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El árbol, nuestro aliado natural contra el cambio climático

Enrique Figueroa

Director de sostenibilidad de la Universidad de Sevilla —

Los árboles constituyen un bien preciado de la naturaleza, dando estructura al ecosistema y regulando dos gases esenciales para la biosfera: el oxígeno y el dióxido de carbono. En nuestra atmósfera, tanto el precioso 21% de oxígeno como el contenido actual de dióxido de carbono, estimado en 400 ppm, está regulado de forma preferente por los árboles de la Tierra.

A pesar de su extrema importancia, no dejamos de atentar contra ellos. Estamos lejos de esas culturas que aprecian el árbol como un bien sagrado para la vida. Deforestamos de forma masiva para extender nuestro dominio sobre el planeta, por no hablar de las talas que realizamos en las ciudades y las podas arbitrarias y caprichosas que perpetramos contra ellos. Nuestra cultura no valora el árbol.

Cuando dedicamos un día a algo normalmente es por una actitud reivindicativa. En el Día Mundial del Árbol debemos pedir respeto por este pilar de la biosfera. De todas las múltiples funciones del árbol quiero destacar, en este día, su papel como sumidero natural de dióxido de carbono.

Los árboles son eficientes estructuras secuestradoras de dióxido de carbono, retirando este gas de la atmósfera y contribuyendo a regular su contenido, aliviando el calentamiento global y, con ello, mitigando el cambio climático. A la vez que retiran dióxido de carbono de la atmósfera suministran oxígeno. Y lo mejor: lo hacen gratis.

Los árboles son un componente esencial del capital terrestre, universal y gratuito, y, por ello, sostenible en la más pura esencia de la palabra. Gracias al mágico proceso de la fotosíntesis, un bosque maduro es capaz de retirar el dióxido de carbono de la atmósfera y fijarlo en su biomasa, convirtiéndose así en un sumidero natural. Gracias a la luz solar, el dióxido de carbono se transforma en azúcares, acumulando decenas de toneladas de dióxido de carbono.

La Universidad de Sevilla, a través de su Oficina de Sostenibilidad, ha calculado que la vegetación de sus campus retiran de la atmósfera sevillana hasta 113 toneladas de dióxido de carbono al año. El proyecto Bosques por Ciudades de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, un proyecto piloto en el estudio de la vegetación urbana como sumidero natural de dióxido de carbono, ha puesto de manifiesto el importante papel que juegan el arbolado urbano en la mitigación del cambio climático. El Puerto Bahía de Algeciras ha desarrollado un proyecto para evaluar la capacidad de captación de dióxido de carbono de los árboles de sus jardines. Las 12.000 hectáreas de pinares costeros de Cartaya (Huelva) ya han sido evaluadas como sumideros naturales de este importante gas en relación con el calentamiento global de la atmosfera.

El Anteproyecto de Ley Andaluza de Cambio Climático, actualmente en debate parlamentario, quiere desarrollar un amplio paquete de conocimiento y gestión de los sumideros andaluces, muy especialmente en relación con las zonas forestales, naturales o de explotación, y las importantes masas arbóreas de Andalucía, así como el arbolado urbano.

El tema suscita interés, pero hay que seguir trabajando y evaluando el papel de los sumideros naturales en relación con mitigación del cambio climático. El secuestro de dióxido de carbono es gratuito, eficiente y sostenible y forma parte de los servicios de los ecosistemas para el planeta y, por ello, para nuestro sistema social.

En este Día del Árbol de 2015 defendamos los árboles de las agresiones inicuas que sufren. Por ética ecológica y porque son esenciales para nuestra vida en el planeta, la nave común.

Los árboles constituyen un bien preciado de la naturaleza, dando estructura al ecosistema y regulando dos gases esenciales para la biosfera: el oxígeno y el dióxido de carbono. En nuestra atmósfera, tanto el precioso 21% de oxígeno como el contenido actual de dióxido de carbono, estimado en 400 ppm, está regulado de forma preferente por los árboles de la Tierra.

A pesar de su extrema importancia, no dejamos de atentar contra ellos. Estamos lejos de esas culturas que aprecian el árbol como un bien sagrado para la vida. Deforestamos de forma masiva para extender nuestro dominio sobre el planeta, por no hablar de las talas que realizamos en las ciudades y las podas arbitrarias y caprichosas que perpetramos contra ellos. Nuestra cultura no valora el árbol.