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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

No venceremos al terrorismo con racismo

16 de noviembre de 2020 22:08 h

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Sufrimos en Europa un recrudecimiento terrorista desde que el 25 de septiembre un ataque dejó dos heridos junto a Charlie Hebdo (donde se asesinó a doce en 2005). El 16 de octubre el profesor Samuel Paty fue decapitado, el 29 tres acuchillados en una iglesia de Niza murieron y el 3 de noviembre cuatro en Viena. Víctimas de la barbarie, como Juan Alberto González que murió en el atentado a Bataclan, entre otras 129 personas en París hace cinco años o Daniel Paz y 192 fallecidos más en los de Atocha 2004. Afrontamos un problema gravísimo y analizarlo no puede confundirse con dar razones para justificarlo, sino con buscar el modo más eficaz y rápido de vencer al terrorismo.

España puede jugar un papel clave por la experiencia de vencer a ETA que en treinta y seis años asesinó a 829 personas con sus tiros en la nuca, bombas lapa, paquetes bomba. Los españoles sabemos que derrotar a la banda fue tarea de muchos frentes: policial, judicial, político… Pero el punto decisivo para vencer fue no amparar el terrorismo de Estado (GAL), llevando a la cárcel nada menos que al ministro del Interior de Felipe González, José Barrionuevo y su secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera. Los ciudadanos nos aferramos a la democracia, la ley y los derechos humanos. Levantamos manos pintadas de blanco y en toda España, también Euskadi, les gritamos –con más brío tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco- “¡Aquí estamos, nosotros no matamos!”. ETA perdió el apoyo social y sin cimientos no aguantó.

Al terrorismo que irrumpió en nuestras vidas aquel 11S de 2001 al estrellar dos aviones contra las Torres Gemelas de Nueva York, el que dice actuar en nombre de Alá, como los etarras reclamaban luchar por el pueblo vasco hay que oponerle el espejo de la democracia, la ley y los derechos humanos. Y no cometer el error de, en lugar de eso, como se está haciendo, estigmatizar a la comunidad musulmana y, abriendo más el círculo, al colectivo migrante.

Bulos en periódicos “serios”

Noticias falsas, bulos y malas prácticas se están dando con alarmante impunidad, no ya en las redes sociales señaladas como fábricas de fake news, sino en el periodismo clásico. Cuatro afectados llevan a juicio este diciembre en Sevilla a ABC porque ilustró su noticia de que el padre de un detenido por preparar un atentado era hijo de un imam con una foto en la que el hombre salía con ellos en un encuentro de representantes de comunidades musulmanas sevillanas del año previo. Todos sin pixelar, a cara descubierta, sin pie de foto sino con el cintillo “TERRORISMO YIHADISTA”. ABC no ha publicado desmentido, ni disculpa y, aunque, ha cambiado el cintillo por un pie donde aclara quién es el padre del detenido, mantiene casi dos años después la imagen con estas personas ajenas a la detención y que denuncian haber sufrido por la publicación y los retuiteos del cabecilla de Vox, Santiago Abascal, y virulentos de extrema derecha.

No es un caso único. En octubre El Mundo atribuyó falsamente un robo tras protestas anti-confinamiento en Barcelona a un joven que nada tenía que ver pese al retuiteo del eurodiputado de Vox Herman Tertsch. El profesor de Sociología de la Universidad de Granada, Pablo Galindo, concluye en su estudio 'La islamofobia en el sur de Europa', que los medios de comunicación estigmatizan al Islam. Mientras, la denuncia de dos mujeres en París, de haber sido acuchilladas al pie de la Torre Eiffel, por llevar velo, a la semana de la decapitación de Paty, apenas logra eco aquí y, en Francia, se publica como un caso “entre interrogantes” o “con sombras”.

Si la publicación en el BOE de medidas de control informativo despiertan justificados recelos, ya que la libertad de prensa hay que protegerla del control ejecutivo, los profesionales estamos obligados a un auto-control exhaustivo.

Islamofobia y racismo de la UE

Ya fue preocupante el Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo presentado en septiembre por la Comisión Europea que entonces analicé como “planificación del horror”. Pero ahora el Consejo de Europa difunde la Declaración de los ministros de interior de la UE sobre los recientes ataques terroristas en Europa y constatamos que es un documento estigmatizador de los migrantes que empuja en sentido contrario al que necesitamos para vencer al terrorismo.

Como bien explica la corresponsal de la SER en Bruselas, Griselda Pastor, el escrito sobre lucha anti terrorista dedica todo un epígrafe «al problema de la “cohesión social”, dando por hecho que el inmigrante es culpable por dejación de su falta de integración». Pero los autores de la matanza en París hace cinco años no eran mayoritariamente extranjeros y quien ha decapitó ahora a Samuel Pati llegó de Moscú a Francia con seis años. “Nuestra batalla contra el terrorismo no es directamente una batalla contra el Islam”, llegaba a explicitar su islamofobia la UE en el borrador al que tuvo acceso Pastor y del que ha eliminado la frase aunque no la estigmatización general islámica.

Además, como pregunta Pastor, si la cohesión social, es clave, ¿por qué no hay medidas, ni presupuesto para promoverla sino solo un enfoque de control fronterizo y deportaciones? Se impone entre los 27, sea cual sea la ideología de sus gobiernos, la estigmatización del migrante que, recuerda Pastor, era distintiva de la derecha radical europea.

Nos asustan con tasas de migración entre el 0,01 y el 0,1%

Los porcentajes de migración boicotean la empatía humana ante la madre que esta semana perdió a su bebé Joseph o el niño de seis años Bangaly que se quedó sin madre en el naufragio atendido por Proactiva. Y los que habrá cuando no miramos. Pero es útil atender a números clave para cuestionar qué sentido tiene la escalada de la Industria del Control Migratorio (el informe PorCausa revela las empresas que se lucran y los ex altos cargos públicos recolocados en ellas).

