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Segundo tren para Susana Díaz

“Susana Díaz se va a presentar”. Podría ser el arma arrojadiza que los enemigos de Pedro Sánchez utilizan para sacar al actual secretario general de sus casillas. Podría ser el deseo de los populares, que verían cumplidos los pronósticos que plenos alternos sacan en el Parlamento de Andalucía, y poder esgrimir un “os lo dije”. Podría ser la manera que tiene Díaz de no dejar de estar de actualidad y en el plano nacional. Podrían ser todas, o ninguna, o la suma de varias. Pero las aspiraciones de Díaz, legítimas por otro lado, de liderar su partido no se ponen prácticamente en duda. Otra cuestión es el cuándo.

El escenario ideal para la salida a la palestra nacional de la política andaluza sería que no haya acuerdo de Gobierno, se convoquen nuevas elecciones generales y Pedro Sánchez no mejore sus resultados. Puestos a rizar la perfección de la situación, lo suyo es que Sánchez sacara menos diputados.  Y en el hipotético y futuro Congreso, los militantes castigasen a Sánchez eligiendo a Susana Díaz. Pero son muchas las carambolas.  Por supuesto es posible pero, igualmente evidente, no es seguro. Fuentes del partido en Andalucía insisten en que esto es mucho especular y que lo importante es formar Gobierno. Que es sólo una manera de equilibrar la balanza de poder. Pero a nadie se le escapa que los deseos de Díaz pasan por Pedro Sánchez.

Es verdad que la que parece una inminente patada hacia delante de la fecha del Congreso ha eliminado muchos riesgos, tanto para Sánchez como para Díaz. Entre ellos, para esta última, el de dar por muerto a quien aún no ha muerto como sujeto político, presentarse oficialmente y encontrarse con que hay un acuerdo que permite ser a Sánchez presidente.  O el riesgo de disputar el liderazgo a quien se ha ganado dentro de su partido al menos el derecho a presentarse como secretario tras los meses de negociaciones con otras fuerzas políticas. Porque es un hecho que Pedro Sánchez ha sobrevivido a sí mismo y a las expectativas que muchos tenían sobre él.

Pero también es cierto que aún hay costes.

Si Pedro Sánchez logra Gobierno, ahí se queda todo. Y aún así, la presencia permanente del nombre de Susana Díaz en las quinielas también habrá supuesto un desgaste. Socialistas andaluces creen que sólo sale el nombre de Susana Díaz cuando se quiere presionar a Sánchez y que no saque los pies del camino trazado por el Comité Federal. Mientras, la líder andaluza no desmiente los rumores ni las afirmaciones. Es una forma de estar siempre en el candelero y en primera línea de la atención mediática. No obstante, el permanente amago suena a cuento de la lechera con riesgo de romper el cántaro. Y no parece casar mucho con la presidenta.

Si Pedro Sánchez no sale mal parado en las generales,  los resultados y el  trabajo de negociación de estos meses le ha valido el respeto interno de muchos. Lo suficiente como para que no se entendiera su ausencia como candidato a la secretaría general del partido. Disputarle el liderazgo de forma evidente no saldría gratis, y aún pudiendo vencer, Díaz no tendría a todo el partido con un respaldo monolítico. Y aún así, como dice un veterano socialista, todo depende del margen de Sánchez en las aún hipotéticas elecciones. No es lo mismo defender el liderazgo con 91 que con 100. Y ni siquiera todo su éxito depende de él sólo. Una vez más, el escenario negociador daría cartas a otros partidos en su particular lucha de poder interna.

Y se puede hablar del coste de dejar Andalucía (algo que no parece importar mucho a los socialistas de la Corte que la respaldan y animan). Supondría colocar un cuarto presidente en la región, el cuarto en cinco años. Además, sin liderazgo sustituto evidente, cuando el PSOE andaluz no pasa por su mejor momento y no ha dejado de perder votos. Sería posible pero poco comprensible tener a una secretaria general del partido socialista en España que compaginara su papel con el del presidenta de una comunidad de 9 millones de habitantes. Y después, convencer a Ciudadanos para mantener su apoyo, aunque algunos socialistas creen que ese problema sería menor si las elecciones generales ya se han celebrado.

Mucho ruido y pocas nueces. En eso se pueden quedar los amagos de Susana Díaz como no se mantengan alineados los astros lo suficiente como para que la ahora presidenta de Andalucía pueda llegar a un Congreso socialista como candidata cuasi única a la secretaría general de los socialistas.  Y sin embargo, el ruido, se presente o no, tendrá un coste. Porque, como se decía en la comedia de Shakespeare,  “una victoria es doble cuando el vencedor regresa entero”. Y en toda esta batalla interna, pase lo que pase, Susana Díaz va a tener pérdidas por el camino,  y su imagen no va a llegar intacta.

“Susana Díaz se va a presentar”. Podría ser el arma arrojadiza que los enemigos de Pedro Sánchez utilizan para sacar al actual secretario general de sus casillas. Podría ser el deseo de los populares, que verían cumplidos los pronósticos que plenos alternos sacan en el Parlamento de Andalucía, y poder esgrimir un “os lo dije”. Podría ser la manera que tiene Díaz de no dejar de estar de actualidad y en el plano nacional. Podrían ser todas, o ninguna, o la suma de varias. Pero las aspiraciones de Díaz, legítimas por otro lado, de liderar su partido no se ponen prácticamente en duda. Otra cuestión es el cuándo.

El escenario ideal para la salida a la palestra nacional de la política andaluza sería que no haya acuerdo de Gobierno, se convoquen nuevas elecciones generales y Pedro Sánchez no mejore sus resultados. Puestos a rizar la perfección de la situación, lo suyo es que Sánchez sacara menos diputados.  Y en el hipotético y futuro Congreso, los militantes castigasen a Sánchez eligiendo a Susana Díaz. Pero son muchas las carambolas.  Por supuesto es posible pero, igualmente evidente, no es seguro. Fuentes del partido en Andalucía insisten en que esto es mucho especular y que lo importante es formar Gobierno. Que es sólo una manera de equilibrar la balanza de poder. Pero a nadie se le escapa que los deseos de Díaz pasan por Pedro Sánchez.