Se llama Luis, tiene 41 años y es invisible para el sistema

A comienzos del mes de abril, se difundía a través de eldiario.es/andalucia la historia de José María, una persona sorda, sin DNI, ni prestación, ni afiliación en la Seguridad Social, que no puede acceder a ningún tipo de ayuda y está excluido de todos los sistemas salvo el judicial. Oficialmente es literalmente un ‘Don Nadie’, no tiene identidad, no existe para el sistema.

Por inverosímil que parezca, el caso de José María no es el único. Hay más personas en la misma situación, en un limbo entre lo oficial y la realidad.

El hombre que aparece en la fotografía que ilustra esta información es uno de ellos. No existe oficialmente para nadie. No tiene DNI, no consta en el Registro Civil, en ninguna parroquia existe partida de su nacimiento ni está inscrito en ningún otro registro oficial. Vive desde hace años en Córdoba. Oficialmente, para la administración, no es nadie. Pero, evidentemente, eso no es cierto.

Es Joselito. Así le conocen quienes han tratado con él, dicen que por su aspecto aniñado y parecido físico con el niño cantor de 'El pequeño ruiseñor'. Él se hace llamar así, aunque cuenta que su nombre verdadero es Luis, que tiene 41 años y que nació en El Puerto de Santa María (Cádiz). Pero eso no consta en ningún sitio, nos dicen desde Servicios Sociales, Cruz Roja y la Fundación RAIS.

Sin identidad oficial alguna, está excluido de todos los sistemas. Sin documentación, no puede empadronarse, no puede acceder a una ayuda, no se le puede tramitar ninguna prestación, ni una pensión, ni una vivienda…..porque es nadie para el sistema. “Nunca he tenido documentación. Ninguna. Me gustaría tenerla”, nos dice.

Quienes a lo largo del tiempo han conocido a Joselito y han querido prestarle ayuda se han topado con el problema de su falta de identidad oficial. En Córdoba, su primer contacto fue el equipo de calle de Cruz Roja. Lo atendían en la calle, donde vivía y la única ayuda que podían prestarle era la de urgencia: comida, abrigo y poco más. En 2015, aconsejado, Joselito fue a la Policía Nacional para decir que tenía extraviado el DNI y así consta en el único papel oficial que tiene, donde pone lo que Joselito le contó a la Policía: que en realidad se llama Luis, que nació en 1976 y que es natural de El Puerto. Pero sigue sin constar en ningún registro oficialmente así.

El caso de este hombre también fue detectado por los técnicos de los Servicios Sociales municipales. Y se toparon, igualmente, con la imposibilidad de tramitarle ninguna ayuda porque, oficialmente, no existe. “Hay un ser humano al que no se puede identificar. Está aquí, existe. Y no se le puede ayudar”, dicen sobre la impotencia de tener las manos.

Llevaron el caso de Joselito a la comisión provincial que trata situaciones sociales especiales y se vio que la única forma de poder dar una identidad a este hombre sería hacer una inscripción tardía en el Registro Civil. Acudieron entonces con la idea a Fiscalía, para ver las posibilidades de realizarla, pero, de momento, no ha habido progreso en esa dirección. Quienes han atendido a Joselito no han parado de hacer indagaciones en busca de su identidad. Llamadas a parroquias para dar con su partida de nacimiento y búsquedas en todos los registros oficiales. Siempre han tenido la misma respuesta: no existe para el sistema.

Fuera de ese sistema oficial, Joselito ha encontrado ayuda para salir de la calle. La ha encontrado en la Red CoHabitas y la Fundación RAIS, que trabaja con sin techo, proporcionando un hogar para que esas personas en extrema exclusión social tengan una vivienda y, a partir de ahí, puedan reiniciar el camino de inserción en la sociedad que les deja al margen. Era el caso de Joselito hasta que, hace año y medio, la Fundación RAIS le proporcionó un piso, porque para ellos no es un requisito indispensable la identificación de una persona.

Joselito recibe cada semana la visita en su piso de Alba. Es la encargada, desde la Fundación, de tratar con él, de supervisar su adaptación a esta nueva vida y es el hilo que le mantiene unido a quienes están en alerta para prestarle ayuda. “Era una persona en situación extrema de vulneración. Si no se le presta ayuda porque no tiene un DNI, lo estamos invisibilizando aún más”, relata Alba, que cuenta también como la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDH-A) está en esa red de respaldo para intentar visibilizar a Joselito a ojos del sistema oficial.

Él cuenta cómo ha cambiado su día a día: “Es muy distinto a la vida que llevaba antes. Tengo un sitio para vivir, para ducharme…”, relata con sencillez. “La gente me ayuda”, agradece, porque cada día sigue saliendo a la calle y se hace con lo que la gente le da. Es el modo de vida que ha tenido desde que recuerda, en el último escalón de la invisibilización social.

Las redes, a veces invisibles a ojos del resto de la sociedad que tejen en el día a día los colectivos y técnicos de servicios sociales que se dedican a prestar ayuda social, son las que se encuentran con estas personas pero se ven de manos atadas. Los conocen, los ven, los tratan….pero no pueden gestionar ninguna ayuda para quienes no son nadie a ojos del sistema. Ellos son invisibles en una sociedad donde todo se exhibe.