La minería tiene mala imagen, y el propio sector es consciente. En 2021 facturó en Andalucía 4.000 millones de euros, invirtió 220 millones y consolidó 10.000 puestos de trabajo directos, alcanzando los 30.000 indirectos e inducidos. Pese a lo rutilante de las cifras, que aseguran no van a dejar de crecer en los próximos años, las empresas mineras asumen que la batalla de la opinión pública la van perdiendo; de ahí que en su afán por mejorar su imagen se aferren a otros factores que ahora pueden calar mejor en el público, como que los minerales que se extraen son clave para un futuro “verde y sostenible”. Lo subraya la propia industria al ser básicos en la producción de energías alternativas o incluso el desarrollo del coche eléctrico. O que son materias primas estratégicas para garantizar una cierta autonomía económica y no depender de terceros países, un argumento que ahora se puede entender mejor en el contexto del terremoto económico provocado por la invasión rusa de Ucrania.
De todo eso y de otros retos de futuro del sector se habla en la cuarta edición del Salón Internacional de la Minería (Mining and Mineral Hall, MMH), que se celebra en Sevilla entre los días 18 y 20 de octubre, y en el que se pone el acento en cuestiones como “sostenibilidad ambiental”, “compromiso social” y “seguridad”. Lo que para los ecologistas no deja de ser un enorme lavado de cara, algo que denuncian organizando en paralelo un Contrasalón Minero, para las empresas es el reflejo de la realidad de “uno de los sectores más regulados y vigilados de España” y que ha interiorizado que “en el siglo XXI la minería o es sostenible o no se puede hacer”.
Las palabras las pone Pedro Jiménez, asesor jurídico de Aminer, la Asociación de Empresas Investigadoras, Extractoras, Transformadoras Minero-Metalúrgicas, Auxiliares y de Servicios, que pone el acento en lo que el sector reitera una y otra vez: “Los estándares ambientales son muy altos”. De no ser así, subraya, no se concederían licencias a proyectos que deben cumplir “una normativa muy rigurosa y compleja” y que está de manera constante bajo la lupa de las administraciones y de las propias empresas, “que no quieren incumplidores que no sigan las reglas del juego”.
Desconfianza popular
Pese a todo, Jiménez asume que el sector genera desconfianza en el grueso de la opinión pública, lo que achaca, por un lado a que se tiene en el imaginario colectivo la minería del carbón del siglo XIX, pero sobre todo al accidente de la mina de Aznalcóllar de 1998. “Después de aquello se abandonó la minería en Andalucía”, recuerda, hasta que Cobre Las Cruces empezó a producir en 2003 en la provincia de Sevilla. Hoy, Andalucía es la región líder de España en el sector de la minería, con un 40% del valor de la producción nacional, cifra que se eleva al 90% si el foco se pone en la minería metálica. En total hay seis explotaciones en activo en Huelva, Sevilla y Granada y hasta 28 proyectos de exploración, de ahí que el Gobierno andaluz calcule que la minería metálica aumentará su producción un 20% en los próximos cuatro años.
Para las administraciones, el sector pasó de apestado tras el vertido tóxico de Boliden en Aznalcóllar a ser considerado estratégico para la economía andaluza y nacional. Andalucía es la región europea con las mejores reservas minerales, se incide desde Aminer, así que se ha convertido en prioritario garantizar un suministro estable y autónomo de unas materias primas que hoy están controladas por China y EEUU. “La previsión es que en los próximos años habrá una demanda adicional de cobre del 40%”, apunta Jiménez en relación con un elemento que se ha revelado como componente básico en el futuro tecnológico que se está construyendo.
Y ahí es uno de los puntos en los que incide Aminer: las energías renovables, los vehículos eléctricos y las tecnologías vinculadas a la transición energética y digital, todo lo que permite abordar la transformación hacia una economía verde y sostenible, ha incrementado la demanda de metales y minerales. Hablamos del cobre y el zinc que sale de las minas andaluzas, pero también de plata, plomo, aluminio, acero, acero inoxidable, estaño, litio, níquel, cobalto, entre otros, así como las denominadas tierras raras y las rocas industriales. Así que las minas son necesarias para este futuro verde, se repite.
Un pasado minero milenario
El sector, de paso, no deja pasar el punto de hipocresía que a su juicio tiene el que socialmente no se quieran extraer unos metales que, de todos modos, van a llegar vía importación. Y las condiciones ambientales, laborales y de seguridad están mucho más garantizadas en una mina andaluza que, por ejemplo, en una de África, explican. Por no hablar del pasado milenario de una actividad en una comunidad autónoma en la que todavía persiste un cierto orgullo minero en algunas comarcas, y en la que hay 260 municipios con explotaciones mineras, incluyendo ahí canteras y extracciones de áridos.
Así que la minería insiste en su papel fundamental para garantizar un mañana “más sostenible y menos dependiente” de los vaivenes geopolíticos. “Contamos con las reservas más importantes de cobre, níquel, cinc, plomo, estroncio y otros elementos vitales para la transición energética y la independencia europea de las materias primas”, subrayaba el presidente del Gobierno andaluz, Juan Manuel Moreno, en la inauguración del Salón de la Minería, a la vez que proclamaba que “ésta va a ser la legislatura de la autorización de grandes proyectos mineros en Andalucía”. De paso, anunciaba medidas como ayudas a la innovación y mejora energética de las empresas, un plan de reconversión minera para dar un fin medioambiental a las instalaciones en desuso y una Red Andaluza de Espacios Mineros, iniciativas que se incluyen en la Estrategia para una Minería Sostenible en el horizonte de 2030, que se aprobará en el primer semestre de 2023.
Con todo, el sector reconoce que todavía le queda mucho por hacer para calar en la opinión pública, y suspira por un foro como Flacema, la Fundación Laboral Andaluza del Cemento y el Medio Ambiente, que conecta a empresas, sindicatos... y organizaciones ecologistas. “Ahora no hay canales abiertos con los ecologistas”, admite Pedro Jiménez, al tiempo que recuerda que estas organizaciones recurren ante los tribunales todos los permisos mineros que se conceden. La industria extractiva cuenta con la Fundación Minería y Vida, que estos días presentará su proyecto divulgativo “con el fin de trasladar a la sociedad en su conjunto la realidad actual del sector minero”. Será un paso más en este largo camino que el sector tiene por delante en este intento de mejorar su imagen.