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Diálogo, pero de besugos
Concluida la gran fiesta de la democracia, que más me pareció una orgía a la vista de los resultados, llega la hora del sesudo análisis para contribuir a arrojar un poco más de oscuridad a la ya sembrada por políticos, columnistas, empresarios y hasta por los obispos. Que otra cosa no, pero confusión tenemos hasta para regalar a los venezolanos.
Siguiendo el mandato del pueblo soberano, que acabó con el bipartidismo bipolar excluyente para instaurar el cuatripartidismo bipolar excluyente, los partidos se disponen a dialogar tal y como les hemos ordenado. Y lo han hecho con poco éxito y aun menor voluntad, de forma que lo ocurrido hasta ahora bien podría calificarse como diálogo, pero diálogo de besugos. Tan besugos, que podemos afirmar que no han entendido nada.
Como primera medida, todos ellos se han propuesto negociar señalando las muchísimas líneas rojas, naranjas, azules y moradas que no pueden traspasar. El PP se ha mostrado dispuesto a llegar a un acuerdo que no incluya a los malvados separatistas, a los populistas y a los rojos satánicos. O sea, un pacto con el PSOE, y si cuela, cuela. El PSOE, por su parte, no quiere ni ver en pintura al PP (normal después de tanta herencia recibida) y preferiría un pacto de izquierda, siempre que no sea demasiado a la izquierda y dejando fuera a los independentistas.
“Yo soy español”
C's ya ha anunciado que no irá con Podemos ni a heredar cortijos y tampoco se aliará con el PP para formar gobierno, a pesar de que el día de las elecciones, tras un pormenorizado estudio y reiteradas lecturas, Albert Rivera descubrió por fin lo que es. Y lo cantó: “Yo soy español, español, español”, más incluso que los del PP y Manolo el del bombo. Aunque no tanto como para correr riesgos, que es mejor ver los toros desde la barrera. Eso sí, exigiendo al PSOE que se ponga delante del morlaco a ver si hay suerte y le dan una tarascada. Esto debe ser la nueva política.
Y por fin el partido emergente, astringente e intransigente autodenominado Podemos, que podría apoyar a los socialistas si estos coinciden con ellos en que el principal problema de los españoles no es la vivienda, ni la calefacción de los viejos, ni la merienda de los niños pobres, sino el referéndum vinculante para Cataluña. Además, el presidente no podría ser Pedro Sánchez, el PSOE tendría que pedir perdón y autodisolverse, aceptar íntegro su programa electoral y, en fin, que los escarabajos peloteros tengan derecho a usar una carretilla. Condiciones razonables todas ellas, muy aplaudidas por los cuatro grupos parlamentarios en los que se dividirá Podemos en el Congreso, que otra cosa no, pero diálogo van a tener hasta hartarse, sobre todo cuando se vuelva a hablar del trasvase del Ebro, del cupo vasco, de las ayudas mineras o del AVE a cualquier sitio. Por cierto, ¿por qué no hay un grupo de Podemos andaluz? A lo mejor es que somos podemitas de segunda. Ya sé que me dirán que soy un ignorante, pero tampoco más que Pablo Iglesias con la historia de Andalucía.
Carta a los podemitas
Con este alentador panorama no estaría de más que los cabreados votantes de Podemos recibieran una carta como aquellas que escribía Saulo de Tarso después de caerse del caballo, para animar a los conversos a perseverar en el esfuerzo. Más o menos diría lo que sigue: “Queridos hermanos: tras el afianzamiento de la nueva religión, os conmino a que mantengáis la fe, ya que el premio se dará por añadidura. Si seguís dialogando de forma tan fructífera y sincera no alberguéis duda de que pronto se convocarán nuevas elecciones, en las que podremos destruir al Partido Socialista, el único y verdadero enemigo. Gracias por vuestra firme convicción y valiente postura. Os quedo profundamente agradecido.
Firmado: Mariano Rajoy Brey, el incorruptible. ¡Arriba España!“.
Concluida la gran fiesta de la democracia, que más me pareció una orgía a la vista de los resultados, llega la hora del sesudo análisis para contribuir a arrojar un poco más de oscuridad a la ya sembrada por políticos, columnistas, empresarios y hasta por los obispos. Que otra cosa no, pero confusión tenemos hasta para regalar a los venezolanos.
Siguiendo el mandato del pueblo soberano, que acabó con el bipartidismo bipolar excluyente para instaurar el cuatripartidismo bipolar excluyente, los partidos se disponen a dialogar tal y como les hemos ordenado. Y lo han hecho con poco éxito y aun menor voluntad, de forma que lo ocurrido hasta ahora bien podría calificarse como diálogo, pero diálogo de besugos. Tan besugos, que podemos afirmar que no han entendido nada.