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José María Valcuende: “Torremolinos fue una ventana abierta al mundo en una España marcada por el nacionalcatolicismo”
“A veces siempre pensamos en los grupos LGTBIQ+ como víctimas, y lo hemos sido en muchos aspectos, pero no solo hemos sido eso”, explica José María Valcuende, profesor del Área de Antropología Social de la Universidad Pablo de Olavide en referencia al Pasaje Begoña, un lugar de libertad, de convivencia y respeto en los años sesenta en Torremolinos. Recuperar la memoria histórica de este espacio y reivindicar una etapa que ha sido “silenciada o negada”, constituye uno de los objetivos de la investigación que lidera este investigador en la UPO porque “las nuevas generaciones que no responden a los cánones de la heterosexualidad obligatoria tienen que reconocerse en las historias de los personajes y de los espacios que han sido invisibilizados”.
Además de profesor del Departamento de Antropología Social, Psicología Básica y Salud Pública de la UPO, José María Valcuende es coordinador de la Red del Laboratorio Iberoamericano para el Estudio Sociohistórico de las Sexualidades (Red LIESS) y miembro del equipo de dirección de la Revista RELIES. Cuenta con diversas publicaciones en el ámbito del cuerpo, la masculinidad y la sexualidad y actualmente es investigador principal del Proyecto I+D+i ‘Destinos turísticos gais en España: identidad, globalización y mercado’. Codirige también el Máster de Intervención Social. Cultura y Diversidad de la Universidad.
Recientemente se ha renovado el convenio de la Universidad Pablo de Olavide con la Asociación Pasaje Begoña para la realización de proyectos específicos en materia social, cultural, turística, histórica y de investigación y divulgación de la memoria LGTBI.
¿En qué consisten estos proyectos?
En estos momentos tenemos dos proyectos de investigación directamente relacionados con la Asociación Pasaje Begoña. El primero, coordinado por Rafael Cáceres, aborda la represión de la homosexualidad durante el franquismo en Andalucía. El segundo, que actualmente estoy coordinando, analiza el turismo LGTBIQ+ en el caso español y se está desarrollando en Cataluña, Madrid, Canarias y Andalucía.
En ambos, además de los coordinadores, participan investigadores de otras universidades y de los departamentos de Antropología Social, Psicología Básica y Salud Pública y de Trabajo Social de la UPO. Estos equipos forman parte de la Red del Laboratorio Iberoamericano para el Estudio Sociohistórico de las Sexualidades, una red de ámbito internacional que lleva diez años funcionando, coordinada desde nuestra Universidad, y que integra a más de 150 investigadores de diversos países de América Latina, Europa y Estados Unidos. Hoy es un referente internacional en las investigaciones vinculadas con la sexualidad, desde el ámbito de las Ciencias Sociales.
¿Cuándo comienza la relación entre la Universidad y la Asociación Pasaje Begoña?
La vinculación comenzó en 2018 cuando los integrantes de la Asociación Pasaje Begoña Jorge Pérez y Juan Carlos Parrilla se pusieron en contacto con nosotros a través de nuestro compañero de Departamento José Antonio Sánchez para que les ayudásemos a realizar un proyecto de investigación que tenía como finalidad poner en valor el Pasaje Begoña en Torremolinos. Desde el primer momento nos enganchó la ilusión y las ganas de hacer cosas tanto de Jorge como de Carlos. Debo señalar que el trabajo de esta asociación es realmente impresionante y que en poco tiempo han conseguido, entre otras muchas cosas, difundir su labor tanto a nivel nacional como internacional, hermanándose con lugares emblemáticos como Stonewall o llevando proposiciones no de ley al Parlamento andaluz y al Parlamento español.
¿Qué se ha ido construyendo en esta relación?
