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Nos ha cogido sin confesarnos
Hemos estado a puntito de que nos coja la tercera guerra mundial en pleno Alumbrao, pero, en todo caso, nos hemos enterado al otro día y algunos ni eso. No estábamos preparados. Al fin y al cabo, cuando te evades de los noticiarios la vida es otra cosa, las sorpresas son para más tarde. Desde las filas independentistas catalanas –otra guerra– también llegan noticias de que con uno, el PSOE, o con otro, el PP, seguirán a lo suyo. Si lo hubiéramos sabido en pleno pescaíto se habría escuchado: “Son unos jartibles”.
Los sábados del Alumbrao, los sevillanos estamos en otras batallas. La primera, llegar al real de la Feria. Cuando ya estás reinando y relamiéndote porque vas a estar por fin, un año más, con tu familia, amigos, compadres, resulta que el Metro se rompe, el tráfico es un monumental atasco, los coches que vienen a hacer su abril te chantajean, los aparcamientos están hasta la bandera y todo con una jartá de calor. La otra batalla es salir para llegar a casa después de cumplir con un rito anual y llevar la americana al tinte.
Es nuestra guerra mundial. Si el alcalde de ahora, que antes era de Tomares, hubiera cumplido y hecho el teleférico desde el Aljarafe, no hubiera mejorado mucho la situación. Funcionamos con ocurrencias. Estos días el alcalde está muy atento al referéndum sobre la vuelta a la normalidad pre Espadas y poco a la mierda que hay por todas partes y eso que se han ido, eso dicen, los aficionados del Athletic y la gente bien de la Campana, de toda la carrera oficial de la Semana Santa, en general, ya no están en sus palquitos soltando lo suyo, tela marinera; y eso que llovió.
En ese alarde de democracia directa por qué no preguntar por los pisos turísticos, por el negocio de la vivienda o por la gentrificación de la ciudad
El PP le ha cogido el gusto a los referéndums y a los mediadores, y Rufián y Puigdemont lo han notado. Después del referéndum de Sevilla de ahora –en el de Espadas solo participó un 8%–, podría convocar otros, un poné, para esa locura de ampliación de la Feria o para decidir si la Semana Santa debe durar 365 días, y puestos, para decidir si esta ciudad puede sobrevivir con esta idea de convertirla en un parque temático de esencias y carajotadas.
En ese alarde de democracia directa por qué no preguntar por los pisos turísticos, por el negocio de la vivienda, según el Gobierno central, por la gentrificación de la ciudad, por la hegemonía del partido hostelero y el cofrade, por cuántos veladores tiene que haber por metro cuadrado, por no seguir.
Es nuestra fiesta, pagamos impuestos y tasas, y lo que es del pueblo no se vende, por mucha atención que nos presten televisiones
Si algo sufrimos en el Alumbrao, lo demás es fiesta, es de la imprevisión y la dejadez de los dirigentes municipales. Con la noche bien entrada, el real era una auténtica botellona y en ciertos lugares, la noche se pone incluso peligrosa. No nos lo merecemos. Es nuestra fiesta, pagamos impuestos y tasas, y lo que es del pueblo no se vende, por mucha atención que nos presten televisiones y medios de comunicación en general, para regodeo y vanidad de algunos, que miden el éxito de lo que es solo una fiesta anual al peso.
Uno pone la televisión y ve otra Feria, desconocida para nosotros, a la medida de lo que otros quieren ver y, de camino, explicarnos cómo quieren que seamos. Lo de siempre, ya sabemos. Quizá para aprender cómo debe ser la Feria, cómo debemos comportarnos, el alcalde podría personarse este año en la Verbena de la Paloma –eso sí que es una Feria, abierta a todos–, tiene quien lo invite, y también que vayan todos los medios de comunicación mesetarios que la tienen al laíto, y así, tomadas las notas adecuadas, aprenderíamos y organizaríamos una Feria en condiciones, incluso sin sevillanos.
Hemos estado a puntito de que nos coja la tercera guerra mundial en pleno Alumbrao, pero, en todo caso, nos hemos enterado al otro día y algunos ni eso. No estábamos preparados. Al fin y al cabo, cuando te evades de los noticiarios la vida es otra cosa, las sorpresas son para más tarde. Desde las filas independentistas catalanas –otra guerra– también llegan noticias de que con uno, el PSOE, o con otro, el PP, seguirán a lo suyo. Si lo hubiéramos sabido en pleno pescaíto se habría escuchado: “Son unos jartibles”.
Los sábados del Alumbrao, los sevillanos estamos en otras batallas. La primera, llegar al real de la Feria. Cuando ya estás reinando y relamiéndote porque vas a estar por fin, un año más, con tu familia, amigos, compadres, resulta que el Metro se rompe, el tráfico es un monumental atasco, los coches que vienen a hacer su abril te chantajean, los aparcamientos están hasta la bandera y todo con una jartá de calor. La otra batalla es salir para llegar a casa después de cumplir con un rito anual y llevar la americana al tinte.