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Mauricio Martín, bombero forestal del Infoca: “El cambio climático influye mucho en el recrudecimiento del fuego”

A. A.

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Mauricio Martín Vega y su equipo fueron los primeros en llegar al incendio que terminó arrasando 10.000 hectáreas de Doñana y su entorno. “Iba tan fuerte y rápido que no te podías poner en la cabeza del incendio”.

Este bombero forestal del Infoca, con más de 14 años de experiencia, es el técnico de operaciones del Cedefo de Los Cabezudo (Almonte, Huelva), la base helitransportada responsable de proteger el espacio protegido. Cuando hay un incendio es el encargado de hacer sonar la alarma y que, en apenas diez minutos, un helicóptero despegue hasta el corazón de las llamas, con todo listo para combatir el fuego.

¿Cuánto tiempo lleva trabajando luchando contra los incendios?

Llevo 14 años trabajando en la lucha contra incendios. He estado en Málaga, en Cazorla (Jaén), dos años en Galaroza (Huelva) y ahora en el Cedefo de Los Cabezudos (Almonte), una de las bases helitransportadas de Infoca.

¿Cuál es su trabajo?

En Huelva hay tres Cedefos, que se asignan un tercio de la provincia. Tenemos adscritos medios como un helicóptero, camiones autobomba, torres de vigilancia y retenes. Nuestra zona de trabajo es el litoral de Huelva. Los técnicos de operaciones, como yo, nos encargamos de gestionar los medios, despacharlos ante una emergencia forestal y encargarnos de la formación y adiestramiento. El técnico de operaciones está ubicado en su base y sale en helicóptero con su retén cuando hay fuego. Los retenes se encargan de la vigilancia, la persuasión y la respuesta rápida.

¿Cómo es su día a día?

Nos encargamos de la preparación física, el adiestramiento y la formación. Estamos siempre en espera de un posible aviso. Hacemos la preparación física a primera hora del día o al final de la tarde y hacemos formación, repasando protocolos de seguridad y análisis de incendios.

¿Tienen que seguir un adiestramiento especial?

El adiestramiento básico consiste en el tendido de manguera, el manejo de herramientas y maquinaria ligera y la revisión de equipos para evitar sorpresas. En un incendio todo tiene que funcionar. Todo lo que evitemos dejar al azar, mejor. El equipo tiene que estar habituado a trabajar, según los protocolos de seguridad. Es como en el deporte: así se entrena, así se juega.

¿Cómo se prepara uno mentalmente para un fuego?

El que está de turno ya está preparado mentalmente, porque sabes que te puede tocar. Mantienes la calma. Los que están aquí tienen 20 años de experiencia. Llegamos a nuestro turno, hacemos nuestra rutina y, sobre todo, nos fijamos en la meteorología del día y la semana. Estar informado de las condiciones meteorológicas es básico, porque así sabes si vas a tener una guardia más movida o no.

¿Cómo organizan su trabajo sobre el terreno?

Cuando nos dan el aviso de un incendio, activo la alarma acústica de la base. El retén ya sabe que tenemos salida. En unos 10 minutos tenemos que estar volando. Ellos tienen sus equipos listos y se encargan de cogerlos. Yo tengo que recopilar toda la información posible y, antes de salir, movilizo los retenes y los camiones en ruta. Probablemente seré el primero en llegar, porque el helicóptero es el más rápido, y tengo la certeza de que van a llegar detrás el resto de medios.

¿Y cuando llega al fuego?

Una vez en la vertical del incendio, tengo que hacer un análisis de lo que está ocurriendo y trasladarlo al centro operativo provincial. A partir de ahí valoro si hacen falta más medios y cuál es el plan de ataque. Tengo que darle respuesta a tres preguntas: qué voy a hacer, cómo voy a hacerlo y cómo lo voy a hacer de manera segura. Tengo que velar principalmente por la seguridad y la eficiencia de la lucha contra el incendio.

¿Se siente uno especialmente responsable protegiendo del fuego un espacio tan emblemático como Doñana?

Por supuesto, esa responsabilidad la percibes. Cuando voy a un incendio, me impone un respeto. Todos son iguales y diferentes a la vez. Para mí pesa mucho, porque cualquier decisión que hagas, tiene más repercusión. Pero lo asumes.

¿Cuál fue su trabajo durante el incendio de Doñana de 2017?