A partir de ese primer contacto en 2018 la colaboración ha sido enormemente enriquecedora para las dos partes. En nuestro caso hemos colaborado fundamentalmente en la parte científica, trabajando en la realización de entrevistas y en la elaboración de los resultados, que pueden ser útiles para dar a conocer la importancia de Torremolinos en general y del Pasaje Begoña en particular en la década de los años sesenta y setenta. Un objetivo concreto que se enmarca en un objetivo de carácter más amplio que tiene que ver con dar a conocer la memoria de los disidentes sexuales en nuestro país, de aquellos que tuvieron que experimentar la represión de la dictadura, y de aquellos que han contribuido a vivir en una sociedad más inclusiva.
¿Qué líneas de investigación están llevando a cabo sobre este espacio de Torremolinos?
La primera de ellas tiene que ver con la importancia de los contextos turísticos para la población LGTBIQ+ en cuanto que permitían escapar del control social cuando no de la represión directa que se producía en sus vidas cotidianas en una época fuertemente intolerante con relación a las sexualidades disidentes. Un hecho que es válido tanto para la población local como para los turistas que visitaban las costas españolas. Torremolinos fue y sigue siendo un referente internacional del turismo gay. Ahora nos interesa documentar la influencia de este destino tanto para la población homosexual española como para el turista procedente de otras zonas.
Un segundo aspecto en el que estamos trabajando está relacionado con las transformaciones que ha experimentado este destino y con la puesta en valor de la memoria LGTBIQ+, que está contribuyendo a atraer a un segmento del mercado turístico realmente importante. En este sentido nos proponemos analizar comparativamente el caso de Torremolinos con otras zonas en la que estamos desarrollando esta investigación: Sitges, Chueca y Maspalomas, en un equipo en el que participan también investigadores de la Universidad de Barcelona y de la Universidad Complutense de Madrid. Lamentablemente, la COVID-19 alteró nuestros planes y hemos tenido que paralizar por el momento el trabajo de campo en alguna de estas zonas, incluido Torremolinos.
¿Qué significó este lugar en los años sesenta?
Torremolinos fue una ventana abierta al mundo en una España marcada por el nacionalcatolicismo. La dictadura, en un momento en que comienza a ser reconocida internacionalmente, necesitaba vender una imagen amable lo que hizo que los controles se relajasen en zonas turísticas como la que ahora nos ocupa. Si a esto le sumas su posición estratégica próxima a las bases americanas, al norte de África y a Gibraltar en un lugar paradisíaco, tienes todos los elementos que nos ayudan a entender la importancia de Torremolinos en ese periodo. Esta población representaba la modernidad, cualquier grupo musical que se preciara debía actuar en Torremolinos. La visita de personajes ilustres, procedentes del mundo de la música, del arte, de la política, es innumerable. Ahora bien, más allá de todo eso, Torremolinos representaba, comparativamente a otros lugares de España, lo que muchos han denominado como una isla de libertad, algo que se pone especialmente de manifiesto en el Pasaje Begoña, en el que se concentraban numerosos bares y donde la gente expresaba su opción sexual sin que se produjesen especiales problemas.
¿Cómo era la relación entre las personas que venían de fuera y los habitantes de Torremolinos?
La entonces pequeña población autóctona de Torremolinos aceptó con una cierta normalidad la llegada de estos turistas de costumbres ‘dudosas’ para la época. Es precisamente ese carácter el que reivindica la Asociación Pasaje Begoña y el que trabajamos conjuntamente para poner en valor una etapa que durante mucho tiempo fue silenciada o negada, y que hoy consideramos que es importante reivindicar. Recomiendo un pequeño corto de animación que explica muy bien la significación de este lugar y que lleva por título Pasaje Begoña: Cuna de los Derechos y Libertades LGTBI.
En 1971 se produjo una importante redada que acabó con la vida del Pasaje Begoña ¿Por qué las autoridades la llevaron a cabo en este momento y no lo hicieron antes (teniendo conocimiento de su existencia)?
