El 20 de junio se celebra el día mundial de las personas refugiadas. Mucha gente se ha aproximado al concepto del derecho de asilo a raíz de la crisis de las personas que huyen de la guerra de Siria. Pero lo cierto es que las personas refugiadas proceden de otros muchos países, en los que la injusticia campa a sus anchas. Y no es un fenómeno de ahora, como muestra la existencia de cientos de miles de personas refugiadas palestinas desde hace ya setenta años
Según la Agencia de las Naciones Unidas para la personas Refugiadas Palestinas, estas son “aquellas cuyo lugar de residencia habitual bajo el Mandato Británico era Palestina y entre Junio de 1946 y mayo de 1948 perdieron sus casas y medios de vida como consecuencia de la Guerra árabe-israelí de 1948”.
Sesenta y nueve años han pasado desde el momento de la Al-Nakbah (termino árabe que significa “catástrofe” o “ desastre”, utilizado para designar al éxodo palestino) y las violaciones de los derechos humanos ejercidos sobre pueblo palestino, por parte del Estado de Israel, se perpetúan.
Recientemente, una amplia campaña de solidaridad se ha desarrollado en apoyo a la huelga de hambre de más de 1500 personas presas palestinas, que denunciaban las terribles condiciones en los centros de detención penintenciaria israelíes; tales como abusos, aislamiento, tortura, negligencia médica y negación de derechos garantizados por el derecho internacional, incluido el derecho a un juicio justo y la visita de familiares y seres queridos.
En la actualidad, de las 6.300 personas presas en estas cárceles, más de 500 lo son bajo el concepto de “detención administrativa” mediante “pruebas secretas”, que ni ellas ni sus defensas jurídicas pueden ver o refutar en los tribunales.
Estas personas son encarceladas sin ningún cargo ni juicio, y su detención puede ser renovada indefinidamente. Todas las cárceles donde se encuentran las personas presas palestinas están en territorio israelí, excepto una, violentando el art. 76 del IV Convenio de Ginebra, en el que se establece que las personas encarceladas de un territorio ocupado deberán permanecer en prisiones dentro de dicho territorio ocupado.
Las condiciones en estas prisiones son inhumanas: hablamos de cárceles superpobladas, sin condiciones higiénicas y con humedad. El espacio por preso/a se ha reducido de 3,4 a 2,9 metros cuadrados en los últimos años.
Las campañas de solidaridad con el Pueblo Palestino se suceden continuamente. Entre ellas, la que quizás está teniendo mayor impacto y continuidad es el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones, Sanción). Su influencia e impacto ha sido contestada con una fuerte campaña por parte del Estado de Israel, que lo ha considerado una de sus principales amenazas.
Para explicar la importancia y el sentido de esta iniciativa hemos entrevistado a Héctor Grad, profesor de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid y Miembro de la Red Judía Antisionista, que recientemente visitó Cádiz invitado por nuestra Asociación.
Judío y antisionista, ha vivido durante años en Israel, aunque afincado en España desde hace tiempo, su compromiso es vital para el movimiento de defensa de DDHH del Pueblo Palestino.
Usted es judío y antisionista, ¿no es eso una contradicción?
Son conceptos diferentes, ser judío y ser sionista. Es una confusión muy habitual, por desconocimiento de la gente y por culpa de la propaganda del movimiento sionista del Estado de Israel, que se erige como portavoz del judaísmo cuando, en realidad, desde siempre han sido minoritarios.
La campaña de boicot ha sido acusada, por Israel, de incitación al odio. Los sionistas dicen que la campana “ELAI (espacios libres de apartheid israelí)” de los ayuntamientos es antisemita, ¿puedes explicar en qué consiste la campaña y clarificar que no se dirige contra las personas ciudadanas de Israel?
La gente que apoya y participa en la campaña de boicot es contraria a todo racismo, xenofobia, antisemitismo e islamofobia. La campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) contra Israel nace en el 2005 con una llamada lanzada por más de 170 organizaciones de la sociedad civil palestina a la comunidad internacional, pidiéndole que aplique dichas medidas coercitivas “hasta que Israel cumpla con el Derecho Internacional y los principios universales de los Derechos Humanos”. El BDS busca poner fin a las políticas que el régimen sionista implementa en Palestina desde 1948, cuyos tres rasgos principales son: ocupación, colonización y apartheid. La campaña no se dirige contra las ciudadanas y ciudadanos del Estado judío, ni mucho menos contra las personas judías del mundo (muchos judíos participan en el BDS, también dentro de Israel), sino contra las instituciones que sostienen y financian dicho régimen opresor. Hay que destacar que esta campaña nace en el seno de la propia sociedad palestina y se proyecta hacia el exterior. Ello le da una legitimidad y una fortaleza ética enormes, evitando así los riesgos de caer en el paternalismo y el eurocentrismo en la solidaridad internacional con Palestina.
El Gobierno israelí acusa de antisemitismo cada acto o crítica que se realiza contra el Estado de Israel. Ello origina una confusión sobre el significado de antisemita.
Promueve eso y se declara como el Estado en representación de todos los judíos sin preguntarnos. Nos convierte en rehenes de su política.
¿Que hace Israel para justificar su ocupación?
El Estado israelí utiliza el deporte y la cultura para promover su política colonizadora a nivel internacional. Desde el Estado se promociona a nivel mundial una imagen de un país moderno y democrático. Sin embargo, si eres judío puedes disfrutar de las máximas cotas de libertad y protección social, y si no lo eres, aún siendo ciudadano israelí, no. Y de hecho puedes sufrir una detención administrativa sin juicio previo.
¿Que es hoy el Estado de Israel?
Es un país resultado de un proceso de colonización que sigue hasta hoy en día. Ya en los años 20, los planes estratégicos que tenían eran similares a los de hoy en Gaza o Cisjordania. Desde un primer momento es un proyecto de separación étnica de un pueblo contra otro. La sociedad israelí es muy compleja, que dista de ser homogénea. Por una parte es una sociedad avanzada y hasta progresista en algunos aspectos, y por otra es una sociedad colonial. La paradoja es que, con cruzar una calle en Jerusalén o Haifa, dado que no hace falta irse a Gaza, pasas del primer mundo al tercero. Un quinto de la población israelí es palestina y es discriminada sistemáticamente por un Estado que tiene un régimen jurídico para “los blancos judíos” y otro régimen diferente para los que no lo son.
¿Por qué unirse al movimiento BDS?
Los gobiernos del mundo no han logrado proteger a la población de Gaza. La comunidad internacional ha faltado a su obligación de impedir las vulneraciones del derecho humanitario internacional y de derechos humanos cometidos por Israel en Palestina a lo largo de las últimas décadas. Ante esta pasividad gubernamental, el boicot contra el apartheid israelí ha surgido como campaña ciudadana global no violenta y antirracista para obligar a Israel a que cumpla con la legalidad internacional. En todos los países del mundo, la sociedad civil se ha organizado para parar la injusticia que sufre el pueblo palestino. La campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) es una herramienta poderosa que también busca sensibilizar a la población israelí para que se una a la lucha contra el Apartheid sionista y la ocupación de Palestina. Los boicots, desinversiones y sanciones dirigidas contra Sudáfrica ayudaron a poner fin al apartheid en ese país. Hoy, se puede esperar que se acabe la ocupación ilegal de Palestina, la violación del derecho de retorno de los y las refugiadas y el racismo institucional de Israel contra el pueblo palestino.
Andrea Grieco. Área de Solidaridad Internacional de la APDHA
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