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Vox, el lobo y el botón del pánico

El portavoz del grupo parlamentario Vox en Andalucía, Alejandro Hernández, en una foto de archivo.

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La literatura infantil es una fuente inagotable de sabiduría e inteligencia. Hay títulos eternos que regresan y se mimetizan con la realidad de una manera asombrosa. Ante determinadas situaciones, saltan como panteras al acecho en nuestros cerebros. Eso ha pasado con la reacción de Vox Andalucía de este jueves. “Vox se replantea su relación con el Gobierno andaluz tras las palabras de Casado”, dice la noticia. E inmediatamente, como un luminoso de bar nocturno, brilla: “Pedro y el lobo”.

Porque el partido de extrema derecha vuelve a amagar y a centrar la atención sobre sí (qué gran sentido de la escena). “Que viene el lobo, que viene el lobo”. A los de Abascal les gusta tener el dedo suspendido sobre el botón rojo del pánico para mantener a raya a sus socios en el Gobierno bipartito en Andalucía. Pero, de momento, no lo han apretado nunca. Y no es la primera vez. Aquí, un repaso cronológico.

La primera ocasión se remonta a diciembre de 2018. Apenas unas semanas después de los resultados electorales, Vox amenazó a PP y a Cs justo después de que estos hubieran cerrado su acuerdo de Gobierno. La formación, entonces liderada por el ex juez Serrano en Andalucía, aseguraba que su apoyo estaba condicionado a que el PSOE saliera de inmediato de la ecuación de posibles pactos parlamentarios y de Gobierno. Una forma de presionar a Ciudadanos que, entonces, quería situarse lejos de la formación de Abascal. De hecho fue el PP, y no los naranjas, los que firmaron el acuerdo que les está permitiendo gobernar en una pirueta sin precedentes.

Entre mayo y junio de 2019, se produjo la amenaza aparentemente más seria que se recuerda. El grupo parlamentario andaluz presentó una enmienda a la totalidad a los presupuestos de 2019 del nuevo Gobierno y estiró la advertencia y la tensión hasta el mismo día de la votación. Hubo preocupación en las filas del gobierno, pero se resolvió. Porque Vox no suele pedir grandes partidas de presupuesto (más costoso de encajar), si no colocar su marco mental en los papeles oficiales. Y así fue como entraron los discutibles conceptos de “violencia intrafamiliar” e “inmigración irregular” en los presupuestos de aquel año. Ese fue el precio.

También en junio de 2019, pero en el plano local, Vox utilizó la advertencia como estrategia. Nada de apoyo a Cs y PP si no entraban en el Gobierno de la ciudad de Granada. Los votos de los tres concejales siguen siendo necesarios en el pleno nazarí, pero los concejales de Vox no están el gobierno municipal.

En enero de 2020 amenazaron con retirar el apoyo a las políticas de la Junta de Andalucía si no se implantaba lo que ellos denominan el “veto parental” en Andalucía. En esta ocasión, los partidos de Gobierno consiguieron dejar en el aire la medida mareando a sus socios parlamentarios.

La más reciente bravuconada ha tenido lugar este mismo mes de octubre, cuando los de Vox han recordado a la consejera de Bienestar Social que son imprescindibles. “Si nos sigue buscando nos acabará encontrando”, espetaron a Rocío Ruiz después de que la consejera de Ciudadanos afirmara que “Vox no tiene nada que ver conmigo” mientras aprobaba la puesta en marcha del teléfono de violencia intrafamiliar, una de las peticiones del acuerdo de la formación de Abascal con los populares andaluces.

Y por último, este jueves. Tras las declaraciones de Pablo Casado en el Congreso donde el líder del PP ha querido distanciarse de Vox lo máximo posible (recordemos que ya lo intentó en otro momento llamándolos ultraderecha y después rectificó), la extrema derecha andaluza ha reaccionado posponiendo una reunión para negociar el presupuesto de la Comunidad Autónoma al lunes y haciendo sobrevolar una nueva amenaza sobre el Gobierno andaluz. Otra vez el dedo sobre el botón rojo.

Pero ¿qué pasaría si apretaran el botón del pánico de verdad, si descolgaran el teléfono rojo para consumar la amenaza? ¿Que Andalucía prorrogaría los presupuestos en el peor de los casos? ¿Desestabilizaría al Gobierno de la región? ¿O pagaría el peaje de ser el responsable de que en la Comunidad Autónoma no se haya podido disponer de las cuentas en medio de esta grave pandemia? ¿Creen que sus adversarios políticos no lo utilizarían para hacer volver a su electorado a las filas del PP? ¿Qué alternativa tienen? ¿Alinearse con el bloque de izquierdas en el Parlamento?

En esta ocasión ¿cuál será el precio a pagar en el nuevo presupuesto? Muy cuantioso en términos presupuestarios seguro que no, así es más fácil que digan que sí. ¿En qué se va a notar la exigencia? ¿Qué nuevo marco mental falso van a colocar a cambio de su apoyo?

Y la última pregunta: ¿Durante cuánto tiempo se puede usar la estrategia del dedo sobre el botón sin que pierda efecto? ¿Cuántas veces se puede meter miedo con el lobo? Puede que el asunto resulte al final como en el cuento. Que cuando la amenaza sea real, haya habido tantos amagos que haya dejado de funcionar. Y que para cuando el lobo aparezca, ya no le tengan ningún miedo.

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