Como señalaba, el régimen abrió la mano en las zonas turísticas, aunque siempre vio al turismo como una potencial amenaza, ya que traía otras costumbres y formas de ver la vida que chocaban con la visión monolítica de la dictadura. Eso significó que, como bien indicas, el régimen, por supuesto, conocía lo que allí sucedía y de vez en cuando hacía acto de presencia a partir de pequeñas operaciones, destinadas fundamentalmente a que aquello no se desmadrase. Pero no podía tener una línea dura, ya que eso podría repercutir a nivel internacional y sobre todo espantar la gallina de los huevos de oro, que representaba la entrada de divisas. ¿Qué pasó entonces en 1971? Nos encontramos con varios factores. El primero es la creación de una nueva ley que sustituía a la de Vagos y Maleantes, la Ley de Peligrosidad Social, cuya finalidad era ‘reinsertar’ a los homosexuales y que comienza a ser aplicada en todo el país. Un segundo aspecto tiene que ver con que Torremolinos comienza a atraer a un público masivo y esto es perjudicial para el Pasaje Begoña en dos sentidos. El primero, a partir de entonces la visibilidad del Pasaje Begoña fue mayor y por tanto su existencia más difícilmente justificable. El segundo, asistimos al desarrollo de un turismo masivo y Torremolinos deja de ser el centro emblemático del turismo en beneficio de otros contextos turísticos. Entramos en la época de construcción masiva en las costas españolas. Y un último factor, según nos señalan en diferentes entrevistas, estaría relacionado con el papel protagonista del gobernador civil de Málaga, al que no le hacía ninguna gracia el tipo de ambiente que se veía en el Pasaje Begoña.
¿Qué habría cambiado si no hubiera ocurrido este episodio?
Para responder a esa pregunta necesitaríamos formar parte del Ministerio del Tiempo, porque eso sería tanto como responder qué hubiera sucedido si no se hubiera desarrollado un turismo de masas, si no hubiera habido una dictadura, si determinada persona no hubiera estado en el Gobierno Civil. Los hechos históricos llevaron al Pasaje Begoña a ser lo que fue y como todo termina y acaba, el final era irremediable. Ahora bien, aunque ese viaje en el tiempo no sea posible, sí podemos contribuir a que ese pasado oculto forme parte del presente, y sobre todo de un futuro que refuerce el discurso de un Torremolinos diverso y respetuoso; que la historia de Torremolinos se conecte con otras historias en Andalucía, España, Europa, América…en las que se pone de manifiesto la represión, pero sobre todo las estrategias de resistencia de los grupos LGTBIQ+. Y todo ello a partir de un proceso de recuperación que implica generar alianzas internacionales y trabajar con la memoria, pero también que esa memoria se plasme en el territorio urbano, de tal forma que el patrimonio sea una realidad viva y no solo un mero referente al pasado.
Tras las investigaciones realizadas en la UPO, ¿se ha transformado la percepción sobre este espacio?
Efectivamente la investigación ha sido importante a la hora de poner en valor un espacio degradado. Ahora bien, el trabajo de la Asociación Pasaje Begoña ha sido fundamental para recuperar toda una serie de locales cerrados, que ahora buscan nuevos usos, o para establecer rutas turísticas que aproximan a los visitantes de Torremolinos a la memoria LGTBIQ+ de esta población. No me cabe ninguna duda que el destino turístico Torremolinos se está reinventando y actualizando precisamente a partir de las reivindicaciones de los colectivos locales, como la propia Asociación Pasaje Begoña, que está forzando a los políticos a ponerse las pilas. Y no solo porque poner en valor la memoria democrática de los colectivos de gais, lesbianas y transexuales es de justicia, sino también porque económicamente esta recuperación puede traer muchos beneficios. Un proceso que por otro lado no está exento de riesgos, entre otros, el que acabemos banalizando la memoria LGTBIQ+ como un mero producto de mercado, por eso es tan importante articular valor patrimonial, beneficios económicos para la población local y reivindicación. Y por eso mismo es que, tanto desde la Universidad Pablo de Olavide como desde la propia Asociación Pasaje Begoña, insistimos en lo fundamental de investigar la memoria de las personas que vivieron ese proceso. Es un hecho de justicia tanto para ellos como para los jóvenes que se aproximan a un destino, que es playa, es diversión, pero también son vivencias y memorias que han permitido para bien y para mal que Torremolinos sea lo que hoy es.
