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Díaz en clave nacional: pacto anticorrupción, reforma de la Constitución y rechazo al independentismo

La que se convertirá en la mujer con más poder de España, gobernando a prácticamente el 20% de la población del país, ha abierto este miércoles las tres jornadas que transcurrirán hasta que sea investida el sábado como presidenta de Andalucía. Susana Díaz ha hablado en el Parlamento de Andalucía con el aplomo sereno que exhibe desde que supo que su fulgurante carrera iba a seguir la vía institucional, en lugar de la orgánica por la que muchos apostaban. 33 folios de discurso en los que Europa se ha quedado fuera. No así el Gobierno de la Nación ni Mariano Rajoy para quien, sin apenas nombralo, ha lanzado varios mensajes. La hora y poco que ha tardado en leerlo ha sido tiempo suficiente para que se convirtiera en píldoras de un máximo de 140 caracteres en un Twitter que ha colocado este momento histórico entre los más comentados en la red social.

Sus primeras palabras las ha dedicado a las mujeres que han sufrido discriminación o violencia de género: “Ojalá este paso que damos hoy sirva para apuntalar todavía más la igualdad”. Y a partir de ahí no ha querido extenderse más en su condición de mujer, aunque tal vez, como decía José Antonio Griñán, se notaba en la concreción de su intervención: “Las mujeres van a lo concreto mejor que los hombres y eso se ha visto en su discurso”.

De hecho, pretende aumentar la capacidad de control de la Cámara de Cuentas de Andalucía, con la posibilidad también de multar a los responsables políticos que no rindan sus cuentas; obligar a que los cónyuges de los cargos públicos presenten sus declaraciones de la renta aunque haya separación de bienes; y prohibir donaciones privadas a los partidos. Medidas algunas de alto calado que trasladará al presidente del Gobierno de España porque propone un pacto “con vocación nacional” para la regeneración democrática.

En la misma línea de reconciliar a la ciudadanía con la política, se ha comprometido a presentar el proyecto de Ley de Participación antes de que termine el año. Y de la transparencia, cuya ley ha liderado como consejera de Presidencia, y que quiere convertir en seña de identidad de su mandato, ha desvelado que conllevará entre otras cosas que se conozca con antelación el orden del día de cada Consejo de Gobierno, y luego sus expedientes, y también ha prometido un Debate del Estado de la Comunidad para rendir cuentas de su gestión cada seis meses y no cada 12. Así como a incluir parámetros de desigualdad en los análisis de la realidad del Gobierno porque un gobernante “no puede estar sólo pendiente del Ibex 35”.

En esa preocupación por la desafección de la ciudadanía, ha vuelto a hablar de corrupción, sin mencionar el caso ERE, una de las motivaciones de la renuncia de su predecesor. El portavoz del grupo parlamentario del PP Carlos Rojas la ha acusado de “esconderlo” en su discurso, donde Susana Díaz sí ha insistido en que luchará contra la corrupción, que la “avergüenza”, con “tesón” y que pondrá en marcha las medidas necesarias también para acabar con el fraude fiscal o para evitar que las políticas sociales lleguen a quien no corresponde.

Ha prometido facilitar la inversión y apoyar a los emprendedores, especialmente con la puesta en marcha de un instituto público de crédito de Andalucía (ya existe un grupo de trabajo para ello). Sin embargo, los comentarios de beneplácito por un lado, y de desconfianza por otro, se han sucedido cuando se ha centrado en la necesidad de agilizar los trámites para la creación de empresas, una promesa que pierde cierto sentido, no tanto por su eterna reiteración, sino porque sí hay organismos como la agencia IDEA que permiten constituir una en 24 horas. ¿Habría entonces que preguntarse por medidas que garanticen su supervivencia?

Pero Susana Díaz tampoco parece tener la varita mágica, y su anunciada apuesta por un nuevo modelo económico se ha quedado de momento en convocar a todos los agentes sociales e instituciones para sentar las bases de una “renovada estrategia de crecimiento”. Igual que buscará apoyo para esto, evaluará la eficiencia de los entes instrumentales de la Junta de Andalucía, para lo que convocará una “comisión de expertos” antes de que termine el año.

