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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

Suspenso en materia violencia

Acaba el curso 2014-2015 y hay un suspenso general: el de la violencia. El suicidio de una alumna por acoso en Madrid y las tres denuncias diarias de agresiones machistas adolescentes espantan. El programa finlandés KiVa funciona y se exporta por Europa y EEUU. Pero en España -donde proliferan campañas y apps anti-agresiones- la solución implica superar la hipocresía entre lo políticamente correcto y los valores reales.

El informe ANAR con 278 llamadas de adolescentes maltratadas por sus parejas en 2014, revela que en el 71,9% de casos la violencia de género era diaria, aunque el 51% de sus víctimas no se reconocieran como tales.

¿Cómo las jóvenes se someten a novios violentos cuando no las educamos para ser sumisas? se preguntaba Pepa Bueno en el Hoy por hoy de 17 de junio sobre maltrato adolescente emitido desde el instituto Aldebarán de Alcobendas. El 19 de junio Angels Barceló en Hora 25 de la misma Cadena SER planteó un debate sobre Literatura juvenil en que expertas diagnosticaron que la clave de súper-ventas como Crepúsculo, After, los libros de Federico Moccia o Blue Jeans es ser la eterna historia que nos ha gustado siempre: ese chico no me conviene pero le quiero un montón (...) Alguien a quien deseas hasta con los huesos pero (...) conseguirlo es morirte. Pero bueno, ahí está el amor, ¿no?

La perpetuación del rol de geisha en libros y películas reporta ingresos millonarios. Una suculenta caja que Carrefour querría hacer con esos biquinis con relleno para niñas de 9 a 14 años que la asociación de consumidores Facua exige retirar.

Bullying

En el bullying (acoso al diferente o débil) acierta el programa KiVa en que la clave está, más que en víctima o acosador, en la masa que consiente por indiferencia o miedo.

Ahí los adultos españoles también debemos reconocer que predicamos solidaridad a los adolescentes, cuando en nuestras relaciones sociales y profesionales trae más cuenta la omertá. Una herencia recibida del franquismo donde de callar y fingir dependía conservar la vida, trabajo y sustento como testimonia en sus memorias el fallecido psiquiatra afincado en Córdoba Carlos Castilla del Pino.

Para inculcar a los jóvenes que el éxito de la fama, el dinero, la belleza hipersexualizada, la conquista de la cima social a base de trepar y someter a los demás son valores frívolos, tóxicos, destructivos no vale sólo sermonear. Mientras consintamos que la ONU nombre embajadora para la Nutrición a una mujer ejemplo de pésima alimentación seguiremos en el reino de la burda hipocresía.

Tenemos que conquistar la credibilidad como sociedad para atraer a los ciudadanos futuros a un proyecto que compartamos, con ilusión y convencimiento. En esta vital materia, con las actuales tasas de violencia, debemos considerarnos todos cateados. Y aprovechar los meses de verano para, en septiembre, afrontar un curso donde con las Matemáticas, Lengua, Literatura, Ciencias, Idiomas... aprobemos Convivencia.

Acaba el curso 2014-2015 y hay un suspenso general: el de la violencia. El suicidio de una alumna por acoso en Madrid y las tres denuncias diarias de agresiones machistas adolescentes espantan. El programa finlandés KiVa funciona y se exporta por Europa y EEUU. Pero en España -donde proliferan campañas y apps anti-agresiones- la solución implica superar la hipocresía entre lo políticamente correcto y los valores reales.

El informe ANAR con 278 llamadas de adolescentes maltratadas por sus parejas en 2014, revela que en el 71,9% de casos la violencia de género era diaria, aunque el 51% de sus víctimas no se reconocieran como tales.