¿Por qué es importante recuperar la memoria histórica de lugares como éste para prevenir la LGTBIfobia?
Es importante por varios motivos. Primero, porque poner en valor nuestra memoria democrática nos permite reconocernos en un pasado habitualmente colonizado por historias procedentes del mundo anglosajón, que han sido muy importantes pero no han sido las únicas. Segundo, porque a veces siempre pensamos en los grupos LGTBIQ+ como víctimas, y lo hemos sido en muchos aspectos, pero no solo hemos sido eso. Y la historia del Pasaje Begoña nos muestra a hombres y mujeres en otras facetas de su vida, resistiendo a la represión, viviendo, amando, bailando, ocupando los espacios públicos, incluso en los periodos duros de la dictadura.
¿Le preocupa el panorama político internacional?
Ahora nos encontramos en un momento realmente preocupante a nivel internacional con el auge de la extrema derecha. Los colectivos minorizados requieren reforzar cuando no crear referentes identitarios que les permitan articular estrategias de resistencia y no está de más recordar que la historia de España y Andalucía es también nuestra historia. Las nuevas generaciones que no responden a los cánones de la heterosexualidad obligatoria tienen que reconocerse en las historias de los personajes y de los espacios que han sido invisibilizados. Y deben ser conscientes que nuestra lucha forma parte de una lucha más global, que tiene que ver con la de los excluidos del sistema por razones de género, por no adecuarse a los cánones corporales, pero también de las luchas de las mujeres, de los migrantes, de los excluidos económicos, de los grupos racializados… No es casual que los discursos LGTBIfóbicos suelan ir acompañados de discursos xenófobos, racistas, clasistas y machistas, envueltos habitualmente en banderas que se utilizan para recordar a los que están enfrente quién son los verdaderos ciudadanos y quienes son ciudadanos de segunda.
¿Qué papel considera que juega la Universidad en este sentido?
Es fundamental que la investigación esté conectada con la sociedad y en diálogo con los movimientos sociales. Un diálogo que es enormemente enriquecedor especialmente en temas como el que tratamos, en los que investigar implica comprometerse con las luchas de aquellos que intentan crear un mundo más inclusivo. El convenio firmado entre la UPO y la Asociación Pasaje Begoña es un paso importante en este sentido, que nos facilitará dar a conocer en nuestra institución el trabajo realizado por estos movimientos sociales, y al mismo tiempo devolver los resultados de nuestras investigaciones a aquellos que los han hecho posibles, y al conjunto de la sociedad.
“A veces siempre pensamos en los grupos LGTBIQ+ como víctimas, y lo hemos sido en muchos aspectos, pero no solo hemos sido eso”, explica José María Valcuende, profesor del Área de Antropología Social de la Universidad Pablo de Olavide en referencia al Pasaje Begoña, un lugar de libertad, de convivencia y respeto en los años sesenta en Torremolinos. Recuperar la memoria histórica de este espacio y reivindicar una etapa que ha sido “silenciada o negada”, constituye uno de los objetivos de la investigación que lidera este investigador en la UPO porque “las nuevas generaciones que no responden a los cánones de la heterosexualidad obligatoria tienen que reconocerse en las historias de los personajes y de los espacios que han sido invisibilizados”.
Además de profesor del Departamento de Antropología Social, Psicología Básica y Salud Pública de la UPO, José María Valcuende es coordinador de la Red del Laboratorio Iberoamericano para el Estudio Sociohistórico de las Sexualidades (Red LIESS) y miembro del equipo de dirección de la Revista RELIES. Cuenta con diversas publicaciones en el ámbito del cuerpo, la masculinidad y la sexualidad y actualmente es investigador principal del Proyecto I+D+i ‘Destinos turísticos gais en España: identidad, globalización y mercado’. Codirige también el Máster de Intervención Social. Cultura y Diversidad de la Universidad.