Cojamos un año récord de llegadas de pateras, 2018, cuando llegaron a España 64.300 migrantes sin permiso, el doble de los 32.500 de 2019. Vale, pues incluso en ese caso máximo, para una población nacional de 47 millones de españoles eso es el 0,1%, para los 500 millones de Europa, el 0,01%. Sobre el conjunto de África son el 0,005%. Incluso, sobre el conjunto de la migración recibida es nada porque los migrantes que llegan a España en patera o cayuco son el 1% de la migración total, frente al 67% que viene en avión con visa turista, ahí venezolanas y colombianas que cuidan de niños y ancianos, o el 12% en bus.

¿Se justifica un gasto exacerbado, que podría destinarse a salud o educación, para frenar una migración de estas tasas y que necesitamos?

El racismo, raíz maligna

Entre quienes se juegan la vida para llegar a Europa –España es tierra de paso, como Ceuta, Melilla y Canarias- muchos huyen del terrorismo del que, una vez aquí les acusamos. Cerramos los ojos a los 22 universitarios asesinados este octubre en Kabul (Afganistán). En cambio, que Arabia saudí sea origen de la interpretación más radical del Islam, de Bin Laden y sus secuaces nunca ha impedido que su monarquía, implicada en asesinatos como el del periodista Jamal Khashoggi, sea socio de EEUU, Europa, nuestro emérito Juan Carlos y su heredero Felipe VI.

En su reciente análisis postelectoral de EEUU, la Premio Princesa de Asturias de Humanidades, Alma Guillermoprieto asegura que el racismo engendró el monstruo de un trumpismo entendido como ola antidemocrática que no acaba aunque Trump deje de ser presidente. También Europa se desliza por la pendiente racista cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, reacciona ante el terrorismo diciendo que “el miedo que tiene que cambiar de bando”.

Francia, mucho anti-racismo que demostrar

La Unión Europea y sus países tenemos mucho racismo y neocolonialismo que corregir en nuestra relación con la orilla sur del Mediterráneo y África. Los acuerdos pesqueros que esquilman caladeros de Marruecos, Sáhara Occidental o Senegal impelen a migrar a pescadores africanos que no capturan ya nada. Además, cada vez que un resultado electoral no nos gusta apoyamos corruptas y dictatoriales elites locales (Frente Islámico de Salvación argelino en 1992, Hamás en Palestina en 2006, Hermanos Musulmanes en Egipto en 2013). Occidente abomina del islamismo político como si aquí no existiera la democracia cristiana, nuestros ministros no hubieran jurado sus cargos frente al crucifijo o Joe Biden no fuera a ser investido con una mano sobre la Biblia.

Y Francia… La película Los Miserables en 2019 reiteró un diagnóstico que ya evidenció El odio ¡hace 25 años! La violencia engendra violencia. Sea la marginación de franceses de segunda o tercera generación, sea una política exterior que impone el franco a catorce de los cincuenta y cinco países africanos, o lleva a Macron a plantarse en Beirut tras la explosión del puerto para criticar la ineptitud libanesa. ¿Alguien imagina que nadie impusiera su moneda a Francia o que el presidente libanés fuera a París tras el incendio de Notre Dame a afearles la incapacidad?

Construir la paz social

Los dos mil hacinados en el muelle canario de Arguineguín tienen derecho al asesoramiento legal que se les está negando cuando sus abogados firman sus expulsiones sin siquiera verles . Los veintidós recién deportados al reiniciarse esta semana los vuelos de expulsión a Mauritaria tenían derechos que se han pisado. No dejaríamos a dos mil blancos tirados en un muelle, ni los deportaríamos por decenas a donde morirán, ni los dejaríamos ahogarse por miles en el mar. La ley tiene que servir para hacer justicia por la asfixia del menor Illyas Tahiri en el centro donde le tutelaban y no para dar apariencia de legalidad a expulsiones que violan la declaración universal de los derechos humanos.

Si no actuamos en el más estricto y garantista marco de la democracia, no dejaremos al terrorismo internacional sin sustento social. Y no acabará.

 

Sufrimos en Europa un recrudecimiento terrorista desde que el 25 de septiembre un ataque dejó dos heridos junto a Charlie Hebdo (donde se asesinó a doce en 2005). El 16 de octubre el profesor Samuel Paty fue decapitado, el 29 tres acuchillados en una iglesia de Niza murieron y el 3 de noviembre cuatro en Viena. Víctimas de la barbarie, como Juan Alberto González que murió en el atentado a Bataclan, entre otras 129 personas en París hace cinco años o Daniel Paz y 192 fallecidos más en los de Atocha 2004. Afrontamos un problema gravísimo y analizarlo no puede confundirse con dar razones para justificarlo, sino con buscar el modo más eficaz y rápido de vencer al terrorismo.

España puede jugar un papel clave por la experiencia de vencer a ETA que en treinta y seis años asesinó a 829 personas con sus tiros en la nuca, bombas lapa, paquetes bomba. Los españoles sabemos que derrotar a la banda fue tarea de muchos frentes: policial, judicial, político… Pero el punto decisivo para vencer fue no amparar el terrorismo de Estado (GAL), llevando a la cárcel nada menos que al ministro del Interior de Felipe González, José Barrionuevo y su secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera. Los ciudadanos nos aferramos a la democracia, la ley y los derechos humanos. Levantamos manos pintadas de blanco y en toda España, también Euskadi, les gritamos –con más brío tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco- “¡Aquí estamos, nosotros no matamos!”. ETA perdió el apoyo social y sin cimientos no aguantó.