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La pasión según Sevilla

Bruno Padilla

Sevilla —

Sea o no cofrade, si usted estaba en Sevilla y alrededores en la Semana Santa del año 2000, a buen seguro recordará los extraños acontecimientos que convulsionaron a la ciudad durante la celebración de la Madrugá. Durante la noche más larga de la festividad sevillana, en las pobladísimas calles del centro se sucedieron carreras del público, de los músicos y hasta de los nazarenos, gritos de pánico que se contagiaban, cirios por los suelos y sillas volando en plena carrera oficial, pasos abandonados a su suerte… 20 minutos de terror generalizado entre las masas, que se saldarían con cerca de doscientas personas atendidas por ataques de pánico o lesiones causadas por las estampidas.

Todo provocado por una serie de incidentes generados, de forma simultánea, en distintos puntos de esa zona tan concurrida y a los que, a día de hoy, no se ha hallado explicación plausible. Eso sí, en las semanas posteriores habría hipótesis para todos los gustos: un hombre portando un gran cuchillo, un toro huido de La Maestranza, la explosión de una tubería de gas, un grupo organizado de jóvenes de familias acomodadas, un boicot de la Policía Local y hasta la recreación de una película que se había estrenado el año anterior.

‘Nadie conoce a nadie’, de cuyo lanzamiento se cumplen 15 años, supuso sin lugar a dudas un hito en la cinematografía española y, de modo particular, en la andaluza. Impulsada por Maestranza Films, era una adaptación de la novela homónima firmada por Juan Bonilla, en la que se narra una intriga criminal ambientada en la Semana Santa sevillana.

Un tema arriesgado para una productora local que se había dado a conocer apenas unos meses antes con el estreno de ‘Solas’. Para dirigir el ambicioso proyecto de ‘Nadie conoce a nadie’ se pensó en Mateo Gil, colaborador habitual en los guiones de Alejandro Amenábar, y se contó con un reparto estelar que incluía a Eduardo Noriega, Jordi Mollá, Natalia Verbeke y una casi debutante Paz Vega. “En su momento fue un gran desafío para mí”, explica Antonio Pérez, productor del film. “El objetivo era hacer una película que fuera comercial pero que, al mismo tiempo, no nos hiciera sonrojar”.

¿Objetivo cumplido? Lo cierto es que, desde su lanzamiento, ‘Nadie conoce a nadie’ ha tenido sus valedores y también sus fervientes detractores. Entre los primeros se hallarían quienes vieron en este film una entretenida trama cercana a la serie B y un insólito producto dentro de la historia del cine español. Los más críticos suelen apuntar a la falta de realismo de ciertas situaciones (incluidas aquellas que atañen a la cultura local) y a su demonización del ocio juvenil encarnado en los juegos de rol, un tema muy vigente en la época de su estreno. Y, sin embargo, en sus supuestas debilidades también se hallarían algunas de las fortalezas de esta atípica cinta.

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Sea o no cofrade, si usted estaba en Sevilla y alrededores en la Semana Santa del año 2000, a buen seguro recordará los extraños acontecimientos que convulsionaron a la ciudad durante la celebración de la Madrugá. Durante la noche más larga de la festividad sevillana, en las pobladísimas calles del centro se sucedieron carreras del público, de los músicos y hasta de los nazarenos, gritos de pánico que se contagiaban, cirios por los suelos y sillas volando en plena carrera oficial, pasos abandonados a su suerte… 20 minutos de terror generalizado entre las masas, que se saldarían con cerca de doscientas personas atendidas por ataques de pánico o lesiones causadas por las estampidas.

Todo provocado por una serie de incidentes generados, de forma simultánea, en distintos puntos de esa zona tan concurrida y a los que, a día de hoy, no se ha hallado explicación plausible. Eso sí, en las semanas posteriores habría hipótesis para todos los gustos: un hombre portando un gran cuchillo, un toro huido de La Maestranza, la explosión de una tubería de gas, un grupo organizado de jóvenes de familias acomodadas, un boicot de la Policía Local y hasta la recreación de una película que se había estrenado el año anterior.