En relación a dos propuestas de los socios de IU, con los que ha asumido el pacto “en su integridad”, ha hablado en primer lugar de la necesidad de abordar los impuestos “para una mayor corresponsabilidad fiscal”, y aunque no ha manifestado la intención de subirlos, tampoco ha cerrado tajante esta puerta, dentro del estrecho margen que tiene Andalucía. Y en segundo lugar, también del banco de tierras, que ha convertido en una suerte de Observatorio de Tierras que “analice y diagnostique la situación actual y la proyección de futuro”.

Gesto con los alcaldes

Ha tenido un guiño municipalista, y ha prometido visitar a todos los alcaldes de las ciudades medias, cosa que no hizo su predecesor. Este compromiso, por cierto, ha provocado sonrisas entre los regidores que ocupaban la bancada del PP. Pero no ha hecho ninguna referencia a Europa. Otra diferencia con su antecesor. Sí varias a políticas nacionales, las mismas que cuando fue designada por el comité director del PSOE-A como candidata: la necesidad de reformar la Constitución Española y su preocupación por el independentismo. “Vivimos un desafío soberanista, el protagonizado por el Gobierno de Cataluña, al que no puede responderse desde la pasividad o el inmovilismo”.

Ha reiterado también el rechazo a la Ley para la Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, sin descartar el recurso ante el Tribunal Constitucional que ya está en estudio. “No estamos ante un problema de exceso de democracia, sino de exceso de burocracia”, ha dicho, insistiendo en que “no sobran ni concejales ni diputados”. En estas críticas a las políticas de Mariano Rajoy ha mencionado también la reforma laboral, en la educación, en la sanidad y en la justicia, como responsables de la pérdida de derechos. Y por el contrario, ha expuesto que Andalucía tendrá para 2014 unos presupuestos donde se mimarán, dentro de lo posible, la sanidad, la dependencia y los servicios sociales, sin olvidar las políticas de fomento del empleo. Nada de esto ha pasado desapercibido a la delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, quien le ha reprochado sus “tics a la confrontación” y le ha exigido “más lealtad” institucional.

Presentes y ausentes

Desde la tribuna de invitados la escuchaban, entre otros, el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Santiago Herrero; los secretarios regionales de CCOO y UGT, Francisco Carbonero y Francisco Fernández; el responsable interino de la RTVA, Joaquín Durán; el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu; el presidente de la Cámara de Cuentas, Antonio López; y el del Consejo Consultivo, Juan Cano Bueso. José Rodríguez de la Borbolla, quien se había mostrado crítico con la candidatura de Susana Díaz a las primarias, ha sido el único expresidente de Andalucía en las filas de invitados, mientras que el saliente José Antonio Griñán, que fue de los primeros en llegar y poco después de las 10.00 ya estaba en la cafetería del antiguo Hospital de las Cinco Llagas, ha seguido el discurso desde su escaño.

Expresidentes parlamentarios como Javier Torres Vela y Ángel López; la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano; la portavoz del partido en el Congreso de los Diputados, Soraya Rodríguez; la diputada Rosa Aguilar; el senador Juan Espadas, a quien muchos ven ya sin escaño a favor de José Antonio Griñán; el alcalde de Alcalá de Guadaíra, Antonio Gutiérrez Limones, que pugnó con Susana Díaz por la secretaría general del PSOE de Sevilla y al que algunos ahora incluso apuntan como posible consejero; el coordinador regional de IU, Antonio Maíllo; o el presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, sentado al lado del marido de la protagonista, José María Moriche, han sido algunos de los asistentes. También han estado todos los consejeros, muchos de los cuales dejarán de serlo en horas, a excepción del hasta ahora titular de Agricultura, Pesca y Medioambiente, Luis Planas, que intentó competir con ella en las primarias para ser candidato del PSOE-A y que, tras no conseguir los avales suficientes, anunció su dimisión.

Susana Díaz se ha despedido con una retahíla romántica de su Andalucía soñada: “donde reine la igualdad y la esperanza y se ahuyente el pesimismo para superar la crisis”. “Probablemente esta aspiración no sea más que una de esas utopías modestas que dan sentido a la vida de las personas”. Y ha cosechado entonces el último aplauso y este del final no ha llegado ni a 30 segundos, pero eso sí, con todos los socialistas de pie, mientras que los socios de IU -cuyos diputados lucían pegatinas de no a la guerra para la ocasión- han preferido seguir sentados.