Embestida

No me he equivocado. Embestir no es lo mismo que investir, aunque parece que quizá tengan la misma etimología. Malos tiempos. Se produce una gran embestida contra la estabilidad territorial de España. De unos y de otros, desde el integrísimo o unionismo al secesionismo. Al final, más de lo mismo, un intento de no entendernos, para al final sacar tajada.

No es difícil observar que el secesionismo anida en los territorios mejor posicionados, en lo que mis clásicos denominarían los territorios dominantes en un espacio, en este caso económico y político, de dialéctica centro-periferia, de desarrollo desigual. De dominación o de unos sobre otros. Esa es la historia del poder. Unos siempre quieren mandar sobre otros, sea dominación de clase, de género o territorial.

En eso estamos. La excusa es Cataluña pero ahí sigue estando Euskadi, un territorio, chico pero laborioso y protestón, coral, nada individualista, que sigue desde hace siglos, incluso con Franco, disfrutando de una posición fiscal envidiable por el resto del Estado. Desde la izquierda no se acaba de encontrar la solución, se esquiva; creen, creemos, que basta con decir que a la gente lo que le importan son los recortes y el paro. Es verdad, importan, pero ignorar los problemas territoriales de España, que es una cuestión de poder y de igualdad, siempre ha sido una debilidad o una dejadez acomplejada.

Javier Pérez Royo, constitucionalista, afirma que la Constitución territorial de España ya no existe, que no tenemos, que ha decaído el consenso territorial de España. Y todo porque Catalunya ya no se encuentra a gusto. Rubio Llorente, nada sospechoso de filibustero, como Javier, afirma, por su parte, que se puede y debe consultar a los catalanes sobre su encaje territorial en el resto del Estado. Rubio Llorente es tan independentista como Cameron y hasta más inteligente que él. Comparto sus opiniones. Creo que es bueno dar voz a los que saben y no están atrapados entre el embestir y el investir. Son dos personas a tener en cuenta, por sus trayectorias y por su pericia académica y sensatez.

Si recordamos a Machado, en España, de diez personas, nueve embisten y una piensa. Pues bien, Rubio Llorente y Pérez Royo no embisten, piensan. Pero si la Constitución territorial está rota, no estaría mal repescar el artículo 151. En virtud del citado artículo, los territorios se pudieron expresar. No todos los españoles en referéndum, como ahora se machaca salmódicamente, no. Cada uno, contemplado o que pudiera acogerse al dicho artículo. Y no se rompió España.

Yo no voté en Catalunya y dudo que algún catalán pudiera votar en Andalucía. Cada uno votó en lo suyo. Desde Andalucía , sinécdoque de su Gobierno, se hace una mala interpretación de nuestra historia de autogobierno. Los andaluces nos echamos masivamente a la calle un 4 de diciembre de 1977, no gritando España, España, España, sino, Andalucía, Andalucía, Andalucía. Por eso se firmó el Pacto de Antequera, para que Andalucía no se quedara fuera del pacto territorial al que habían llegado PSOE y la derecha, incluida la vasca y catalana, para un España desigual, réplica de la Constitución republicana de 1931. Lo rompimos democráticamente, para desolación de los arquitectos de la desigualdad, porque no estábamos dispuestos a ser discriminados por el simple hecho de que un golpe de estado fascista nos privara de refrendar un Estatuto de autonomía, cuyas bases habían salido ya de la Diputación de Sevilla en 1936 y que Blas Infante había empezado a defender por Cádiz, siempre Cádiz.

Los socialistas de hoy, más jacobinos si cabe, han olvidado la historia y hasta a los suyos, a Hermenegildo Casas, por ejemplo. El se batió entonces por el autogobierno de Andalucía. Esto se mueve, y solo habrá solución territorial si la construimos desde la periferia y no nos confundimos con otras cuestiones de partido o electorales. Algo se mueve en Andalucía. Dicen sus mentores que están defraudados con la estrategia doméstica del socialismo y decepcionados con el centralismo de Podemos, olvidados de Andalucía, entregados a sus éxitos electorales norteños. Creen que ha llegado la hora de una opción que recoja la tradición andaluza ,republicana, progresista y federal. Nos jugamos mucho. De nosotros depende.

No me he equivocado. Embestir no es lo mismo que investir, aunque parece que quizá tengan la misma etimología. Malos tiempos. Se produce una gran embestida contra la estabilidad territorial de España. De unos y de otros, desde el integrísimo o unionismo al secesionismo. Al final, más de lo mismo, un intento de no entendernos, para al final sacar tajada.

No es difícil observar que el secesionismo anida en los territorios mejor posicionados, en lo que mis clásicos denominarían los territorios dominantes en un espacio, en este caso económico y político, de dialéctica centro-periferia, de desarrollo desigual. De dominación o de unos sobre otros. Esa es la historia del poder. Unos siempre quieren mandar sobre otros, sea dominación de clase, de género o territorial.