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Quien mira por los vecinos de El Charco

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Recientemente en una entrevista concedida a la Radio Canaria el pasado 18 de julio, el Consejero Transición Ecológica y Energía, Mariano H. Zapata, ha explicado que desde el Gobierno se trata de negociar con Red Eléctrica la salida de la Central Térmica del barrio del Charco, en Puerto del Rosario. Esto que en un principio podría parecer una buena noticia para la gente que sufre a diario esta cuestión, no deja de ser sino una más, de las múltiples veces que los vecinos de Puerto del Rosario y el Charco en particular, han sido engañados por la clase política con esta ilusión.

Efectivamente, no ponemos en duda el grado de conocimiento que este señor y su equipo tienen de los sistemas eléctricos y por tanto de sus centrales de generación. No dudamos que están al corriente de la vida útil regulatoria de los grupos que conforman estas centrales, ni del perfecto conocimiento que poseen del entramado de las líneas de transporte y distribución que son las encargadas de evacuar la energía que producen. Por tanto, como son conocedores de todo lo relatado, solo cabe inferir que las declaraciones mencionadas se circunscriben en una pose para quedar bien delante de un sector de la ciudadanía. 

La central térmica de Las Salinas costa de 12 grupos térmicos, 9 diésel y 3 turbinas de gas (aunque funcionando con gasoil). De estos grupos, 8 tienen su vida útil regulatoria caducada y de los cuatro que quedan, uno la cumple en 2025, otro en 2026 y los otros dos en 2030. Por tanto, si se traslada de lugar la central y por ende se trasladan sus grupos, en el mejor de los casos, tendrían vida útil regulatoria hasta 2030 dos de ellos. Como parece obvio, proponerle a Endesa que cambie la ubicación con este panorama no se sostiene de ninguna de las maneras. Ni desde el punto de vista operativo, ni de logística, ni económicamente hablando. 

Por otro lado, todas las centrales en Canarias tuvieron sus inicios de igual manera. Ubicadas en la costa por cuestiones de refrigeración, logística y polución, de donde partían, de manera radial, las líneas que se encargaban de dar suministro a los habitantes de las islas. Por este motivo, las redes de distribución y transporte insulares tienen peculiaridades especiales en cuanto a su topología, flujos de corrientes, disposición de las protecciones, etc. Fuerteventura no fue ajena a este proceso y por tanto El Charco no es solo el lugar físico de ubicación de una planta de generación altamente contaminante, sino es el centro neurálgico de todo el sistema eléctrico de la isla. Si a esto le sumamos la interacción con el sistema eléctrico de Lanzarote, a través del cable submarino, tenemos el coctel perfecto para descubrir, lamentablemente, el porqué la Central de Las Salinas es inamovible.

¿Estamos diciendo con todo lo expuesto que el problema que tienen los vecinos del charco es irresoluble? En absoluto, lo que estamos diciendo es que, en un sistema eléctrico centralizado, con una concepción radial y basada en combustibles fósiles, es imposible variar la ubicación de la central. Pero en un sistema distribuido, donde tuviéramos distintos puntos de generación, basado en energías autóctonas y sin una sola gota de combustibles fósiles, como sería el caso de un sistema que tendiera al 100% renovable, el problema de los vecinos del Charco dejaría de existir, pero ya no porque le trasladen la central, sino porque Las Salinas ya dejaría de ser necesaria y, por tanto, se desmantelaría. 

Pero no engañemos a nadie, ese nuevo sistema donde es posible que Las Salinas se desmantele, y los vecinos del Charco respiren a pleno pulmón y la ciudad recupere esos 28.000 metros cuadrados que bloquean su desarrollo armónico, ha sido boicoteado desde la misma Fuerteventura, frente a los esfuerzos del Gobierno canario actual y anterior poniendo impedimentos a la eólica marina, a los parques solares y eólicos terrestres e intentando bloquear la conexión Gran Canaria-Fuerteventura, amparándose en una planificación previa que tendría que existir. Pues bien, el PIOF del año 2001 todavía en vigor estableció la obligación del Cabildo de Fuerteventura de redactar el plan territorial especial de ordenación de infraestructuras energéticas, en los últimos 23 años nadie se ha dignado a redactar ese plan.

Esta solución que se acerque al 100 por 100 renovables será cada día más difícil de articular discursivamente, después de declarar una emergencia energética para colarnos grupos de emergencia por la puerta de atrás o después de presionar para que salga adelante un proceso de concurrencia competitiva que renovará buena parte de la flota de grupos térmicos de combustibles fósiles de nuestras centrales. Por lo que naturalmente resulta más plausible comenzar a tocar en todas las puertas, tengan o no tengan que ver con el problema, para luego comparecer ante la opinión pública para decir: “Hemos hecho todo lo que ha estado en nuestra mano, pero no se ha podido conseguir”.

A todas estas, los vecinos del Charco y de Puerto del Rosario tendrán que seguir esperando varias décadas más para ver desaparecer la altamente contaminante central de Las Salinas por la ineptitud de los políticos locales y autonómicos. 

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