloma, gritando socorro. Estaban en los campamentos de Tinduf visitando a sus familia biológica y su propio hermano y dos primos la metieron a la fuerza en un coche apenas unos minutos antes de que partieran de vuelta a Sevilla.
Shaya no ha dudado en colocarse en primera línea durante la manifestación que este sábado ha recorrido las calles más céntricas de Sevilla, desde la Plaza Nueva hasta la de España, y en la que más de 250 personas han exigido liberación de Maloma ante la atónita mirada de los cientos de turistas extranjeros que durante estos cálidos días de primavera pasean por la ciudad y visitan sus monumentos más famosos.
“Qui est Maloma?”, se ha preguntado una turista francesa, al ver “Free Maloma” y “Todos somos Maloma” en la pancarta que encabeza la manifestación. Si dicha señora se hubiera acercado a Paula González, que la conoce desde que tenían 10 años y se bañaban juntas en las piscinas de Mairena del Aljarafe, la visitante habría averiguado que Maloma Morales, de origen saharaui y nacionalidad española, es una joven de carácter alegre y sociable que lleva desde el día de Navidad sin poder hablar ni con sus padres adoptivos, Pepe Morales y Carmen de Matos, ni con su pareja, Ismael Arregui, ni con su amiga Paula.
Cuenta González, que Maloma es “una persona fuerte, capaz de sobrellevar la situación, pero que lo tiene que estar pasando fatal. Es una persona que siempre tenía una sonrisa en la cara y que se comporta bien con todo el mundo”. A Paula le costó asimilar la noticia cuando Pepe le reveló, dos días después de llegar de Tinduf, que su amiga se encontraba secuestrada.
“Esa no parecía Maloma”
Tras ver los vídeos difundidos por internet con las letras sobreimpresas de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) en los que Maloma, en un lugar oscuro y rodeada de los familiares que la mantienen privada de libertad, asegura que “no está secuestrada”, Paula le resta toda credibilidad. “La cara que yo vi no era la de mi amiga Maloma… esa no parecía Maloma. Yo no la vi feliz y cuando hablé con ella la última vez, me pidió que por favor la sacáramos de allí y, acto seguido, se echó a llorar”, relata.
Shaya, que es de origen saharaui pero se siente española tras cerca de 20 años viviendo en España, no era amiga de Maloma. Eso no le impidió acercarse desde Utrera hasta Mairena del Aljarafe para saludar y acompañar a la familia Morales de Matos tras enterarse de la noticia de su secuestro: ella misma sufrió un secuestro similar a los 19 años. Con una camiseta en cuyo dorso puede leerse “Los derechos sin las mujeres no son humanos”, Shaya cuenta que su propia familia la secuestró durante dos meses en los campamentos de Tinduf cuando visitaba a su abuelo, del que le habían contado que se encontraba muy enfermo.
“Vieron que yo era una mujer y que estaba en edad perfecta para casarme. Me lo pasé muy bien durante una semana con mis padres (de acogida españoles). A ellos los dejaron coger el avión, pero a mí me dijo (mi familia biológica) que, aunque tuviera tarjeta de residencia española, no iba a salir de los campamentos. España no se hizo responsable y mi familia me tuvo dos meses encerrada sola en una habitación donde perdía la noción del tiempo. Al final conseguí que, a cambio de 500 euros, un primo y una tía me sacaran de allí. Mis padres no se enteraron hasta que llegué a Madrid. Llevo cinco años sin hablar con ellos”, confiesa.
“Libertad para Maloma y todas las demás”
Ella ha dado un paso adelante para demostrar con su experiencia personal que los de Maloma Morales, Koria Badbad, Darya Embarek Selma y Nadhjiba Mohamed Belkacem no son casos aislados. Los vecinos, amigos y ciudadanos que se han acercado para acompañar a la familia, piden “libertad para Maloma y todas las demás”. Mediante sus consignas recuerdan que están secuestradas y que el gobierno ha de actuar con mayor contundencia, ya que Maloma es ciudadana española. Con las divisas “¿La ONU, para qué? ¿Para tomar el té?” y “Polisario culpable, España responsable” los manifestantes reparten culpas y señalan al Frente Polisario por su inacción.
Human Rights Watch apuntó en esa misma dirección este jueves. “Retener a alguien contra su voluntad es un delito. No importa su nacionalidad. El Frente Polisario tiene que asegurarse de que todas las demás mujeres sobre las que ejerce autoridad administrativa puedan ejercer su derecho a la libertad de movimiento, y abordar estos actos de confinamiento ilegal”.
El Frente Polisario insiste, una y otra vez, que Maloma Morales no está secuestrada, sino visitando a su familia y recuperando sus tradiciones. Ismael Arregui, pareja de hecho de Maloma des hace cuatro años, le ha replicado al Polisario, durante la lectura del manifiesto de la manifestación, que “resulta incomprensible que un Gobierno (como lo es el Frente Polisario en los campamentos) se arrodille ante la presión de una tribu y que permita que se pisoteen los Derechos Humanos por amparar y proteger una tradición discriminatoria con las mujeres. Incomprensible también que la mayoría del movimiento solidario español con el Sahara vuelva la cabeza y mire hacia otro lado, sin defender los derechos de Maloma ni reconocer que ella -y otras muchas mujeres más- son víctimas de un cúmulo de errores cometidos en el pasado y sostenidos hasta el día de hoy, en los que tanto el Frente Polisario como las propias Asociaciones tienen absoluta responsabilidad”.
Arregui ha querido subrayar que, tras meses sin poder salir ni comunicarse ni con su pareja ni con sus amigos ni con su familia adoptiva, “Maloma está secuestrada. Maloma no es feliz ni está donde quiere estar. Maloma no puede comunicarse con el exterior, ni expresar por sí misma su voluntad. Simplemente, Maloma está privada de su libertad -contra su voluntad y por la fuerza- y éste es un Derecho Fundamental, porque las personas nacemos libres y nadie puede quitarnos nuestra libertad, bajo ningún concepto ni circunstancia”.
Ismael, frente a la sede de la delegación del gobierno español en Andalucía –ubicada en la Torre Sur de la Plaza de España-, ha exigido que los parlamentarios canarios que se encuentran ahora mismo en los campamentos celebrando el 43º aniversario de “la lucha armada del Frente Polisario contra el colonialismo esñañol”, “verifiquen si los rumores de que se la han vuelto a llevar a los territorios liberados del Sahara, lejos del territorio argelino, donde no cabe acción gubernamental posible, excepto la del Frente Polisario, que no logra hacerse respetar ni en su propio territorio”.
En declaraciones a este diario, Manuela Calvo, madre de acogida de Nadhjiba Mohamed Belkacem, ha insistido en que “por suerte o por desgracia, Nadhjiba tiene dos familias y ha vivido trece años en España, eso es algo que tiene que comprender tanto el gobierno español, como el Frente Polisario. Se considera española y saharaui y nos ha manifestado que quiere recuperar su libertad, salir de los campamentos, volver a España y poder entrar cada vez que quiera y pueda. Las puertas de mi casa están abiertas a su familia, deseo que las de su casa también estén abiertas para nosotros”.