Fui el primero en llegar al incendio de Doñana y conforme iba llegando, me di cuenta de que aquello iba a ser difícil, por la meteorología, dónde estaba y cómo estaba quemando. Iba tan fuerte y rápido que no te podías poner en la cabeza del incendio, así que eliges un flanco, mientras la cabeza sigue devorando monte. Es el problema de los grandes incendios.

¿Dónde le tocó?

Lo mejor es ponerse en un flanco y avanzar hacia la cabeza. Empezamos en la cantera, pero la cabeza iba muy rápido. Hicimos muy buen trabajo, lo paramos ahí.

¿Cuál ha sido la situación más extrema a la que se ha enfrentado?

Mi trabajo consiste en evitar situación extremas y por suerte no he tenido situaciones muy complicadas, en las que haya peligrado mi vida. Lo peor que nos puede pasar es un atrapamiento en el que puedes morir. Entrenamos un protocolo, OACEL, que si lo sigues, es muy difícil que puedas sufrir un atrapamiento: observación del incendio y su evolución, tener comunicaciones y tener siempre rutas de escape que nos lleven a un lugar seguro.

¿Cuál ha sido su incendio más complicado?

Doñana y muchos incendios en la sierra de Huelva. Uno en el que trabajamos duro, pero que no conseguimos el objetivo, fue el de La Granada de Riotinto, un incendio con muchos animales muertos y encinas centenarias. Te duele mucho cuando ves el patrimonio natural quemado. Si te gusta la naturaleza, el pellizco que te da es brutal. La devastación impacta más que las llamas. Es peor lo que viene después, por el patrimonio natural y humano perdido.

¿Se están recrudeciendo los incendios y, por tanto, la lucha contra el fuego?

El cambio climático está influyendo mucho, porque determina fenómenos atmosféricos muy adversos: ola de calor, periodos de sequía más frecuentes… En el momento que lleva más de un mes sin llover, la vegetación está más predispuesta a arder. Si tenemos otoños o inviernos secos, también podemos tener incendios en esas estaciones, así que estoy deseando que tengamos un otoño lluvioso.

¿Y el abandono rural?

El abandono de los montes es uno de los efectos más importantes. La gente tiende a irse a la ciudad y abandonan esa labor de limpieza de los montes. Esa falta de gestión hace que la vegetación crezca y que ese combustible vaya aumentando. Los bosques tienen que tener su gestión. Son muy importantes los trabajos que se hacen en invierno con los cortafuegos o las quemas controladas, con las que te adelantas al fuego en verano.

Los incendios de sexta generación son especialmente virulentos y generan lluvias de fuego. ¿Qué le preocupa más de la llegada de estos incendios?

Lo que más me tranquiliza es que estos incendios son previsibles, porque tenemos un equipo de analistas que, mientras yo estoy preocupado de mi gente sobre el terreno, hay otros que están estudiando la orografía y la evolución de la meteorología. Pero es cierto que esos incendios dan bastante miedo, que se pueden montar con más facilidad que antes, generan sus propias condiciones meteorológicas y liberan mucha energía. Confiamos en los analistas, que nos llevan de la mano en los incendios.

Hoy en día parece imprescindible el análisis de datos para afrontar la extinción de incendios. ¿Es así?

Es imprescindible para ir siempre por delante y que tengamos controlada la situación. Ellos saben siempre dónde estamos y están constantemente controlando la evolución y el comportamiento del incendio y la meteorología. En un fuego tenemos que esperar la oportunidad de acercarnos y apagarlo con ataque directo.

¿Qué deberíamos de tener en mente los ciudadanos para prevenir los incendios?

Lo principal es tener muchísima precaución y, ante cualquier percepción de un humo extraño, llamar al 112 para activarnos a nosotros y recortar los tiempos de respuesta. Nos tenemos que concienciar de que hay unas épocas de peligro y olvidarnos de hacer una serie de actividades con fuego en verano. Además, las casas forestales tienen que tener un plan de autoprotección, que son una serie de medidas que preparan la vivienda ante una posible emergencia.

Mauricio Martín Vega y su equipo fueron los primeros en llegar al incendio que terminó arrasando 10.000 hectáreas de Doñana y su entorno. “Iba tan fuerte y rápido que no te podías poner en la cabeza del incendio”.

Este bombero forestal del Infoca, con más de 14 años de experiencia, es el técnico de operaciones del Cedefo de Los Cabezudo (Almonte, Huelva), la base helitransportada responsable de proteger el espacio protegido. Cuando hay un incendio es el encargado de hacer sonar la alarma y que, en apenas diez minutos, un helicóptero despegue hasta el corazón de las llamas, con todo listo para combatir el fuego.