Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
La otra amnistía
Ahora, cuando todo se diluye como lágrimas en la lluvia y le echamos más ganas y más ingenio a porfiar por un cartel de Semana Santa que por las listas de espera en el seguro.
Ahora, cuando llaman Sánchez al presidente y presidente al que no lo es.
Ahora, cuando Emilio García Page estará a punto de refundar Ciudadanos o el PSOE histórico de Felipe González, no el de Rodolfo Llopis.
Ahora, cuando un juez ve señales de terrorismo en un infarto o en la tarima de un concierto, pero el mayor de nuestros terrores lleva diez años de excedencia.
Ahora, cuando ser libertario parece que identifica a la extrema derecha y no a los seguidores de Federica Montseny.
Ahora, cuando salvo los investigadores nadie visita las hemerotecas, permítanme que saque el carbono 14 de abuelo cebolleta y les cuente de la misma la media de lo que ocurrió con la otra amnistía, la del 77.
Fruto de ello, entre otros albures, resultó el periodo más largo de democracia y una Constitución
Que medio país estaba en contra de ella porque los voceros públicos y privados explicaban que iba a beneficiar a los etarras: en efecto, 66 de sus atentados mortales fueron pasto del olvido legal, al igual que los chiquicientos crímenes de Estado del franquismo, que era entonces como se llamaba al terror pasado por el BOE.
Que, en fin, que había que conformarse con los indultos del 76, a los que Antonio Fraguas “Forges” caricaturizó con el pie descalzo de uno de sus presos saliendo por un agujerito de su celda.
Que no iba a servir para reconciliar a España sino para todo lo contrario: fruto de ello, entre otros albures, resultó el periodo más largo de democracia y una Constitución, con la que José María Aznar y yo disentíamos, aunque ahora la defendamos con nuestras respectivas narices tapadas, como buena parte de los compatriotas.
Que sólo benefició a los delitos llamados políticos, pero no así a los comunes, de ahí que los robagallinas se organizaran en la COPEL –vuelvan a ver Modelo 77, de Alberto Rodríguez, porfa— y Carlos Giménez les dedicara otra viñeta genial: “Para que después digan que la cárcel no regenera. Entramos aquí siendo unos chorizos y ahora somos luchadores por la libertad”.
La Ley de la Amnistía de 2024 puede que sea una barbaridad, pero tampoco me presupone un mal punto de partida para hacer las paces
Que a ver que pasa con esta, que aún no ha nacido y ya quieren matarla. Que habrá que ver si la nascitura pasa la reválida del Congreso, cruza el desfiladero del Senado, vuelve a la Cámara baja y si un juez no se empeña en los contrario, si los civiles no le hacen caso a los que le gritan que saquen el fusil, a ver si se pone en práctica y vuelve Carles Puigdemont y Mara Rovira diciendo “ja sóc aquí”.
A ver si logramos entendernos para seguir como siempre, con la autodeterminación y el Santiago cierra España, con los catalanes diciendo que España les roba y con las otras comunidades clamando con que les roba Catalunya, pero sin el barco de Piolín y sin los CDR apropiándose de las fallas.
Hay tantas voces en contra de la amnistía de hoy, que me pregunto si no seré yo quien va con el paso cambiado, como en aquellos años de la supuestamente idílica transición, cuando en contra de las opiniones publicadas, uno pensaba que la amnistía era imprescindible, que había que legalizar a todos los partidos políticos y que teníamos el derecho a correr el riesgo de ser libres. O, al menos, morir en el intento.
Ya vendrá el Constitucional a decir si la Ley lo es. Ya veremos si Junts no termina aliándose con Núñez Feijóo. La Ley de la Amnistía de 2024 puede que sea una barbaridad, como dice toda esa gente tan sesuda como un retrato de la Institución Libre de Enseñanza. Pero tampoco me presupone un mal punto de partida para hacer las paces, ustedes disculpen. Espero que me amnistíen si les he sabido molestar.
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