Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

Adoptar un naranjo o cómo reclutar “familiares” de todas partes para salvar su negocio

Iñigo Mas

Almería —

Es licenciada en Periodismo, trabajó en Bruselas en el Parlamento Europeo, y en el gabinete de prensa de Ferrovial. Posee un flamante Master en Comunicación Política por la Universidad de Navarra, pero la vida le llevó a convencer a la gente de la necesidad de adoptar naranjos, como si fueran niños o animales. Ahora ha logrado que unas 400 familias europeas hayan adoptado un naranjo de los que cuida en el huerto de la pequeña población almeriense de Antas. Cada árbol ofrece a sus nuevos familiares unos quince kilos de naranja al año.

De las veinte hectáreas que dispone la explotación solamente cuatro son de naranjas, muy dulces, de la variedad nabel lane-late. La gran mayoría de sus clientes son de países europeos, Madrid y Barcelona, “y curiosamente de Valladolid. No me preguntes por qué, pero tengo mucha gente de Valladolid que ha adoptado naranjos. En Andalucía tengo pocos clientes porque aquí hay muchos naranjos”, relata Isabel Alvargonzalez, quien un día volvió a la finca familiar para cuidar de su madre tras el accidente que sufrió y definitivamente apostar por este cítrico. “La idea se me ocurrió dándole vueltas a la forma de sacar adelante la finca. Si se adoptan otras cosas ¿por qué no naranjos? pensé. Había que inventar una fórmula para involucrar a la gente”. Y así de sencillo, sin más explicaciones, comenzó el triunfo de esta emprendedora.

“Adopta un Naranjo” es la historia de las familias Orozco y Giménez, cuya trayectoria está ligada a Antas desde 1800, donde según cuentan los ancianos del lugar se asentó el campamento de los Reyes Católicos cuando se dirigían a la reconquista de Granada. En 1929 se celebró en Sevilla la Exposición Iberoamericana y las naranjas de sus fincas obtuvieron el premio “Grano de Oro a la mejor naranja”.

Cuando se adopta un naranjo (60 euros/año), lo primero que se recibe es un certificado de adopción y un folleto explicativo sobre el árbol. También un email con la foto del naranjo y el nombre que se haya escogido para él. A lo largo del año se recibirá información puntual sobre su evolución. Las cosechas varían de un año a otro, y es muy difícil determinar los kilos exactos que tiene cada naranjo. Se ha estimado en 15 los kilos que recibe anualmente cada adoptante. Las posibilidades son infinitas, se pueden compartir con familia y amigos, fabricar mermelada casera propia, hacer uso del recetario de la finca o disfrutar cada mañana con un delicioso zumo con naranjas de “tu árbol”. Además, al tratarse de naranjas recién cogidas pueden aguantar más de 20 días sin problema, asegura su dueña.

El proyecto permite visitar la finca y recoger tus propias naranjas bajo la supervisión de los expertos, que enseñan a hacerlo. “Es una forma de contribuir a mejorar el medio ambiente ya que los árboles producen oxígeno, ayudan a conservar el agua, favorecen la vida silvestre, protegen el suelo y disminuyen los riesgos de inundaciones problemáticas que se sienten cada invierno”.

Como reza su página web: “Adopta un Naranjo: Bienvenido. La tierra no es una herencia de nuestros padres, es un préstamo de nuestros hijos. Desde hace tiempo los naranjos, como casi todos los cultivos, se están convirtiendo en algo cada vez más mecanizado y artificial. Este proyecto nace de nuestro amor a la tierra y a la tradición. Desde ”Adopta un Naranjo“ queremos darte la posibilidad de que adoptes uno de los naranjos que crecen en la finca y recibas parte de su producción. Tu participación ayudará a apoyar y proteger al pequeño agricultor, que en definitiva se está convirtiendo en un artesano del campo. Imagina la sensación de poder disfrutar de naranjas procedentes de tu propio árbol. Adopta uno de nuestros naranjos, recibirás su producción durante un año, y pasarás a escribir parte de la historia de esta finca”.

Es licenciada en Periodismo, trabajó en Bruselas en el Parlamento Europeo, y en el gabinete de prensa de Ferrovial. Posee un flamante Master en Comunicación Política por la Universidad de Navarra, pero la vida le llevó a convencer a la gente de la necesidad de adoptar naranjos, como si fueran niños o animales. Ahora ha logrado que unas 400 familias europeas hayan adoptado un naranjo de los que cuida en el huerto de la pequeña población almeriense de Antas. Cada árbol ofrece a sus nuevos familiares unos quince kilos de naranja al año.

De las veinte hectáreas que dispone la explotación solamente cuatro son de naranjas, muy dulces, de la variedad nabel lane-late. La gran mayoría de sus clientes son de países europeos, Madrid y Barcelona, “y curiosamente de Valladolid. No me preguntes por qué, pero tengo mucha gente de Valladolid que ha adoptado naranjos. En Andalucía tengo pocos clientes porque aquí hay muchos naranjos”, relata Isabel Alvargonzalez, quien un día volvió a la finca familiar para cuidar de su madre tras el accidente que sufrió y definitivamente apostar por este cítrico. “La idea se me ocurrió dándole vueltas a la forma de sacar adelante la finca. Si se adoptan otras cosas ¿por qué no naranjos? pensé. Había que inventar una fórmula para involucrar a la gente”. Y así de sencillo, sin más explicaciones, comenzó el triunfo de esta emprendedora.