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¡Mira, mamá! ¡Ahora sin Ciencia!
Mientras escribo esto el Presidente del Gobierno español aún no ha salido a dar la cara para explicar qué pasa con las declaraciones de su amigo Luis o, al menos, para comentar qué le ha parecido lo de Villa. Pero no pasa ná...
¿A quién le puede importar entonces que el organismo científico más importante de España esté al borde del colapso? ¿Qué más da? Están hundiendo la Sanidad y no pasa ná; están atacando ideológica y económicamente el sistema de Educación Pública y no pasa ná; están cerrando las puertas de la Universidad a los que tienen menos recursos y no pasa ná... Lo más increíble de todo: sobre el Presidente del Gobierno hay una sombra de fraude y tampoco pasa ná...
No quiero ni decirlo, pero me da a mí que en medio de este panorama desolador en el que los ciudadanos no saben dónde atender (si luchar por mantener la Sanidad pública, por la Educación pública, por la Universidad para todos, por el puesto de trabajo, por su casa, por sus ahorros, por sus pensiones...), queda poca gente, aparte de los implicados, claro, que esté preocupada por el ataque sistemático a la Investigación y a la Ciencia. Cada vez cuesta más convencer a alguien alógeno a los círculos científicos de la necesidad de invertir en Ciencia... Se me viene a la cabeza el poema de Niemöller, aquel que termina con aquello de “Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.
Pero, como dice Joan Massagué, “España sufre una demolición sistemática de la Ciencia”. Suena aterrador oír decir esto a uno de los investigadores más relevantes en el estudio de algo como la metástasis, ¿no?
Y parió la abuela. El Consejo Superior de Investigación Científica (CSIC) está al borde del colapso, como se ha dicho unas líneas antes, y necesita 75 millones de euros (y no 25 como dice el titular de El País) antes de que acabe el año. Efectivamente, el presidente del CSIC, a finales del año pasado admitió un déficit de 150 millones de euros y se comprometió a aplicar ajustes para reducirlo a 100. A principios de Junio se aprobó una nueva partida que destinaría 25 millones al Consejo. Yo no sé mucho de números, pero, faltan 75, ¿no? A lo que se refiere el titular de El País es a que la Secretaría de Estado solo está dispuesta a pagar 50 millones de esos 75 que faltan hasta los 100 que pedía el presidente del CSIC. Pero, por ahora, de los 100 solo se han concedido 25.
¿100 millones para la Ciencia? Mucha pasta, ¿no? O poca, si se compara con los 500 millones que recibe la fiesta nacional de las administraciones públicas, con los 600 millones que los clubes de fútbol deben a Hacienda o con los más de 13 millones mensuales que destina el Gobierno a la Iglesia Católica (aparte de las exenciones de impuestos y otras prebendas).
¿Es este el fin del CSIC? ¿Qué va a ser de los más de 100 centros del Consejo? ¿Qué será de los, aproximadamente, 12.000 profesionales que trabajan en él? ¿Qué será de la Ciencia en este país? ¿Qué será de nosotros? Sin Ciencia, no hay futuro.
El futuro de un país depende de su inversión en Educación y de su apoyo a la Ciencia, tal y como dijo Bernardo Herradón: “Los países no investigan porque son ricos, son ricos porque investigan”. Ahora sólo hay que despejar la x: un país que no investiga está condenado a la pobreza. El nuestro va camino del cadalso...
Pero claro, aquí lo que sobran son científicos, según dice Vela. Lo que necesitamos es simplemente un misal, una bufanda de nuestro equipo favorito y una mantilla para ir a los toros. Y exorcistas, por supuesto, muchos exorcistas, ¡que no falte de ná!
En fin, sé que este asunto del CSIC puede parecer pequeño en medio de la desolación y el desmantelamiento del sistema público y social, de todo el escándalo obsceno y vergonzoso en que está envuelto el partido del Gobierno; que nos están dando tantos golpes por todos lados que ya no sabemos hacia dónde mirar... Sin embargo, como ya dije alguna vez, no se trata de esconder la cabeza como hace el avestruz, porque el culo se queda fuera.
Mientras escribo esto el Presidente del Gobierno español aún no ha salido a dar la cara para explicar qué pasa con las declaraciones de su amigo Luis o, al menos, para comentar qué le ha parecido lo de Villa. Pero no pasa ná...
¿A quién le puede importar entonces que el organismo científico más importante de España esté al borde del colapso? ¿Qué más da? Están hundiendo la Sanidad y no pasa ná; están atacando ideológica y económicamente el sistema de Educación Pública y no pasa ná; están cerrando las puertas de la Universidad a los que tienen menos recursos y no pasa ná... Lo más increíble de todo: sobre el Presidente del Gobierno hay una sombra de fraude y tampoco pasa ná...