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Un andalucismo del siglo XXI

28 de octubre de 2021 20:20 h

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En este tiempo, cuando parece que estamos viendo el final del largo túnel de la pandemia, tenemos la posibilidad de que Andalucía dé un salto cualitativo para dejar atrás la desigualdad, la pobreza y las dificultades económicas, haciendo frente a la emergencia climática y a la crisis ecológica, con un cambio de rumbo que implique una reestructuración de nuestra realidad económica. Esta tarea es necesaria en todos los territorios, pero en Andalucía tenemos la oportunidad de aprovechar la necesidad de cambio para pasar página de tantos años de paro estructural y crear empleo estable y bien pagado, ofreciendo un buen futuro a las próximas generaciones. No es un imposible.

En Andalucía no tenemos gas o petróleo, pero tenemos un enorme potencial a través de las energías renovables, tenemos una Autonomía consolidada, potencial humano y creatividad. Andalucía es hoy uno de los mejores lugares del mundo para vivir, capaz de atraer talento porque somos una sociedad abierta, moderna, compleja y plural con un enorme dinamismo y diversidad. Para nosotros y nosotras ser andalucistas hoy significa, sobre todo, compromiso con la transformación estructural de Andalucía, hacia una sociedad sostenible, alejada del modelo desarrollista que tanta pobreza, desigualdad y destrucción ambiental nos ha traído, construyendo una relación de confianza y cercanía con la gente corriente, aportando la esperanza de que juntos y juntas podemos mejorar frente a la situación actual de incertidumbre. Un andalucismo que sea verde, social, integrador, feminista y modernizador, que nos ayude a situarnos entre los territorios más avanzados, de acuerdo con nuestras potencialidades, capaz de trasladar a la sociedad andaluza esa ola verde y social que recorre Europa. Ese andalucismo que nos une y nos fortalece.

La identidad política andaluza mayoritaria es una identidad de naturaleza popular y democrática, progresista, abierta y mestiza, sin vestigios de nacionalismo organicista, conectada con la idea de identidades plurales, que abarca desde la andaluza hasta el municipio, la provincia, España y Europa, enriquecedora por su plasticidad, capacidad adaptativa y valor para la convivencia ciudadana. Esta característica de la identidad andaluza, su carácter no competitivo entre las distintas escalas territoriales, sino complementario, implica una naturaleza latente federal e impulsa a Andalucía como un espacio abierto necesitado de autonomía real y de mecanismos cooperativos en este mundo globalizado.

El andalucismo que nos une y fortalece tiene dos anclajes: la cohesión comunitaria y el poder público (el Estado, en sentido amplio, incluyendo la Unión Europea, las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales) como garante de los servicios públicos y como agente de cambio y de transformación económica. Crea comunidad porque es un nosotros y nosotras sin exclusiones, que fortalece el tejido social desde la alegría de la vida en comunidad, que es una seña de identidad imprescindible, y desde nuestro patrimonio cultural que tiene unas características propias porque es una cultura popular, producto de un proceso de sincretismo, con una evolución muy dinámica en el arte, el habla, las costumbres o los modos de vida y valores colectivos, resultado de un proceso que se sigue caracterizando por el mestizaje y la integración.

El poder público, frente a la ideología neoliberal que lo había denostado, ha aparecido en esta crisis como el garante de la protección básica de la ciudadanía. Hemos visto cómo la crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de tener un sistema sanitario público de carácter universal que atienda con equidad los problemas de salud de todas las personas. El Estado tiene el deber y la capacidad de satisfacer todas las necesidades básicas de la ciudadanía al margen del mercado, lo que hoy incluye el derecho a la vida amenazada por la crisis ecológica y por las pandemias.

Estado democrático y comunidad, en su despliegue pluralista, lejos de ser realidades políticas antagónicas, establecen entre sí una dinámica virtuosa de modo que sin Estado no hay comunidad y sin comunidad no hay Estado que pueda funcionar democráticamente y son la garantía para la convivencia y la seguridad ciudadana. Nuestra prioridad es crear empleo estable y de calidad, para lo que es necesario el reequilibrio de los sectores productivos y la superación de nuestro papel económico dependiente y subalterno. Necesitamos impulsar una industria no contaminante de capital andaluz con una sólida base tecnológica que incorpore los nuevos procesos de fabricación basados en la innovación tecnológica. Queremos que Andalucía sea el centro industrial verde en la conexión entre Europa y África y entre el Atlántico y el Mediterráneo, con industria digital, economía circular y energías renovables 100%, comercio de cercanía, agricultura y turismo sostenible, consumo responsable y poder financiero propio.

Pero el Gobierno reaccionario del PP en la Junta de Andalucía nos lleva en la dirección contraria, en un retroceso pactado con Vox en la línea de Pablo Casado: bajadas de impuestos a los que más tienen, eliminación de protección medioambiental, cierre de líneas públicas, cierre de ambulatorios, listas de espera en aumento, rebajas fiscales para las grandes fortunas y las rentas muy altas y preparado para frustrar la incorporación de Andalucía a una transición ecológica y social.

Nuestra propuesta es que el andalucismo del nosotros y nosotras sin exclusiones sea la materia prima para la consolidación de un nuevo bloque histórico en el que las trabajadoras y los trabajadores, los Autónomos y sectores importantes del empresariado participen en un esfuerzo colectivo, liderado por el Estado emprendedor, para la reorientación económica verde de Andalucía en torno a la transición ecológica, movilizando la inversión pública y la inversión privada dentro de las líneas de futuro de sostenibilidad ecológica, prosperidad con justicia social y democratización de las relaciones sociales. Aquí la propuesta del Green New Deal para articular ese gran bloque histórico tiene los colores de nuestra bandera: verde de Andalucía, blanco de la justicia social y la convivencia democrática y verde de la ecología.

En este tiempo, cuando parece que estamos viendo el final del largo túnel de la pandemia, tenemos la posibilidad de que Andalucía dé un salto cualitativo para dejar atrás la desigualdad, la pobreza y las dificultades económicas, haciendo frente a la emergencia climática y a la crisis ecológica, con un cambio de rumbo que implique una reestructuración de nuestra realidad económica. Esta tarea es necesaria en todos los territorios, pero en Andalucía tenemos la oportunidad de aprovechar la necesidad de cambio para pasar página de tantos años de paro estructural y crear empleo estable y bien pagado, ofreciendo un buen futuro a las próximas generaciones. No es un imposible.

En Andalucía no tenemos gas o petróleo, pero tenemos un enorme potencial a través de las energías renovables, tenemos una Autonomía consolidada, potencial humano y creatividad. Andalucía es hoy uno de los mejores lugares del mundo para vivir, capaz de atraer talento porque somos una sociedad abierta, moderna, compleja y plural con un enorme dinamismo y diversidad. Para nosotros y nosotras ser andalucistas hoy significa, sobre todo, compromiso con la transformación estructural de Andalucía, hacia una sociedad sostenible, alejada del modelo desarrollista que tanta pobreza, desigualdad y destrucción ambiental nos ha traído, construyendo una relación de confianza y cercanía con la gente corriente, aportando la esperanza de que juntos y juntas podemos mejorar frente a la situación actual de incertidumbre. Un andalucismo que sea verde, social, integrador, feminista y modernizador, que nos ayude a situarnos entre los territorios más avanzados, de acuerdo con nuestras potencialidades, capaz de trasladar a la sociedad andaluza esa ola verde y social que recorre Europa. Ese andalucismo que nos une y nos fortalece.