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El Cortijo del Fraile, escenario para los Goya en alerta roja

Pocas veces el Cortijo del Fraile es noticia. Ni tan siquiera ahora que, a las puertas de la ceremonia de los Premios Goya, la película más nominada para esta edición de 2016 es ‘La novia’, una revisión contemporánea del drama lorquiano ‘Bodas de sangre’ protagonizado por la andaluza Inma Cuesta, que el poeta de Granada escribió inspirado en un crimen sucedido en el Cortijo almeriense. Este antiguo convento del siglo XVIII es una de las joyas arquitectónicas y etnológicas más importantes de la provincia de Almería y la más destacable del impresionante escenario natural que lo cobija, el Parque del Cabo de Gata.

Situado a 25 kilómetros al sureste de Níjar, a medio camino entre las pedanías de Los Albaricoques y Rodalquilar, el Cortijo del Fraile es una ruina de la que nadie parece haberse preocupado en los últimos 90 años, desde la noche de verano de 1928 en la que un funesto suceso de sangre lo situó en la primera portada de los periódicos nacionales y llegó a manos de un joven Federico García Lorca que, en la Residencia de Estudiantes de Madrid, gritaba a sus compañeros con el diario en la mano: “¡Leed, leed, es un drama imposible de inventar!”.

De una belleza desértica -casi lunar- que remite efectivamente, a historias de otro tiempo; con su solitaria palmera, el oratorio desnudo, un campanario inclinado, y su cripta funeraria con sus 12 nichos vacíos, el Cortijo del Fraile parecería, para cualquier viajero que se adentre en esos parajes, que se lo fuera a llevar en cualquier momento un trágico viento y pueda quedar reducido y confundido con las arenas sobre las que se levanta ya hoy a duras penas.

Tras un pequeño momento de esplendor, recuperado por directores de cine como Sergio Leone en los años 60 en películas como El bueno, el feo y el malo y La muerte tenía un precio, el Cortijo del Fraile no fue sin embargo declarado Bien de Interés Cultural (BIC) hasta 2010 por la Junta de Andalucía, en un intento de salvaguardar esta joya de propiedad particular que lleva décadas sin inversión para su conservación.

Litigio con sus propietarios

La concesión de la máxima catalogación hace cinco años le ha servido desde entonces a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía para intentar que la propiedad, la empresa agrícola murciana La Misión SL, actúe en el monumento según marca la Ley Andaluza de Patrimonio, y apremiarla a cumplir con las obligaciones que tiene por ser dueño particular de un BIC: su conservación, puesta en valor y apertura al público.

Pero no han funcionado ni los informes técnicos encargados por la administración, que ya alertaban del estado de ruindad total en 2011 y solicitaban una intervención de urgencia, ni el rosario de denuncias y multas impuestas por la Junta de Andalucía: la última de junio 2014, por la negativa de la empresa a restaurar el edificio.

Esta última sanción fue la novena -todas por la misma cuantía, en torno a 3.700 euros- que ha interpuesto ante la inacción de la propietaria, lo que supone un montante acumulado de 33.300 euros desde que en febrero de 2013 se emitiera la primera.

La Misión SL, por su parte, ha recurrido hasta la fecha cada una de las sanciones que ha ido recibiendo, para eludir su pago. La Consejería de Cultura sancionó además con 30.000 euros a la empresa propietaria por desatender varios de los requerimientos efectuados para consolidar, restaurar y rehabilitar el inmueble tras haber resuelto el recurso de alzada que presentó La Misión SL sobre el expediente sancionador que se le abrió en febrero de 2012. Previamente, la Junta de Andalucía había instado a la propiedad a redactar un proyecto de consolidación, conservación y rehabilitación del cortijo, aunque la empresa recurrió dicha petición.

Todas estas acciones también han sido apoyadas por el Ayuntamiento de Níjar, que ha declarado también en estado de ruina el inmueble y requirió a los propietarios la reparación en el plazo de un año. Hasta el momento, la sociedad agrícola solo ha instalado una valla perimetral para impedir el acceso al cortijo; la misma que aún agrede y dificulta más la contemplación de este edificio de dimensiones, arquitectura y alzado delicioso.

Y es que, desgraciadamente, el afán proteccionista de las administraciones -que tampoco han optado, hay que señalarlo, a la compra del cortijo como solicita el propietario- choca en muchas ocasiones con la realidad que sufren muchos otros BIC en Andalucía, que permanecen abandonados, olvidados o destruidos por la suma del paso del tiempo y la negligencia de sus propietarios.